Mi cariño de 18 años romance Capítulo 8

El coche se dirigía a la villa.

Antes de que Fernanda saliera del auto, se ordenaba el cabello y entraba.

Isidro era el único en la villa.

Fernanda miraba a Isidro sentado frente a la ventana, y su espalda solitaria, su corazón apretujado ferozmente. Pensando que acababa de escapar de la casa y que estaba sola de ahora en adelante, estaba extremadamente deprimida.

Afortunadamente, todavía tenía su esposo.

Ella sonreía rígidamente, daba un paso adelante y decía, -Señor, estoy de vuelta.-

Isidro volvía la cabeza y le sonreía.

La sonrisa se detenía abruptamente después de ver la herida en la cara de Fernanda.

-¿Tu cara…?-

Fernanda bajaba apresuradamente la cabeza y se cubría su cara, -No es nada grave...-

-¿Has sido golpeada?-

-Sí-, murmuraba, -Mi madre me golpeó.-

La mano de Isidro apretaba un poco.

Fernanda volvía a decir, -Pero estoy bien, es normal que mi madre me golpee, cuando yo era niña, era traviesa y a menudo me golpeaba...-

Trataba de parecer estar indiferente, pero las lágrimas en sus ojos la traicionaban.

Isidro la lastimaba, -Ven aquí.-

Fernanda avanzaba adelante obedientemente, agachándose junto a su silla de ruedas, levantando su cara, mirándolo con ojos llorosos.

Isidro bajaba la cabeza para ayudarla a secarse las lágrimas, -Lo dejaré esta vez, si alguien te golpee la próxima vez, no importa que sea tu padre o tu madre, no lo perdonaré.-

-Señor...- Fernanda estaba conmovida por su palabra.

Pedro, que había estado mirando, salía silenciosamente de la sala de estar.

Temía que, si se quedaba más, el señor Isidro lo regañaría.

Era la primera vez que él veía al señor Isidro tratar a una mujer con tanta ternura.

El señor Isidro no hablaba mucho en general, pero tenía un pensamiento tan emocionante.

Además de cuidarla, Isidro seguía respondiendo llamadas de la familia Rivero en el regreso.

Cuando escuchaba que Isidro regresaba a la Ciudad Santa Domingo, la gente de la familia Rivero se ponía muy contenta.

Especialmente después de que Isidro sucedía ese accidente, toda la familia se preocupaba por él.

-Isidro, ¿dónde estás?-

-Esta es la quinta llamada.- Isidro fruncía el ceño.

-¡Me preocupo por ti!- Victoria Rivero decía al otro lado del teléfono, -Escuché que trajiste a su esposa, date prisa y déjanos verla.-

-No la asustes- decía Isidro, extendiendo la mano para quitar el pelo que caía sobre los labios de Fernanda, con una suave sonrisa en los ojos.

-La cuidas tanto, debemos verla. -

Victoria hablaba un rato, temiendo molestar a Isidro, así que colgaba.

Finalmente le dejaban en paz, Isidro tendía la mano y palmeaba suavemente la espalda de Fernanda.

Fernanda se recostaba en su regazo y dormía plácidamente.

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