Sergio giró la cabeza para mirarla con una expresión extraña,
—No quiero que pagues.
—Tampoco quiero pagar.
Dulce frunció la nariz, tocó la caja de polvos y se echó más loción para desmaquillarse con fuerza mirando en el espejo.
Sergio rio suavemente y sus ojos se posaron en la nuca de ella.
—Dulce, ve a operarte, a quitarte los moretones.
—No, me va a doler, y no tengo dinero —Dulce dijo rápidamente.
—Oye...te dará anestesia...—Sergio no pudo hacer nada, sacudió la cabeza y susurró—, ¿Por qué eres como un gato con espinas?
—¿A tu gato le crecen espinas? —Dulce finalmente giró la cabeza.
Se había quitado el maquillaje de la cara, revelando un rostro sencillo y luminoso con labios rojos y dientes blancos, natural, pura y hermosa.
Sergio la miró, levantó la mano para frotarse la cara y dijo en voz baja,
—Dulce, no debes hablar con agresividad, ni siquiera puedo hablar nada delante de ti.
—No soy un tigre, no voy a asustarte.
Dulce también se frotó la cara y, cuando soltó la mano, la joya roja como la sangre que tenía en el cuello se le escapó de nuevo y, sin pensarlo, se la quitó de un tirón, la envolvió cuidadosamente en papel de seda, la metió en un bolsillo oculto del compartimento de su bolso, se ajustó la correa del mismo, se lo colgó del cuerpo y empezó a juguetear de nuevo con su teléfono.
—¿Mensajes?
Al ver que ella siempre estaba jugando con su teléfono, Sergio no pudo evitar acercarse a mirarla.
—Por favor, conduzca en serio.
Dulce se sobresaltó y apartó apresuradamente la cabeza.
—Dulce, no va a doler...el cuerpo es la base de la lucha... —Sergio murmuró y le aconsejó en voz baja.
—Me va a doler —Dulce empujó la mano de Sergio, susurró—, Dormiré un rato.
Sergio no entendía del corazón de Dulce, porque su corazón estaba envuelto en un caparazón duro. Aunque le permitió acercarse, cubrió su corazón con tanta fuerza que él no pudo ver los pequeños secretos dentros.
Cuando el coche se detuvo en el Hotel Nube, Dulce ya estaba dormida. Al ver que dormía plácidamente, Sergio no quiso despertarla, así que desató suavemente el cinturón de seguridad y la sacó del coche.
No la despertó ni siquiera después de semejante movimiento, lo que demostraba lo profundamente que dormía.
La respiración de Sergio aumentó, mirando los tiernos labios de la chica, no pudo evitar darle un picotazo, y su mente también imaginó cómo sería la escena después de despojarse de su ropa...
Solo de pensarlo lo emocionaba mucho.
Pero faltaba poco para que volviera a la normalidad. Si lo hacía, Dulce sólo pelearía con él con su vida.
Al llevarla hasta el ascensor, se oyeron unos leves ruidos del aparcamiento, giró la cabeza para mirar, sólo para ver un coche que entraba lentamente, y cerró el ascensor.
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