Mi Chica Melifluo romance Capítulo 149

La casa estaba vacía, Dulce cerró la puerta de su habitación de un tirón, se quitó el traje que la ataba, lo tiró despreocupadamente al suelo, volvió a tirar todo el contenido de su bolso al suelo, se sentó con las piernas cruzadas en el suelo y sumó el cambio, aún quedaban 23,78 euros. Se frotó la cara, se dejó caer de nuevo sobre la alfombra, estiró las piernas y las apoyó en el borde de la cama, pensando en los días por venir.

Todo el deseo de Dulce estaba en el asunto de golpear a Alberto ... ¡aunque era ella la que lo lanzaba!

El alcohol la aturdió y en poco tiempo se quedó dormida.

Cuando Alberto entró, estaba vestida sólo con un body negro y unas bragas, y cayó al suelo ...como si estuviera muerta.

¡Eso, por supuesto, si ignoraba sus ronquidos!

—Levántate.—Alberto le dio una ligera patada en la pierna con la punta del pie.

Dulce se despertó con un sobresalto y se levantó de golpe, con la cabeza tapada y los ojos lánguidos, ¡como un fantasma femenino vuelto a la vida!

Tras un momento de impasse, Dulce se puso en cuclillas y guardó el cambio y los artículos de aseo esparcidos por el suelo, susurrando,

—No puedes sacar demasiado dinero de tu tarjeta, dame algo de dinero para usar, la administración de la propiedad aquí también tiene que pagar la cuenta.

Alberto se sentó en el borde de la cama, con las manos apoyadas en la barbilla, y la miró en silencio.

—Alberto, he cambiado de trabajo.—Se quedó pensando un momento y volvió a mirarle.

Alberto arrugó las cejas y resopló.

El significado era obvio, dejaba que ella diera vueltas, y cuando terminaba, todavía tenía que pedirle dinero para usar.

—20,000 euros.

¡Para Alberto, 20.000 euros era solo dinero de bolsillo!

—¿Renuente?—Dulce frunció ligeramente el ceño, un poco decepcionada,—Entonces te devolveré el coche, para que no tengas que pagar el de otra mujer.

Alberto arrugó de nuevo el ceño, sus ojos se hicieron más profundos, y los dedos que pellizcaban su pequeño rostro comenzaron a hacer fuerza.

—Es un buen negocio para ti, no he conducido este auto varias veces.—dijo Dulce con cierta vaguedad.

Alberto la levantó inmediatamente sobre la cama y ella se tiró al suelo, con la cara clavada en las mullidas almohadas, y al segundo siguiente, su bofetada golpeó sus nalgas, las bragas de seda quedaron torcidas, revelando la mitad de su rosado y meloso trasero.

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