Mi Chica Melifluo romance Capítulo 94

Dulce ya no quiso cambiarse debido a la mirada de los demás.

La ropa buena o mala era nada más que un tipo de apariencia humana. Ya que se permitía el lujo de estar bien vestida, ¿por qué deliberadamente lo hacía mal para acercarse a los demás? Ella lo había intentado y nadie no la aceptó, así que ya no se obligó.

La razón por la que a la gente le gustaba una persona y la respetaba no sólo se debía a esa apariencia.

Cuando bajó del ascensor, fue recibida por todo tipo de miradas, las sorprendidas de hombres y las complicadas de mujeres; todas las como flechas voladoras que se dirigían sobre ella.

Ella mantenía la espalda recta. No había hecho nada malo, estaban legalmente casados y sólo pasaba las noches ocupadas con su marido.

Elena se quedó en la puerta con un par de ojos de los cuals tantos celos casi rebosaban. Cuando Dulce se acercó, no pudo evitar burlarse en voz baja:

—Oye, parece que anoche conseguiste algo.

Dulce dijo muy seriamente:

—Sí, buen cosecha. Elena, ¿qué tal si te presentaré otro día?

En la oficina se escuchó muchas risitas. Todos tenían ganas de ver un buen espectáculo.

A todo el mundo le disgustaba Dulce porque era una idiota de la nada y también Elena, por razones que no hacía falta decir.

—Es hora de reunión.

El Director Juan salió del interior y llamó a la puerta de cristal.

Todos se apresuraron a recoger sus cosas y lo siguieron a la sala de reuniones.

El Director Juan no se mostró altivo, y una vez que se sentó en la silla, fue al grano antes de que todos tomaran sus asientos.

—Últimamente la competencia en el sector es feroz, el rendimiento de nuestro departamento de ventas ha bajado mucho. Cuatro colegas se han ido en los últimos días, así que hay que reagrupar y reducir un equipo. González, Elena, Violeta, cada uno lidere un equipo y entregadme la lista de miembros. Todos ánimense este mes. Siempre y cuando la venta llegue a un millón, la empresa ofrece al equipo ganador la premia de un viaje de siete días a Tailandia.

Todos se callaron y miraron a Dulce, pero en este momento el Señor González habló de repente:

—Que Dulce se una a mi grupo. Es buena y bastante trabajadora.

Dulce levantó la vista sorprendida. Era el primer elogio que recibió desde que había llegado a la empresa.

El sosiego reinaba en la pequeña sala durante un rato, pero pronto volvió a llenarse de actividad. Todos tomaron sus cosas y se marcharon.

Dulce fue la última en levantarse y salió al Señor González para darle las gracias.

—Maestro, gracias.

—No hace falta que me lo agradezcas, justo tienes un pedido en la mano ahora mismo, ¿no? Deberías haber estado en ese lugar turístico, y nos tocará divertirnos allá...

  

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