Mi dulce corazón romance Capítulo 136

Ni siquiera terminó de hablar, alguien la abrazó desde detrás.

Cordelia se dio un susto, gritó y se dio la vuelta, y vio al hombre sonriendo.

—¿Aurelio? —Cordelia se relajó.

—¿Por qué no dices nada cuando vuelves? ¡Qué susto me has dado!

Ella se estaba dando palmadas en su pecho mientras hablaba.

El pijama que llevaba hoy tenía mucho escote y esta le quedaba un poco grande, bajó la cabeza y podía ver el pecho.

Aurelio le entró ganas sexuales, no dijo nada, la besó y luego le beso en el ojo y en la ceja.

Cordelia no sabía qué le pasaba hoy siendo tan entusiasta de repente, ella era delgada, él la bloqueó entre la encimera y su cuerpo, no podía ni escapar, solo podía levantar la cabeza para que hiciera lo que quería.

Aurelio la besó un buen rato y la soltó, puso su frente en su frente y se rio.

Cordelia suspiró varias veces y cuando se recuperó estaba sintiendo algo raro.

Aurelio estaba raro para Cordelia.

Normalmente, aunque era entusiasta con ella, tenía cuidado del sitio, y no haría eso en la cocina.

¿Qué le pasó hoy?

Aurelio se rio, acarició su pelo y preguntó:

—¿Has visto a la tía Daniela?

Cordelia se sorprendió.

Lo miró fijamente.

—¿Cómo lo sabes?

—Me ha venido a buscar.

—¿Para decirte lo mal que he hecho?

Aurelio era honesto, no negó y asintió con la cabeza.

Cordelia le pareció gracioso, dio un paso hacia atrás y se apoyó en la encimera, aún así estaba entre los brazos del hombre, ella cruzó los brazos y lo miró medio riéndose.

—He ofendido a tu tía quien te había criado desde pequeño, ¿entonces, presidente Clemente, ¿cómo me quieres castigar?

Aurelio levantó la ceja.

—Sí, deberías estar castigada.

Él bajó la cabeza y acercó su cara.

Cuando casi chocaban los labios, Cordelia dio un paso hacia atrás.

Miró hacia la puerta distraídamente, cuando se aseguró de que nadie estaba mirando, dijo vergonzosamente:

—¿Qué haces? ¡Otra vez!

Aurelio se rio en alto.

Él era alto, apoyó las manos en los lados de Cordelia, que casi la tapaba entera, hasta el aire era dulce.

Cordelia tenía la cara roja, ella no sabía qué quería hacer este hombre, vio que él no se movía pues le empujó con las manos.

—Sal primero, aún tengo que ver la sopa.

Aurelio le cogió de la mano.

—Mi tía tiene un mal temperamento, y la otra persona le come fácilmente la cabeza, pero ella no es mala, siento mucho por lo que había pasado hoy, no va a haber una próxima vez.

Cordelia se quedó un poco sorprendida.

Ella no esperaba que él dijera esto.

En realidad, no estaba agraviada pero sí que se sentía un poco mal, para ella, Aurelio y ella era una cosa, Daniela y ella eran otra cosa.

Por eso tampoco le importaba si él no le explicaba nada.

Pero este hombre…

El corazón de Cordelia estaba muy tibio, ya que el hombre era muy considerado.

Cordelia sonrió, y se negó moviendo la cabeza:

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