Mi dulce corazón romance Capítulo 135

Aurelio Clemente miró hacia Angelina Silvela.

—¿Ah sí? ¿Qué había dicho?

—Dice… —Angelina dudó un poco.

—Dice que Daniela es peor que los niños de la guardería, sus ojos y dedos no sirven de nada, y dice que ella es muy agresiva…

Daniela Clemente empezó a llorar para seguir su rollo.

—Aurelio, tú piensa, ¿eso es algo que me puede decir? Aunque no por la familia Clemente, ella me debería de tratar mejor porque te he criado desde pequeño, pero mira cómo me ha tratado.

Cuanto más decía más agraviada estaba, no paraba de caerle las lágrimas.

Angelina rápidamente cogió un pañuelo para que limpiara sus lágrimas, y mientras la consolaba.

—Daniela, no llores más que a Aurelio le darías pena.

Daniela cogió el pañuelo y dijo:

—¿Él siente pena por mí? En su corazón solo está esa mujer, cómo va a sentir pena por los demás.

A Aurelio le dolía un poco la cabeza.

—Tía Daniela, ¿me puede decir qué le ha dicho usted a Cordelia?

—Yo…

Daniela no sabía qué decir en ese momento, después de un buen rato dijo entretenidamente:

—¿Qué puedo decir? Tú escondes a ella y no la querías llevar a casa, solo fui a echar un vistazo por curiosidad, ¿tú crees que la voy a comer?

—¿Ah sí? ¿Solo un vistazo? —Aurelio se burló.

—¡Claro!

A Aurelio le parecía muy gracioso, y se veía claramente que ella le estaba mintiendo.

—Ya. Usted sabe perfectamente lo que había hecho, yo ya no me meto porque Cordelia se lo dejó claro, si no tenéis más cosas que decir, yo voy a seguir con mi trabajo, vosotros podéis hacer lo que queráis.

Daniela estaba muy enojada, quería decir algo más, pero Angelina la paró tirándole de la manga.

Angelina le sonrió moviendo la cabeza, Daniela paró con renuencia y se fue con ira.

Aunque Daniela se fuera, Angelina no la siguió con prisa.

Ella tenía puesto un vestido de color caqui con unas botas negras, que era muy guapa y moderna.

Ella miró el hombre que estaba detrás de la mesa, y su corazón empezó a latir muy rápido y sin ritmo.

Aurelio levantó la cabeza impacientemente porque había notado la mirada.

La miró fríamente y preguntó:

—¿Más cosas?

Angelina se quedó quieta por un segundo.

Su piel era muy blanca, y parecía estar enferma. Ella forzó a sacar una sonrisa bajo esa mirada fría.

—Nada, solo que llevamos tanto tiempo sin vernos, no esperaba que estuvieras casado, vosotros… ¿Tenéis una buena relación?

Aurelio paró de escribir, la miró fijamente, y no sabía en qué estaba pensando.

No negó responder la pregunta, y sacó una pequeña sonrisa burlona.

—Señora Angelina, ¿crees que no estamos bien?

Angelina no dijo nada, y estaba vergonzosa.

Sacó una sonrisa.

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