Al día siguiente era la fiesta de cumpleaños de Briana.
A las ocho de la noche en el Hotel Duque.
Aunque el banquete acaba de comenzar, la mayoría de los invitados ya habían llegado.
En el salón lujosamente decorado se reunían la mayoría de los prestigiosos y las celebridades de la Ciudad J. Bajo las hermosas luces de cristal, las bellas damas vestidas de sus elegantes prendas sin duda animaban mucho el ambiente.
Hoy, Briana llevaba un vestido largo estampado lavanda bordada a mano. El diseño era de tubo, el forro solo le llegaba hasta los tobillos, y por fuera estaba cubierto con capas de tul transparente que colgaba hasta el suelo. El vestido la hacía aparentar como una bella hada.
Sosteniendo una copa de vino, se movió entre la multitud para saludar de uno a uno.
Sus palabras y sus modales trasmitían finura y delicadeza. Había sido muy cortés con todos, se comportaba como una perfecta señorita de la alta sociedad.
De repente sonaron susurros de alabanza a su alrededor.
—Esta señorita de la familia Vega es tan hermosa que merece ser la artista más popular en la industria del entretenimiento.
—¡Por supuesto, no solo es hermosa, sino que también es buena eligiendo a hombres! Porque el pequeño jefe del Grupo Alfaro no es tan fácil de seducir por cualquiera.
—Pero ella también tiene su capacidad. Solo han pasado unos pocos años desde su debut para que llegue a una posición tan alta. ¿Conseguiría lo mismo otra persona?
—Desde luego que la familia Vega ha tenido mucha suerte. Con una nieta tan excelente, y con el Grupo Alfaro formando equipo, me temo que será difícil que encuentre a enemigos en la Ciudad J en el futuro.
Briana ladeó la boca con satisfacción después de escuchar las voces bajas constantes que llegaban del salón de banquetes.
Al fin y al cabo, ser acreditada por todos era algo de lo que estar orgullosa.
Los rostros de la familia Vega también estaban llenos de sonrisas, e incluso Isabel no podía dejar de estar orgullosa por los comentarios.
Miró a los invitados en el sala y volvió levemente la cabeza para preguntarle a Sebastián.
—¿Ha llegado Cordelia?
Sebastián susurró.
—Todavía no.
Isabel frunció el ceño imperceptiblemente.
Sebastián murmuró:
—Mamá, ¿puede que no venga?
—Probablemente no.
También había un indicio de preocupación en el rostro de Mabel.
—Cordelia es una persona de fiar. ¿Podría ser un atasco en la carretera o algo le pasó de repente? ¿Llamamos y preguntamos?
Sebastián se burló.
—¿Qué le puede pasar? Le avisamos hace dos días. Así que cualquier cosa lo podría haber lidiado con antelación y no dejarlo justo para ahora.
—Y tampoco es la hora pico, ¿cómo va a haber un atasco entonces? ¡Creo que simplemente no quiere venir para avergonzar a toda la familia Vega!
Ante la situación, Mabel sonrió de mala gana.
—En realidad, si ella no viera, los demás invitados no notarán nada, pero la señora Libertad Pozo...
La señora Libertad era la madrina de Olga, la madre de Cordelia, también fue la notaria de cuando Cordelia y Bosco firmaron el certificado de matrimonio.
La familia Pozo, que era la familia del marido de Libertad, también era considerada una antigua familia en la Ciudad J. Aunque su poder actual no era tan bueno como antes, todavía no había que subestimarlo, especialmente en el sector empresarial.
Después de todo, el apellido de la madre de Libertad era Silvela. Y todo el mundo en la Nación H sabía que no se podía ofender a la familia Silvela de Ciudad Principal.
Aunque la señora Libertad llevaba muchos años casada, ella siempre había estado en contacto con la gente de la Ciudad Principal, así que la familia Vega nunca debería ofenderla.
Isabel frunció el ceño y un segundo después dijo solemnemente:
—Ve, llámala y pregunta dónde está. ¡Solo di que, si no viene ahora mismo, que luego no me culpe por tratarla sin piedad!
Sebastián se animó, dijo “sí” rápidamente, y se hizo a un lado para hacer una llamada.
En ese momento, la señora Libertad se acercó con su nieto Zaid Pozo.
—¿Por qué Cordelia no ha llegado todavía? Dijiste antes que Cordelia renunció a este matrimonio voluntariamente, así que estaba dispuesta a venir y echar un vistazo. Ahora parece que fue una mentira, ¿verdad?
El rostro de los Vega cambió imperceptiblemente.
Así que rápidamente respondió:
—Sí. Vi el nombre de la señorita Cordelia en la lista.
Aurelio hizo una pausa con la mano que firmaba y asintió un momento después.
—Ve y prepara un regalo, nos vamos en un rato.
—Sí.
***
La música y la danza no paraba en la fiesta.
No obstante, la gente de la familia Vega se estaba poniendo un poco inquieta.
No por ninguna otra razón, solo porque Cordelia aún no había aparecido.
La señora Libertad envió a alguien a preguntarle a Isabel varias veces, y cada vez le decían que de inmediato vendría.
Pero al ver que había pasado más de una hora y Cordelia aún no había llegado, la señora Libertad perdió paulatinamente la paciencia, ya estaba sospechando que la familia Vega la estaba engañando.
Cuando estaba a punto de echar la ira, escuchó un fuerte ruido procedente de la entrada.
Todos voltearon la cabeza para mirar con curiosidad, cuando vieron el origen del ruido, no pudieron evitar quedarse impresionados.
«¡Dios mío! ¿Quién es esta? ¡Qué belleza!».
Cordelia lucía hoy con un vestido azul oscuro efecto cielo estrellado.
Su figura alta y esbelta realzaba ese vestido largo a la perfección. El toque del brillo de las estrellas parecía extenderse desde los pies hasta la cintura, haciendo parecer que la cintura delgada se volvía cada vez más fina.
Su rostro exquisito era deslumbrante con un ligero maquillaje. Su cabello castaño largo, ligeramente rizado y un poco esponjoso se le caía sobre los hombros, moviéndose suavemente con el movimiento de caminar.
Caminó hacia el vestíbulo y se detuvo no lejos de la puerta. Entonces miró a los invitados en el vestíbulo con su mirada gélida, mostrando un aura de indiferencia que hacía que la gente no se atrevía a acercarse a ella.
Algunos de los invitados coincidieron con su mirada y se quedaron atónitos, sintieron que le llegaban al rostro una corriente helada, de modo que no pudieron evitar sentir una sensación de querer huir del lugar.
Sin embargo, el rostro de la mujer era tan hermoso que parecía que estaban desaprovechando la ocasión si no lo miraban. Por eso, aun sintiéndose asustados, se armaron de valor para no quitarle la vista encima, deseaban poder observarla, aunque fuera solo unos minutos más.
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