Mi dulce corazón romance Capítulo 52

La espalda de Cordelia se puso rígida al instante y no se atrevió a moverse.

En la oscuridad, sus ojos se abrieron en silencio.

Ese tipo... ¿estaba realmente dormido?

Normalmente dormía con buena postura, ¿por qué era así hoy? ¿Acaso estaba fingiendo estar dormido de verdad?

Cordelia esperó un rato y no notó movimiento por detrás. El silencio inundó el dormitorio, excepto por la respiración suave del hombre que parecía tranquila y serena.

Esperó un rato, hasta que estuvo segura de que el hombre detrás de ella no se movía más, levantó la mano para coger con cautela su brazo y tratar de apartarlo.

Sin embargo, fue solo un movimiento y de repente un gemido vino detrás suya.

Inmediatamente después, todo el brazo apretó con más fuerza para rodear su cintura fuertemente.

No solo eso, sino que todo el cuerpo del hombre se pegó hacia ella, su hermoso rostro estaba enterrado en su largo cabello, como si la tratara como una almohada grande y la confinaba enteramente en su abrazo.

Su forma de sostenerla hacía que Cordelia se sintiera como si la estaban estrangulando con mucha fuerza y estaba totalmente rígida.

La suave respiración daba en su cabello y el aire caliente se precipitó sobre su cuello, despertando un temblor de hormigueo, como una ráfaga de corriente eléctrica que agitaba todo su cuerpo.

Entonces, de un momento Cordelia se quedó atónita al instante.

Sin embargo, el hombre a su espalda todavía estaba inconsciente, incluso movió la mano que tenía en su cintura para rodearla con más fuerza.

Cordelia apretó los dientes.

Tal postura ya no podía describirse con solo ambigua.

Se podía decir que era peligrosa.

No podía soportarlo más, así que no se preocupó por si le iba a despertar o no, tomó su mano y trató de apartarla.

Sin embargo, el brazo en su cintura de repente aplicó más fuerza, y no podía apartarlo ni siquiera empleando todas sus fuerzas.

Justo cuando ella trató de quitar el brazo con más fuerza, una risa llegó de repente detrás suya.

Cordelia se quedó pasmada, parecía que la risa le despertó la mente y reaccionó entonces.

Volvió la cabeza de inmediato.

Las luces se encendieron de improvisto.

Cordelia miró boquiabierta al hombre que yacía en la cama. Como le había descubierto su travesura, dejó de fingir más, pero aun así no le soltó la cintura. Puso la otra mano sobre la almohada para apoyar la cabeza y la miró sonriendo.

—¿Finalmente dejas de fingir?

El tono del hombre llevaba una sonrisa divertida.

Cordelia de repente se cabreó mucho y dijo enojada:

—¿No te habías dormido?

—Tú tampoco, ¿no?

—Yo…

Cordelia sabía que estaba equivocada y no pudo encontrar ninguna refutación, solo pudo decir deprimida.

—¿Y qué? Fingí estar dormida, pero no me metí contigo, ¿por qué finges estar dormido para meterte conmigo?

Aurelio la miró en silencio.

La mujer bajó levemente su mirada, revelando un rastro imperceptible de conciencia culpable y pánico, daba tanta pena que conseguía seducir a la gente.

Ella realmente no era buena en mentir.

Una pequeña mentira podía hacerla culpable de esa manera.

Aurelio sonrió en silencio y le preguntó:

—¿Qué has escuchado fuera del estudio esta noche?

Cordelia se sorprendió.

Levantó los ojos y lo miró.

Los ojos del hombre eran profundos y negros como una joya hermosa, bajo la luz tenue, había una especie de calma y sinceridad que llegaba directamente a los corazones de las personas.

Cordelia se sintió inexplicablemente incómoda con su mirada.

En realidad, era él quien hizo algo mal, pero lo estaba mirando con una mirada tan tranquila, ¡que parecía como si ella fuera la que hizo algo mal!

Pensando en eso, no pudo evitar estar un poco enojada.

Se armó de valor, apretó los dientes y le devolvió la mirada con fiereza.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi dulce corazón