Mi dulce corazón romance Capítulo 90

Sergio conocía la gravedad del asunto y respondió rápidamente:

—Señor Aurelio, a máxima velocidad tardaremos trece minutos en llegar.

Desde el aeropuerto hasta el Grupo Perla se tardaría una hora a velocidad normal.

Quitando lo que habían recorrido anteriormente, de lo restante se tardaría al menos cuarenta minutos en llegar. Sergio había hecho todo lo posible para comprimirlo en trece minutos.

Después de todo, un coche no era un avión, por muy bueno que fuera su rendimiento, no podría ir volando.

Aurelio obviamente lo comprendía, apretó los labios y no habló más.

En este momento, Ricardo Alfaro frunció el ceño cuando recibió una llamada de un subordinado.

—Vale, voy a preguntar ahora.

Después de colgar, llamó primero a Bosco.

—Bosco, ¿estás hoy en el Grupo Perla?

Bosco no sabía qué estaba pasando en ese momento, por lo que respondió algo dudoso:

—Sí, ¿qué ocurre?

—¿Sabes qué cliente está en la sala 8828?

—¿8828?

Bosco se sorprendió por un instante y luego sus pupilas se ensancharon drásticamente.

—Lo sé, ¿qué ha pasado?

—Apresúrate para echar un vistazo. Tampoco sé qué está pasando, pero tienes que garantizar la seguridad de esa persona, de lo contrario, toda la familia Alfaro acabaremos mal.

Bosco frunció el ceño y mostró su disgusto.

—¿Alguien le amenaza? ¿Quién podría amenazarle?

La voz de Ricardo atravesó el dispositivo con frialdad:

—Aurelio.

Bosco se quedó atónito.

De repente, pensó en algo y su expresión cambió.

—Voy ahora mismo.

Bosco colgó la llamada, se levantó, cogió su ropa y salió corriendo.

Sin embargo, antes de llegar a la puerta, Anastasia lo detuvo.

—Bosco, ¿a dónde vas?

Bosco puso mala cara.

—Tengo que salir un momento, regresaré pronto, come primero con la señorita Leila.

Anastasia se negó y mostró su disgusto.

—¡No! Habíamos quedado en cenar juntos y ahora me dices que te vas en medio de la cena. Bosco, hoy es mi cumpleaños, digas lo que digas, no te puedes ir.

Bosco estaba algo impaciente.

—Algo ocurre en la sala de Cordelia, me acerco para echar un vistazo. Está solo a dos pasos y volveré en nada.

La expresión de Anastasia cambió ligeramente cuando escuchó sus palabras, se detuvo frente a la puerta con más terquedad y apretó los dientes diciendo:

—No, no puedes ir.

Bosco frunció más el ceño y miró con recelo a Anastasia.

—Anastasia, ¿hiciste algo a mis espaldas?

Anastasia no estaba muy convencida, sus ojos brillaron y se enderezó diciendo,

—No, sólo que no quiero que vayas a buscar a esa mujer. Además, Leila está aquí y te vas a buscarla. ¿Cómo puedes hacer esto?

Leila sonrió avergonzada.

—Anastasia, no digas eso...

Sin embargo, Anastasia no la hacía caso, cuanto más lo decía, más agraviada se sentía.

—Bosco, Briana sigue en el hospital y perdió el bebé por su culpa. Y la sigues defendiendo. ¿Te consideras un hombre?

Bosco frunció el ceño, respiró hondo y dijo:

—Papá me ha llamado hace un momento y dijo que Aurelio amenazó a la familia Alfaro. Sospecho que Cordelia se encuentra en peligro.

Leila se sorprendió y su rostro cambió ligeramente.

Anastasia se motivó al instante.

—¿Qué dices? ¿Aurelio nos amenazó por esa perra? ¿Qué tiene de bueno? ¿Vale la pena hacerlo por una puta abandonada?

Bosco se enfureció.

—¡Anastasia! ¿Qué tonterías estás hablando?

Anastasia se estancó.

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