Mi dulce corazón romance Capítulo 94

Cordelia ni siquiera recordaba cuándo había sido rescatada por Aurelio y se olvidó por completo de todo lo que había sucedido posteriormente.

Entre el efecto del alcohol y la medicina, ¡le seguía doliendo la cabeza!

Aurelio la vio golpearse la cabeza con el puño, frunciendo el ceño con una mirada aturdida, y tuvo un mal presentimiento.

—No me digas que no recuerdas lo que pasó anoche.

Cordelia lo miró estupefacta y dijo:

—No, lo recuerdo. Había caído en la trampa de Anastasia en el Grupo Perla, fui drogada y trajo a cuatro hombres para violarme, pero los reventé a todos.

Los párpados de Aurelio se movieron bruscamente.

—¿Y luego?

—¿Luego?

Cordelia lo miró confusa.

—Luego... ¿Me salvaste?

—¡Je!

Aurelio se dio una risa maliciosa, cogió el abrigo y se fue tan apresuradamente que ni la abrazó para comer.

—¡Oye! ¿A dónde vas? ¡Aún no me lo has respondido!

Y la respondió con el sonido de cerrar la puerta.

Cordelia se acarició la nariz pensativa, y sentía que este hombre tenía un temperamento muy peculiar.

Al segundo estaba sonriendo y al siguiente ya estaba enfadado.

«¡Es totalmente inexplicable!».

Pero ahora no tenía ganas de preocuparse por él, tenía mucha hambre por estar agotada de la noche anterior.

Ella apretaba los dientes bajándose de la cama, tardó bastante para llegar a la mesa y se sentó en la silla.

Aurelio le había preparado un desayuno muy variado, que incluía sopa, bollos y porras. Todos eran sus favoritos.

Cordelia estaba muy llena, se recuperó bastante tras haber comido. Ya no le dolía tanto y fue al baño para lavarse la cara.

Le habían preparado vestimentas de mujer en la cama, Cordelia se cambió y salió al dormitorio.

Pensó que Aurelio se habría ido, estando tan enfadado.

Sin embargo, tan pronto como salió del dormitorio, vio a Aurelio sentado en el sofá trabajando con el portátil.

Cordelia se alegró al instante.

—¡Así que no te fuiste!

El rostro de Aurelio seguía disgustado y la resopló con frialdad.

Cordelia se apresuró a acercarse y se sentó a su lado.

—Estaba bromeando contigo, ¿cómo iba a olvidarlo? ¡Gracias por haberme salvado anoche!

La mujer le tiró de la manga con una agradable sonrisa y Aurelio la miró con una sonrisa sarcástica.

—Por fin, sé qué tipo de persona eres.

—¿Qué? ¿Qué?

—¡Je! Siempre que me necesitas, me llamas cariño. Y cuando no me necesitas, pides que te respete y que mantengamos la distancia... ¡Qué mujer!

Cordelia se quedó sin voz.

Aurelio cerró el portátil y se puso de pie.

—¡Sergio!

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