Mi Esposa Astuta romance Capítulo 125

Leila seguía siguiendo a Lorenzo, pues nunca pudo reconciliarse con el hecho de que Lorenzo hubiera elegido a Camila en lugar de a ella. Tenía que alejar a Camila, ¡porque Lorenzo sólo podía pertenecerle a ella!

Lorenzo, sin embargo, era un gran conductor. En pocos segundos, su coche desapareció de la vista de Leila. Ella quiso seguirlo, pero no logró identificar su ubicación. Ni siquiera se dio cuenta de que se había saltado un semáforo en rojo.

¡Bip bip!

—¿Cuál es tu problema? ¿No has visto la luz roja? ¿Tanto quieres matarte?

Los otros conductores empezaron a pitar y a lanzar improperios a Leila, lo que la hizo entrar en razón.

Leila pisó el freno y el coche se detuvo. Mojada por el sudor frío, jadeaba con fuerza y ahora se daba cuenta de que podría haber muerto hace unos segundos.

Cuando Leila por fin se calmó, el coche de Lorenzo ya no se veía por ninguna parte, y sólo estaba su coche en la carretera.

¡No puede ser!

¡Ella no se rendiría así!

Que haya perdido la pista de Lorenzo no significa que no pueda llamarle.

Y al segundo siguiente, llamó a Lorenzo.

Lorenzo aceleró el coche demasiado repentinamente para que Camila pudiera reaccionar. Como el coche dio un giro brusco, salió despedida hacia el asiento del conductor y así cayó en los brazos de Lorenzo.

—Parece que me he portado tan bien esta noche que no puedes esperar a lanzarte sobre mí, ¿verdad?

Lorenzo estiró el brazo derecho y rodeó a Camila con calma, su voz sonora resonó en el coche.

—Sr. Cambeiro, tengo que advertirle que es peligroso conducir así. Sé que es un gran conductor, pero por favor, no vuelva a hacer eso a menos que un fantasma venga detrás de usted, ¿lo hará?

Camila respiró hondo y se soltó del brazo de Lorenzo.

—¿Un fantasma? No he visto ninguno, pero ahora hay una zorra sentada a mi lado.

Lorenzo se rió a su pesar.

—Eres un...

Camila se quedó sin palabras. Pero, de repente, el coche volvió a tomar una curva y se dio cuenta de que algo estaba pasando.

—Espere, Sr. Cambeiro. No creo que estemos de camino a la finca privada. Estamos en un camino extraño. ¿Nos estamos perdiendo? —preguntó Camila con ansiedad.

—¿Te estás riendo de mí, chica?

Lorenzo se rió, levantó la mano y frotó la cabeza de Camila con cariño, continuando:

—Llama a Alina y dile que estamos bien y que no volveremos a la finca privada esta noche.

—¿No vamos a volver a la finca privada? ¿Me vas a llevar al hotel? No, no tengo mi tarjeta de identificación conmigo.

le recordó Camila a Lorenzo, con sus ojos claros brillando.

—¿Estás deseando pasar la noche conmigo en una habitación de hotel?

—¡En absoluto!

—¿Por qué lo niegas con tanto ahínco? No vamos a ir al hotel, porque tengo otras casas donde pasar la noche. No voy a mis otras casas a menudo, pero las criadas las limpian regularmente. No te preocupes.

No era nada nuevo que un magnate de los negocios como Lorenzo tuviera varias casas. La mayor parte del tiempo, Lorenzo se quedaba en la finca privada con su abuela, pero de vez en cuando, iba a una de sus otras casas para pasar la noche.

—¿Tenemos que ir a una de tus otras casas? —preguntó Camila nerviosa.

—Tienes muchas cosas en la cabeza, mi pequeña princesa. ¿Crees que debo hacerte algo en tu noche de cumpleaños?

—Ya que lo estás deseando, tengo que satisfacerte. Si no, me llamarían marido irresponsable, ¿no?

Lorenzo bromeó, sonando como si estuviera de buen humor.

—Hola, Alina, soy Camila.

Camila no quería continuar la conversación que la hacía sonrojar, así que sacó su teléfono y llamó a Alina inmediatamente.

—Mi buena Camila, ¡feliz cumpleaños! Hoy cumples un año más. ¿Disfrutaste el día?

La amable voz de Alina llegó desde el otro lado de la línea.

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