Mi Esposa Astuta romance Capítulo 146

Mientras tanto, tanto Lorenzo como Camila permanecieron en silencio dentro del coche.

El aire parecía estar congelado.

—Lorenzo, ¿te estás enfadando? —preguntó Camila con voz suave. Por su cara pudo ver que estaba de mal humor.

—Estoy seguro de que puedes saber la respuesta —Con la mirada fija hacia delante, Lorenzo respondió mientras conducía.

—Escucha, no sé que tu tía es en realidad la presidenta del Instituto de Formación. Tampoco sé que Daniel es tu hermano. Lo he conocido antes. Pero no sabía su nombre en ese momento —Dijo Camila.

—Pero estaban trabajando juntos —Lorenzo le echó una mirada.

No sabía cuándo Daniel había llegado a Ameriart. Tampoco sabía lo que Daniel iba a hacer.

—Daniel empezó a trabajar en el Instituto de Formación antes que yo —Camila explicó con sinceridad.

—¿Se conocían?

—No. Todo lo que sabía era que trabajaba en el Instituto. Además de eso, no sé nada de él. Ni siquiera sabía su nombre hasta hace un momento. Me encontré con él un par de veces cuando me hizo algún favor —Camila nunca pensó que hubiera algo sospechoso en Daniel.

Sin embargo, Lorenzo siguió frunciendo el ceño. Entrecerró ligeramente los ojos mientras hacía una mueca.

Conocía bien a Daniel, que tenía fama de ser difícil de alcanzar entre la clase alta. En realidad, Daniel parecía mucho más distante que Lorenzo. Sin embargo, Camila era una excepción y Daniel estaba dispuesto a ayudarla más de una vez.

¡Qué cambio tan repentino! O tal vez tal cambio sólo se produjo por el bien de Camila.

Es más, ni siquiera le dijo su nombre hasta hace un momento.

Al pensar en eso, Lorenzo se aceleró de repente.

El coche, cuyo motor fue modificado, empezó a galopar a toda velocidad.

—¡Ahhh! —El corazón de Camila casi se saltó un latido.

Su cara se puso pálida mientras gritaba con las dos manos agarrando el mango por encima de su cabeza.

—Lorenzo... más despacio... por favor... ¡voy a vomitar!

Sin embargo, Lorenzo simplemente lo ignoró. Siguió conduciendo a toda velocidad, frunciendo el ceño. Una expresión horrible apareció en su rostro.

—Lorenzo, debe haber un malentendido. Sé que estás loco. Pero yo también lo estoy. Ni siquiera lo sabía hasta que asistí al banquete. ¡No quise engañarte! ¡No hice nada malo!

—Escucha, si insistes en que todo es culpa mía. ¿Por qué no reflexionas sobre lo que has hecho? Recurriste a tu tía para que admitiera a Leila en el Instituto de Formación. Al menos yo nunca he hecho nada parecido. Es más, le diste apoyo financiero a Leila para que empezara a estudiar en el Instituto. Ni siquiera te culpé por eso.

—¡Oye, si sigues siendo irrazonable, me voy a enfadar! ¡Déjame repetirlo otra vez! Lo creas o no, no hay nada especial entre Daniel y yo. ¡Nada!

Su rostro se había vuelto espantosamente pálido al estar totalmente abrumada por las náuseas. Los latidos de su corazón estaban desbocados.

El aire se volvía aún más intenso. Sin duda, iba a ser la discusión más acalorada entre ellos desde que se casaron.

Lorenzo sintió que se ahogaba. Se quitó la corbata y se desabrochó la parte superior de la camisa.

La intención de Valentina estaba siendo demasiado obvia para ser ignorada: estaba organizando una cita a ciegas entre Daniel y Camila.

Lo que más odiaba era que hubiera alguien más que se aprovechara de la persona que más apreciaba.

Lorenzo respiró profundamente. Luego se volvió para mirar a Camila, cuyo rostro permanecía pálido mientras se aferraba al mango con ambas manos. Sus labios se apretaron con fuerza mientras fijaba los ojos en sus propias manos. Su frente empezó a sudar de pánico.

Sin embargo, seguía luchando por contener su miedo. Aunque atormentada por el horror, mantuvo el silencio todo el tiempo posible.

Pero pronto, Lorenzo se recompuso. Aunque siempre había sido sereno y razonable, en realidad se descontrolaba cuando se dejaba llevar por la locura, sin importarle en absoluto la seguridad.

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