Mi Esposa Astuta romance Capítulo 153

¿Qué ha dicho?

¿Divorcio?

¿Le propuso literalmente el divorcio sin dudarlo?

—¡Lorenzo, será mejor que te lo pienses dos veces antes de decirlo! ¡Me he preocupado por tu salud las 24 horas del día! ¿Cómo has podido...? —Las lágrimas se agolparon en sus ojos. Comenzó a sollozar mientras lo miraba con desprecio.

—¿Cómo puedes ser tan poco razonable?

—¡Puedo doblar la regla a mi antojo si quiero! Hay tantas mujeres bonitas en el mundo. ¿Por qué debería elegirte a ti en vez de a ellas? Estás siendo muy engreído contigo mismo, ¿eh? Mientras yo lo desee, ellas estarán dispuestas a hacer cola para complacerme —Lorenzo la inmovilizó en el sofá con su mano agarrando su bella muñeca.

Camila se esforzó por contener las lágrimas. Quería hacerse la dura al enfrentarse a él. Sin embargo, sus ojos se pusieron doloridos y sus pestañas no pudieron evitar temblar débilmente.

—¡Cómo te atreves a engañarme! ¡Aunque me divorcie de ti, nunca podría ser su turno! Cuando tienes aventuras con él, ¿has pensado alguna vez que me vengaría de los dos a toda costa? ¡Los dos sufriréis definitivamente algo peor que la muerte!

Sus ojos se volvieron sanguinolentos. Al segundo siguiente, le arrancó la falda.

—¡No! ¡Lorenzo, para! —Camila seguía forcejeando. Sin embargo, estaba fijada con fuerza en el sofá.

—¡Camila, escucha, estoy ardiendo de ira! ¡Deja de resistirte! Dime, ¿te has acostado alguna vez con Daniel? Por eso sigues resistiendo porque tienes miedo de que me dé cuenta, ¿verdad? —Lorenzo seguía jadeando, parecía mortalmente horrible en este momento.

Al oír eso, Camila sintió que el corazón le daba un vuelco.

¿Volvió a recaer en el trastorno mental?

Camila decidió evitar irritarlo. Además, su situación mental estaba empeorando. Obviamente, estaba al borde del colapso.

Aunque impulsada por el agravio, Camila tuvo que tragárselo con la lágrima que corría por su mejilla.

Agitado, Lorenzo no pudo controlarse. Empezó a manosearla por todas partes.

Pronto, enterró la cabeza contra su cuello, jadeando. Los latidos de su corazón se desbocaron.

Sin embargo, de alguna manera se sintió afortunado al notar que Camila aún le pertenecía en este momento.

—Camila, eres mi esposa. No sé si quieres guardarme un secreto. ¡Lo que se ha ido, se ha ido! ¡Si te atreves a engañarme, me divorciaré de ti siempre que lo desee! ¡Puedo conseguir las damas que quiera! Será mejor que te lo pienses! —mientras murmuraba, empezó a besarle el cuello.

Temblando ligeramente, Camila permaneció en silencio.

Pronto, Lorenzo se dio cuenta de que le pasaba algo. Al levantar la cabeza, vio su pálido rostro cubierto de silenciosas lágrimas.

De alguna manera se sintió desgarrador.

Aunque estaba derramando lágrimas con tristeza, se las arregló para no hacer ningún ruido.

Se sintió como sorprendido por un rayo al ver su lamentable mirada.

Pronto se recompuso. No podía creer que se estuviera convirtiendo en un monstruo.

Por Dios, Camila iba a arder de odio, supuso.

Incluso él mismo odiaba lo que había hecho hace un momento.

Después de enfriarse, vio tiras de tela esparcidas por todo el suelo.

Mientras tanto, su cuerpo estaba negro y azul.

¡Qué horror!

Al segundo siguiente, se sintió abrumado por la culpa.

Tuvo ganas de pedir disculpas. Sin embargo, se encontró ahogado.

Lorenzo se levantó de repente con la mano presionando el cristal a su lado.

¡Bang!

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