Mi Esposa Astuta romance Capítulo 156

Camila reflexionó durante un rato. Estaba asustada. ¿Qué demonios quería hacer el hombre que estaba entre bastidores?

Cuando la madre de Lorenzo murió, él debía ser muy joven. Aunque no quería mencionarlo, eso no significaba que lo hubiera olvidado. Las heridas que sufrió en la infancia le llevarían toda una vida para sanar.

Aunque Lorenzo había alcanzado el éxito en los negocios, seguía siendo un ser humano después de todo. No quería que su amada conociera el oscuro pasado de su infancia.

—No te preocupes. Lo sé. No importa qué método utilicen los demás, no diré ni una palabra. Sólo confío en ti.

Camila miró a Lorenzo y le habló con sinceridad.

Besó a Lorenzo con cautela. Sus pequeñas manos bajaron y se detuvieron en la toalla que rodeaba su cintura. Dudó y la apretó con fuerza.

—Camila, mi amor...

Lorenzo no era un tonto. La reacción de Camila demostró que le había aceptado. En el pasado, le evitaba y era muy tímida, lo que era completamente diferente a lo de hoy.

Camila fue como una buena medicina, que curó al instante el dolor del corazón de Lorenzo. Los dos disfrutaron en la cama.

—Sr. Lorenzo, ¿qué día es hoy? ¿Por qué ha querido venir hoy a la Escuela de Medicina de Capttar? ¿Y por casualidad nos ha visto a Daniel y a mí juntos? ¿Es una coincidencia? Realmente no lo creo.

Camila estaba recostada perezosamente sobre el fuerte pecho de Lorenzo. Era tan mansa que parecía un gatito.

—Iba a recogerte para ir a casa. Luego recibí un mensaje de texto y un vídeo de Leila, así que entré. Entonces vi la escena en la que te retenía.

Lorenzo abrazó a Camila suavemente y le acarició la espalda. Para demostrar lo que decía, encendió su teléfono móvil, encontró el vídeo y se lo entregó a Camila.

Camila cogió directamente el móvil y pulsó el vídeo. Efectivamente, como dijo Lorenzo, los ángulos de la foto y el vídeo eran muy ambiguos. Ella y Daniel no hicieron nada, pero en la foto parecían abrazados.

¡Leila!

¡Fue la conspiración de Leila otra vez!

—Sr. Lorenzo, a usted le gusta mucho Leila. De hecho, todavía tiene su número de teléfono. ¿Está deseando que pase algo?

Camila hizo una mueca, dejó el teléfono en la mesilla de noche, se dio la vuelta con un poco de fuerza y se apretó sobre Lorenzo. Le presionó los hombros, mirándolo fijamente.

Lorenzo contuvo la risa y observó a Camila fingiendo estar enfadada. Al ver su cara de enfado, Lorenzo se sintió muy divertido.

—¡Ya que estás tan enfadado, la pondré en la lista negra inmediatamente, por si vuelve a dar problemas!

Lorenzo levantó la mano para coger su móvil.

—Hmph, ya que eres tan franco, puedo perdonarte esta vez. No la pongas en la lista negra. Déjala presumir por un tiempo, no sea que nuestra vida sea demasiado aburrida. Pero si hace todo lo posible por seducirte, debes decírmelo inmediatamente. ¡Esta zorra! No creo que no pueda darle una buena lección.

Camila cogió el teléfono y lo dejó a un lado.

—Cariño, ahora eres muy atrevido. ¿Te atreves a ser tan presuntuosa? Tengo que darte una buena lección.

Lorenzo levantó ligeramente las cejas, la abrazó por la cintura y la levantó de golpe.

—Ejem, esta vez, es tu propio problema. ¿Por qué no sabía que eras un hombre tan obediente y manso? ¿Qué relación hay entre tú y Leila? ¿Realmente la crees? Soy tu esposa. ¡No me crees! ¿Qué soy yo para ti?

Camila no esperaba que Lorenzo hiciera esto. Se sonrojó y tosió ligeramente. Luego se dio la vuelta apresuradamente para acostarse.

—Bueno, me equivoqué.

Al oír la dulce voz de Camila, Lorenzo se giró ligeramente hacia un lado y la besó ligeramente.

—Te lo digo por última vez. Salvo tú, no me enamoraré de ningún hombre, incluido Daniel. No puede pasar nada entre nosotros, no sólo ahora, sino también en el futuro.

—Creo en ti. Tienes que aprender a confiar en mí. Mi fuerte respaldo eres tú. ¡Le daré una lección a Leila para que se dé cuenta de la realidad!

Lorenzo sabía que Camila siempre había sido inteligente y astuta. Incluso cuando la situación era la peor, ella tenía una manera de resolverla con su propia sabiduría. Nunca había hecho daño a nadie. No discutía con él cuando se enfadaba o era impulsivo.

Sólo cuando Lorenzo se calmaba por completo, Camila le hablaba. También hablaba con mucho tacto y no dejaba que el otro se avergonzara. Cuando su estado de ánimo mejoraba, ella le engatusaba.

El beso de Lorenzo se paseó por la piel clara de Camila.

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