Alguien llamó a la puerta del cuarto de baño suavemente.
Lorenzo bajó el chorro de agua, se acercó a la puerta, la abrió y vio la figura de Camila.
—¿No estás muy cansada? ¿Por qué estás levantado?
Los ojos de Lorenzo estaban un poco escarlatas y su voz un poco apagada.
—Es por tu culpa. Ya no puedo dormir...
—Jajaja, ¡culpa de la sopa afrodisíaca!
Camila fue al baño con una camiseta de Lorenzo y fue arrastrada por él, salpicando el chorro y mojando su camiseta.
Sin esperar a que ella reaccionara, Lorenzo le rodeó la cintura y la besó de forma incontrolable.
Camila le envolvió con fuerza para que no se cayera.
Una vez más se entrelazaron...
—Cariño, otra vez.
La voz de Lorenzo se volvió ronca.
Al día siguiente.
Cuando Camila se despertó, eran casi las nueve. La brillante luz del sol se colaba a través de la mosquitera.
El lugar donde dormía Lorenzo ya estaba vacío.
Ni siquiera se dio cuenta de que él se había levantado.
Ellos habían hecho durante casi toda la noche, y ella no pudo aguantar más.
¿Pero Lorenzo ya se había levantado y se había ido a trabajar?
Ella se levantó con dolor y se colocó frente a la gran ventana de cristal, observando el piso de abajo y los empleados de Grupo Cambeiro, habían venido aquí uno tras otro.
«Madre mía... »
Camila recordó de repente que no estaba en casa, sino en la sala de descanso del presidente, donde habían hecho el amor toda la noche.
«Es mi responsabilidad por haberle preparado una sopa afrodisíaca... »
Cuando Camila terminó de lavarse, se oyó el sonido de la puerta.
«¿Podría ser Lorenzo entrando?»
—Cariño... —ella lo saludó alegremente.
Lo que llegó fue una mujer...
Era joven y guapa, con una buena figura y parece recién graduada.
—Hola señora, soy encargado de ordenar la habitación del presidente, dispuesta a coger la ropa a la tintorería.
La empleada no esperaba chocar de frente con Camila y se quedó paralizada por un momento.
—Vale.
Camila se hizo a un lado.
Ella pensó que esta mujer era muy nueva para ella.
—¿Qué te pasa? —por detrás, la tomó en sus brazos.
—¡Vete!
—Vaya, hace unas horas, aún estabas en mis brazos, encariñado conmigo.
Lorenzo estaba desconcertado y le dio un beso.
—Incluso el personal encargado de la limpieza es chica joven, guapa y bien formada. ¡Eres tan feliz!
Camila se hinchó de ira y habló de forma celosa.
—Tengo curiosidad por preguntar, ¿a quién te refieres?
Lorenzo realmente no lo sabía.
—Es una belleza. ¿No puede saberla? ¡Lo primero que hizo fue recoger tu ropa interior y lavarla!
Lorenzo nunca prestó atención a estos detalles ni preguntó por asuntos tan triviales.
—¿De verdad? ¿Dejaste que lo tocara?
—¡Claro que no, se lo arrebaté!
—A ver.
—Cariño, antes fuiste a comprar ingredientes para una sopa afrodisíaca y ahora me agarras la ropa interior con una limpiadora. Jajaja, ¿no te da vergüenza?
Lorenzo echó una mirada hacia el calzón en las manos de Camila, sin esperar que lo lavara ella misma.
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