Mi Esposa Astuta romance Capítulo 214

«No puedo creer que haya perdido la vista... ¿Por qué? ¿Por qué Camila no lo ha mencionado? ¿Podría ser por Loto de tinta?»

Lorenzo quería avanzar pero no podía dar un paso, porque su mente era un caos.

—¿No puedes ver? Entonces es demasiado peligroso para ti salir sola, ¿dónde está tu familia?

La Señora del frutero habló con preocupación.

—Me puse en contacto con mi marido.

—Pues, espérale aquí.

La Señora dijo antes de marcharse.

Si no lo hubiera dicho, la Señora habría pensado que ella acababa de graduarse en la universidad.

Camila ya no podía ver nada, y solo el sonido a su alrededor la rodeaba.

—El semáforo está en verde, ya puedes adelantar— una voz murmuró junto a Camila.

Lorenzo siguió en silencio a Camila. Su corazón le dolía mucho, pero solo podía contener desesperadamente sus emociones.

¡Qué miedo debía tener una chica en una calle extraña!

Avanzó tímidamente poco a poco con cara pálida y manos apretadas.

Antes, los ojos de Camila eran tan brillantes como las estrellas, sus manos se alzaron con confianza, y en el momento en que lo vio, se comportó de la misma manera linda que lo haría una niña pequeña.

Antes era una chica muy simpática.

Lorenzo quería ignorarlo todo, estrecharla entre sus brazos y decirle que no tuviera miedo, que él estaba allí para protegerla.

Pero no, no podía darle a Camila ninguna esperanza.

En absoluto no.

Esto solo la perjudicaría.

Camila sintió que había llegado al borde del camino y suspiró aliviada.

Como tenía una fuerte premonición, ella se dio la vuelta con tanta violencia que asustó a Lorenzo.

—Señor Lorenzo, eres tú, ¿verdad?

Los ojos de Camila, originalmente apagados, por fin tenían luz, como si hubiera visto la esperanza.

«¡Debe ser Lorenzo!»

Lo conocía bien, así que, ¡no debía equivocarse!

—Puedo oír tus pasos. Me has estado protegido en silencio, ¿verdad?

Lorenzo estaba sofocado. La quería mucho, pero tenía que alejarla. Prefería no verla para siempre que Camila moriría por su culpa.

—¡Mira! ¡Son Camila y Señor Lorenzo!

—¡Oye! ¡Qué suerte! No puedo creer que pueda verlos.

—¡Qué pareja tan perfecta!

Camila levantó lentamente la mano.

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