Mi Esposa Astuta romance Capítulo 32

—Manuela, ¿dónde está Ariana? Debería venir con ella, ¿no? ¿Qué ha pasado? —Pablo suspiró y la vistió con su chaqueta de traje.

—Gracias. Estoy bien —Manuela forzó una sonrisa para responder.

—Bueno, ¿necesitas un médico? Puedo pedirle a mi médico de cabecera que te haga una revisión. Puedo conseguirte un vestido nuevo y creo que necesitas cambiarte. Te ves demasiado torpe para aparecer en público ahora mismo.

Manuela estuvo a punto de negarse. Pero al pensarlo dos veces, se vio en la necesidad de cambiarse primero.

Pablo la llevó a la suite reservada para él por motivos de seguridad. Le dijo que descansara un rato. Luego se fue para ocuparse de algunos asuntos privados.

Después de que él saliera de la suite, Manuela se levantó y miró la suite con curiosidad. Se asombró al notar la vida tan privilegiada que llevaba.

Tanto el cuidador principal como un sirviente que trabajaba para la familia Amengual no tardaron en llegar. Le trajeron un vestido nuevo con envoltorios intactos del armario de Ariana. El cuidador le limpió la herida y se marchó con respeto después de darle algunos consejos.

Manuela entró en el baño. Se duchó y se arregló de nuevo. Se puso el nuevo vestido y se miró en el espejo. El deseo de venganza empezó a crecer en su mente.

Había sido humilde, pero aun así Ariana la acosaba. Al pensar en eso, el odio contra ella se hacía más fuerte.

En realidad, Manuela había planeado enrollarse con Tomás, el prometido de Ariana. Pero ahora ha cambiado de opinión y ha decidido dedicar más esfuerzos a Pablo. Tenía la intención de ser la madrastra de Ariana. Si lo conseguía como ella deseaba, podría ver la oportunidad de vengarse.

...

Dos horas después, Pablo empujó la puerta para entrar. Estaba mareado por haber bebido demasiado con sus amigos.

Desde la dura disputa con su mujer, Amaya, llevaba mucho tiempo viviendo en esta suite lejos de casa. Tampoco tenía intención de volver a casa esta noche.

El matrimonio entre ellos había estado en una situación horrible. Además, seguía echando de menos a Eva, la madre de Camila, desde el fondo de su corazón. Así que la brecha entre ellos se había abierto.

Su teléfono seguía sonando. Sabía que era una llamada de su mujer. Pero se limitó a apagar el teléfono.

Ahora le recordaba una vez más a Eva, que le abrumaba la mente en ese momento.

Cada vez que recordaba el pasado, se sentía asfixiado. Eva había sido tierna y considerada. Ni siquiera hubo una pelea entre ellos desde el principio de su matrimonio hasta el final del divorcio.

Camila se parecía tanto a su madre que Pablo ni siquiera tuvo el valor de mirarla a la cara, temiendo que le recordara la dolorosa historia una vez más.

Manuela respiró profundamente y se lanzó a sus brazos.

Dirvenido por la borrachera, Pablo la confundió con Eva. La cogió en brazos y entró en el dormitorio.

...

El escándalo entre Manuela y Ariana se había difundido por toda la ciudad. Camila no pudo evitar burlarse al pensar en ello.

Aunque Manuela seguía siendo más bondadosa que Ariana, todavía parecía estar ávida de algo que pertenecía a otros. Por eso siempre era acosada por Ariana.

—¡Un hombre con riqueza y privilegios como él puede conseguir las damas que se le antojen! ¡No seas tonta! ¿Todavía crees que mantendrá su propia virginidad sólo para ti para siempre? ¡Vamos, sal de tu ensoñación antes de que te rompan el corazón!

Por supuesto, Camila también era consciente de ello.

Todavía recordaba a la mujer que contestó su llamada a Lorenzo cuando éste estaba de viaje de negocios hace unos años. Nadie podía tocar su teléfono si no era de su confianza.

—He visto lo que necesitaba. ¿Estás satisfecho ahora? No soy una persona que llore por el pasado. Tampoco me gusta recordar la vieja historia. Lo que sea. No seré tu novia. Jamás. Deja de perder el tiempo conmigo —se quejó Camila con obstinación. Su voz parecía sollozar.

—De acuerdo, como sea. Por cierto, estoy a punto de casarme con tu hermana. Acuérdate de asistir a la ceremonia —Tomás la miró fríamente. Luego se marchó con decisión.

No fue hasta que Tomás desapareció de su vista que respiró aliviada. Se sintió impotente y abrumada por todo lo relacionado con Lorenzo.

—¡Te he dicho que traigas los cigarros a la sala! ¿Por qué te quedas quieta? —El encargado la confundió con una camarera al ver que llevaba tanto tiempo parada en la puerta. Le metió los cigarros en los brazos. Antes de que ella pudiera reaccionar, la llevó a la habitación.

—Caballeros, por favor, sírvanse algunos cigarros. Y por favor, háganme saber si necesitan algo —El gerente dejó escapar una sonrisa de disculpa en caso de que aquellos nobles invitados se molestaran. Antes de marcharse, le insinuó a Camila como advertencia de que debía servirles bien.

Camila se sentía cada vez más avergonzada de estar aquí. No tenía ni idea de qué hacer.

—Oye, ¿qué pasa? Lorenzo, mira, ¡tienes un viejo amigo aquí!

Isaac, un amigo de Lorenzo, había visto a Camila antes. Pero no sabía por qué se presentaba como una camarera. Así que tomó la iniciativa de burlarse de ella.

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