Mi Esposa Astuta romance Capítulo 398

—¿Lo que has hecho no sabes?  

—¡No hagas esas calumnias que no tienen ningún sentido!

—Si mi madre o mi abuela son poco amables conmigo, serías tú quien hace los trucos.

—¡Puedo prometerte que me comprometeré contigo, y es imposible cancelar este asunto!

La voz de Pascual era sombría, odiando tanto como para matar a Paola, con un fuerte sentido de advertencia.

Hubo el sonido del teléfono colgado.

¿Cuándo se volvió tan terca en sus tácticas?

¿Acuso?

¿Calumnia?

¿Creía que todavía era una niña de pocos años?

¿Simplemente ir a acusarlo ante sus padres?

¿Él no tenía cerebro para pensar en ello, o ella era simplemente estúpida?

Con un fuerte dolor de cabeza, Paola respiró profundamente y llamó a Ignacio por teléfono.

El otro lado recibió la llamada en casi segundos.

—¿Terminaste de elegir tu regalo?

La voz del hombre era suave.

—Bueno, te envié la ubicación, ven a recogerme.

Paola habló con desgrado.

—Al otro lado del callejón, se acabó de armar un escándalo, que estaba rodeado de mucha gente. Y la gente se está dispersando ahora.

La voz del hombre destilaba una risa.

¿El lugar que acababa de ser rodeado?

Su atención se centraba en el teléfono ahora mismo, y aunque sabía que había mucho jaleo por allí, no le dio mucha importancia.

Paola encontró rápidamente su objetivo, no porque tuviera buena vista, sino porque el coche de Phantom de Rolls Royce era muy llamativo.

Era difícil no fijarse en un coche de lujo aparcado a la vista de todos en un lugar donde sólo había bicicletas.

Paola tenía la sensación de que la persona que conducía era Ignacio.

Se acercó rápidamente al apuesto y extraordinario hombre que hacía tiempo que había bajado del coche y abrió la puerta.

¿Podría este hombre ser más discreto?

Un coche de lujo con un hombre guapo, ¿Qué revuelo quería causar?

—¿Tu nuevo coche?

Recordó el coche de la noche anterior, que era diferente a éste, antes él conducía un Cayenne.

Pero el actual era un Phantom, ¿qué estaba pasando?

—Eso...

Paola se subió al asiento del copiloto y miró a Ignacio, que acababa de subir y cerrar la puerta.

—El coche de hoy es el de Lorenzo, y el que conduje ayer era el de Andrés Pousa.

Ignacio sabía a qué se refería Paola y habló tranquilamente.

¡¿El coche que conducía hoy era en realidad el coche del señor de la familia Cambeiro, Lorenzo?!

¿Cuándo conoció a él?

—¿Te atreves a decirme que personas de diferentes círculos pueden jugar juntas? ¿Crees que soy estúpida? Tus amigos conducen coches de más de diez millones de dólares, ¿puedes ser un tutor normal y corriente?

Paola miró fijamente a Ignacio.

—El mundo es grande, no hay nada extraño, solo con mi inteligencia, puedo incluirme en el círculo de ellos —dijo a la ligera.

—¿No puedes pasar desapercibido ya que has venido a este tipo de lugar?

Paola suspiró.

—Conozco bien el garaje de los dos hombres, y el Rolls Royce ya se considera muy común y corriente. Los otros son coches deportivos, no es tan normal como este.

Ignacio lo pensó.

Cualquiera que estuviera familiarizado con Paola sabía que Ignacio era su tutor, responsable de todas sus tareas escolares y conocimientos que un heredero debía tener.

Ahora que estaba vestido con este traje y este Rolls Royce Phantom, sería plausible describirlo como el presidente.

Las comisuras de los labios de Paola no pudieron evitar crisparse para expresar su impotencia.

De hecho, era imposible refutar que el coche no fuera muy llamativo en términos de modelo.

—Llegaste antes de que te enviara la ubicación, ¿podría ser que la verdadera identidad de este coche sea un cohete?

Se rio a carcajadas esperando su respuesta.

La voz del hombre es baja y melosa.

—¿Qué?

Conscientemente abrió ella la boca.

—Las buenas palabras no persuaden a un fantasma moribundo.

Su voz resonó en el vagón, más fría que el color del propio coche.

—Es una pena que no hables en monólogos.

La cara de Paola se volvió no muy buena.

—No es difícil que averigües quién está detrás de esto, siempre que quieras hacerlo, te ayudaré a cumplir el deseo, una vez hechas las cosas, siempre hay rastros que buscar.

Ignacio vio que Paola no tenía muy buen aspecto y todo su rostro era hosco. Él habló con un tono tranquilizador en su voz.

Se preguntó qué tipo de señor no podría encontrar Paola con su aspecto y educación, así que, ¿por qué se enamoró de Pascual?

—Ignacio, tengo algo que preguntarte.

Respiró profundamente.

—¿Qué?

La miró y esperó a que hablara.

—¿Es cierto que todos los hombres son amables con los débiles? Tienes una amiga de la infancia que no ha vuelto al país, ¿verdad? ¿Qué harías si no tuviera una buena vida y volviera a casarse contigo?

Los ojos de Paola se posaron en el apuesto y extraordinario rostro del hombre que estaba a su lado.

Ella era una mujer, así que no podía imaginar lo que estaba pasando Pascual.

Pero Ignacio y él eran hombres, y quizás los hombres podían entender mejor los pensamientos de los hombres.

—Es que crecemos juntos libremente, el resto son imágenes imaginadas por otros, en su mayoría sólo las secuelas de ver demasiados dramas de ídolos. Estoy lo suficientemente sobrio como para no bajar mi coeficiente intelectual y mi inteligencia emocional por algo.

Habló con delicadeza, con un aire de dar por sentado.

—Cuestión en vano. Las personas son diferentes entre sí, aunque pertenezcan a la misma categoría, tienen diferentes experiencias, diferentes ideas, diferentes personalidades, los resultados deben ser diferentes, la vida de cada uno, no puede ser replicada. —añadió.

—Lo que digo es para confortarme.

Las comisuras de los labios de Paola no pudieron evitar tic al oír sus palabras.

—¿Todavía quieres verlo?

Ignacio la miró antes de arrancar el coche.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Esposa Astuta