—Ariana, mi adorable princesa, juro por Dios que seré el caballero que vigile a tu lado para siempre.
Aunque los dos seguían pareciendo los mismos de siempre, lo que acababa de ocurrir seguía teniendo un gran impacto en sus corazones, del que ambos habían sido claramente conscientes.
—En presencia de Dios, juro amarte y cuidarte mientras ambos vivamos —continuó Tomás sin emoción y con los ojos en blanco. Obviamente, todavía estaba muy afectado.
Al oír que hacía un voto diferente a la línea, Ariana se sintió angustiada. Sintió que la sobriedad la había evadido y por eso olvidó la línea de voto que se había fijado.
Para cerrar el proceso lo antes posible, se limitó a repetir el voto de Tomás mientras los invitados miraban.
Con el rostro lívido, Tomás sacó una caja de anillos de su bolsillo. Nada más abrirla, escuchó un aviso de texto que sonaba en su teléfono.
Ariana no tardó en darse cuenta de que tenía un aspecto un tanto extraño tras comprobar el texto. Así que se apresuró a coger el anillo de la caja y ponérselo.
Lo que ocurrió en ese momento dejó totalmente atónitos a los invitados. No pudieron evitar preguntarse si eso significaba una boda fallida entre los dos.
—Ariana, ¿podrías saludar primero a los invitados? Tengo que irme un rato. Volveré para pagar la cuenta —Tomás se fue entonces sin dudarlo y se apresuró a acercarse a Camila. Su expresión parecía horrible.
Ariana se sintió como sacudida por un rayo de la nada. Cuando por fin consiguió recomponerse, vio que Tomás se marchaba con la mano agarrada a la de Camila.
—¡Tomás, por favor, no me dejes! Soy tu mujer —se apresuró a acercarse a grandes zancadas. Sin embargo, sólo pudo escabullirse debido al ajustado vestido de fiesta que llevaba.
Al correr sobre sus altos tacones, tropezó de repente con el césped a causa de la suciedad resbaladiza.
Aunque el extremo largo de su vestido se enganchó al perchero de rosas que había a su lado, el escote se rasgó hasta el pecho a causa del tropezón.
El ambiente silencioso pronto estalló de ruido a causa de ese vergonzoso accidente. Entonces se convirtió en una farsa mezclada con cotilleos, chascarrillos y el sonido de las cámaras.
—¡Oye, para! ¡No lo publiques en línea! No! —Amaya fue la primera en reaccionar. Lo único que le llegó a la mano fue el mantel que había debajo del buffet. Lo arrastró con fuerza para cubrir a Ariana. Así, toda la comida y las bebidas se derrumbaron en el suelo.
Tanto Pablo como Amaya hicieron todo lo posible para disuadir a los demás de que publicaran las fotos en Internet. Pero ya era demasiado tarde.
Ariana ardía de odio. Creía que debía ser Camila quien lo había conspirado para estropear el banquete.
¿Pero de qué se sorprendió exactamente Tomás?
...
—¿Así que esa es tu explicación de por qué elegiste arruinarme entonces? Qué ridículo —Camila había sido lo suficientemente perspicaz como para distinguir las mentiras entre sus palabras.
—¡Todo es culpa mía! ¡Sé que soy un imbécil! ¡Pero juro por Dios que te amaré desde el fondo de mi corazón para siempre! Y siempre serás mi única amada! —su voz temblaba con la agitación creciendo enormemente.
Pero, como Camila había previsto, Tomás seguía optando por encubrir las maldades que Ariana había cometido, tratando de disimularlas.
Y nunca explicó por qué escuchó a Ariana cuando ella estaba abriendo una brecha entre él y Camila en aquel entonces.
—Tomás, te has estado engañando a ti mismo. ¡Nunca amas a nadie más que a ti mismo! ¡Si me amaras, no te habrías dejado convencer por la mentira de Ariana durante tantos años! ¡Lo que has hecho me da mucho asco! No vuelvas a hablarme nunca más —Camila no mostró ninguna tolerancia al fraude.
—Camila, ¿por qué intentas negarme? Sé que sigues sintiendo algo por mí. Has intentado con todas tus fuerzas desbaratar mis planes una y otra vez, no sólo porque odias a Ariana, sino porque eres consciente de que todavía me importas y no lo voy a dejar pasar. Por eso has intentado avergonzarme —Sus ojos se enrojecieron. Hizo todo lo posible por contener su ardiente emoción. No podría soportar ser testigo del matrimonio entre Camila y otro tipo. Tampoco podría soportar herirla una vez más.
—¡Juro que esta es la última vez que nos vemos por el resto de mi vida! —Camila resopló con frialdad.
—Camila... ¿me dejas solo... de verdad? —Tomás empezó a sollozar.
—¡Dios estará mirando! Nadie te ha empujado a tomar una decisión. Sólo déjalo ir. Se acabó —Después de eso, Camila se alejó del arroyo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Esposa Astuta