Mi Esposa Astuta romance Capítulo 52

—¡Explícame! ¿Esta perra?

Carmen apuñaló a Amaya en la espalda con un bate de béisbol.

—Tú..., no te enfades. Es nuestra ahijada.

A Jaime le temblaron las piernas de miedo y rápidamente le guiñó un ojo a Amaya para pedirle que dijera algo.

—¿Qué estás haciendo? Ven a conocer a tu madrina.

—¡No pienses que soy un tonto! ¿Qué clase de ahijada es esa? Es sólo una puta!

Carmen dijo en voz alta y sin micrófono. Todos los asistentes al banquete oyeron claramente lo que había dicho.

—¡Puta! ¡Cómo te atreves a seducir a mi hombre! ¡Hoy te voy a dar una lección!

Mientras la regañaba, Carmen levantó la mano y lanzó un palo a la espalda de Amaya.

—No me hagas esto, madrina. Soy tu ahijada. No puedes vencerme. Hoy es mi fiesta de cumpleaños. Realmente has entendido algo mal.

Amaya sufrió dos palos de Carmen. El dolor le entumeció el cuero cabelludo y le hizo sudar.

Pablo miró todo esto delante de él. Estaba tan enfadado que le dio un ataque al corazón. Últimamente, las noticias negativas de la familia Amengual no habían cesado. Había gastado mucho dinero en resolver este problema. Ahora Amaya había vuelto a causar un nuevo problema.

Pablo preferiría que Carmen la hubiera matado. Pero, de repente, se dio cuenta de que no podía rendirse porque no había conseguido la financiación.

—Madrina, por favor, cálmate. ¿Por qué te enfadas? Mi mujer y mi padrino eran como un padre y una hija de verdad. Tienes que creerme de todos modos.

Pablo se apresuró a decir con una cara sonriente. Se esforzó por complacer a Carmen.

—Me has malinterpretado. ¿Cómo me atrevo a engañarte?

Jaime agitó inmediatamente la mano y tuvo mucho miedo.

—Tienes tus propios hijos e hijas, y son filiales tuyos. ¿Ahora tienes una ahijada? ¿Por qué no te buscas un ahijado? ¡Esta perra te sedujo! ¡Lo sé! ¡No intentes engañarme!

Carmen balanceó el bate de béisbol, rompiendo la tarta y el champán en la fiesta de cumpleaños.

—Mi amor...

Jaime sudaba de miedo y le temblaba la voz.

Todo el mundo ha sido testigo de la farsa de hoy. Sabían lo que estaba pasando.

—Todo es culpa mía. Sólo quiero tener más hijos que puedan ser filiales tuyos. Como no te gusta, no lo mencionaré. No habrá tal cosa en el futuro. Ahora mostraré mi actitud. Tú eres siempre mi prioridad.

Jaime negó su relación con Amaya en el acto.

—Sé que hay una tienda de postres que es bastante popular ahora. La gente tiene que reservar con antelación antes de ir allí. He concertado una cita. Esperaré a que vayas conmigo. Sólo quiero que seas feliz. ¿Por qué molestarse en enfadarse con alguien irrelevante? Estaré angustiado.

—¡Puta! No quiero volver a verte. O si no, te mataré.

Jaime, como un sirviente, ayudó a Carmen a salir de la fiesta.

Amaya acaba de perder su puntal. ¡Todo se acabó!

Justo cuando Jaime estaba a punto de abrir la puerta y salir con Carmen, una enorme pantalla de alta definición se cayó de repente.

La cinta de vídeo de la familia Amengual fue sustituida por un vídeo en directo.

En el vídeo en directo.

En la suite de un hotel, había más de diez hombres rodeando a una mujer. Era Amaya. Parecía muy joven, de unos 20 años quizá. Fruncía el ceño con ansiedad. Todos los presentes en la fiesta que veían el vídeo comprendieron lo que había sucedido de un vistazo.

Unos minutos después, hubo otra escena.

—No existe el almuerzo gratis. Si la familia Amengual quiere ganar este proyecto, sabrá lo que tiene que hacer. Si hoy volvemos a casa contentos y satisfechos, le haremos un favor a Jaime y le daremos una oportunidad tan buena a su ahijada.

—¡Quién lo hizo! ¿Quién?

El rostro de Amaya estaba pálido, rugiendo.

—¡Me has mentido! ¡Os enseñaré una lección hoy!

Carmen sacudió sin piedad su bate y lo agitó directamente hacia Amaya.

—¡Puta desvergonzada! ¡Hoy te voy a matar!

Carmen sujetó la muñeca de Amaya y agitó su bate de béisbol. Golpeó a Amaya con dureza y crueldad.

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