Mi Esposa Astuta romance Capítulo 57

—No deberías complacerte en tu relación con Tomás. Te ayudaré a ponerte en contacto con la universidad en el extranjero. Ve al extranjero para seguir estudiando.

Leila miró a Ariana con frialdad y dijo.

—Ahora soy feliz aquí. No quiero ir al extranjero. ¿Crees que soy un problema para ti?

Al oír lo que Leila había dicho, Ariana tuvo miedo.

—Somos hermanas. Yo me ocuparé de ti. Necesitas mejorar para poder alcanzar a Camila. No estarás a salvo si te quedas aquí.

Leila había sido muy clara, y no quería ceder. Eso fue sólo una notificación.

—Nunca he trabajado ni estudiado fuera. No sobreviviré en el extranjero.

—Lo arreglaré todo para ti.

Leila miró a Ariana y le acarició la cabeza.

—Sabía que mi hermana me quería más. Haré las maletas lo antes posible.

Ariana pensó que mientras tuviera suficiente dinero, podría ser mucho más libre en el extranjero.

Se marchó satisfecha. Leila se sintió aliviada.

Un tonto así sólo causará más problemas aquí.

—¡Leila! ¡Has vuelto!

—¡Padre! ¿Por qué estás aquí? Si me echas de menos, llámame.

Leila volvió a ser una hija filial. Se apresuró a avanzar.

—¡Buena chica! Eres hermosa y de buen corazón. Entre mis hijos, eres mi favorita.

Pablo estaba 100% satisfecho con Leila.

Para cultivar a Leila, Pablo gastó mucho dinero para hacerla destacar.

Ahora bien, Leila era realmente digna de su gran confianza y gozaba de una gran reputación.

—¿He oído que quieres que Ariana se vaya al extranjero?

Pablo guardó silencio por un momento y miró a Leila.

—Es mi hermana. Sólo me importa su felicidad. Mi madre la protege muy bien. Es fácil que la intimiden. Necesita aprender más. El profesor que me ha enseñado durante muchos años tiene profundos conocimientos. Me alivia que le enseñe personalmente.

—He estado muy ocupado. Ahora el Grupo Amengual sólo puede ir a la quiebra si nadie viene a financiar. Realmente no puedo prestar más atención a Ariana.

Pablo suspiró.

—Antes luchabas solo, pero ahora he vuelto. No te preocupes por la financiación. Yo lo resolveré.

Leila sabía que su padre era sensible a su reputación. Así que no mencionó las contribuciones de su madre a lo largo de los años y atribuye todos los logros sólo a Pablo.

—No trabajes demasiado. Vuelve a casa y descansa bien.

Pablo sacudió la cabeza. No había salida.

—No te preocupes. Te ayudaré a resolver este problema. Sólo tengo una petición.

Leila habló con calma.

—¿Qué quieres?

Pablo habló sin dudar.

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