Mi Esposa Astuta romance Capítulo 94

Lorenzo estaba sobrio de repente. Miró a su alrededor y descubrió que Camila había salido de la habitación. Todos los detalles volvieron a su mente.

Recordó que se sentía tan miserable que asaltó a Camila con violencia, la ató a la cama y le mordió los labios. El olor de la sangre le arrastró al abismo y le hizo perder la cabeza por completo.

Lorenzo se levantó de repente y se apresuró a comprobar todos los rincones de la finca privada, pero no había ni rastro de Camila.

—Camila... —La gran estructura de Lorenzo se estremeció y comenzó a murmurar.

Camila se fue. Él fue quien obligó a Camila a irse. Ella probablemente no iba a volver a casa.

La horrible y sangrienta imagen de él tras perder el control volvió a su mente. Estaba torturando así a Camila. Él mismo incluso temblaba de miedo ante su propia locura, y más aún ante una niña tan pequeña.

El calvario del diablo debe haber hecho que Camila se sienta tan miserable que tenga miedo de quedarse aquí.

Tal vez... Ella no va a volver...

Lorenzo se apresuró a sacar su teléfono y tecleó algunos números. Su gran mano se congeló sobre la pantalla antes de pulsar el botón de marcar.

Lorenzo, abatido, regresó al gran dormitorio principal y la habitación vacía le hizo sentirse muy deprimido, así que fue al baño, se dio un baño frío, se puso ropa informal y bajó al salón.

—Lorenzo, ¿por qué estás tan raro hoy? El ama de llaves me dijo que Camila se escabulló antes de las 6 de la mañana. ¿Qué les pasó a ustedes dos?

La señora Cambeiro se acercó a él y le preguntó cuándo iba a bajar.

—Abuela, hoy llegas temprano. No ha pasado nada. Estamos bien.

Lorenzo se quedó en silencio un momento, apretando las manos y tratando de explicarse en un tono normal.

—Camila es una buena chica. No creo que haya una chica más dulce que ella en Ameriart. ¿Supongo que no la has traicionado? Debes hacer lo posible por recuperarla si la hiciste infeliz. No deberías servir sólo a la familia Cambeiro. Deberías ser amable con tu esposa de corazón también.

La abuela Sra. Cambeiro le enseñó a Lorenzo.

Sí, Camila siempre fue muy gentil y dulce y casi se rindió ante él en todos los sentidos.

—Abuela, déjame ser honesta contigo. Camila se fue. Probablemente no vuelva a contactar con Camila.

Lorenzo mencionó el nombre de Camila con nostalgia y dolor en sus ojos.

—¿Qué has dicho? —La abuela Sra. Cambeiro estaba casi asustada por las palabras de Lorenzo.

—Camila es una buena chica y no quiero hacerla desgraciada. Siempre he sentido que no soy diferente de la gente común. Sólo he sufrido de insomnio durante mucho tiempo y es inevitable que a veces no controle mis emociones.

—Pero desde que Camila se casó conmigo, cuanto más tiempo paso con ella, más me encuentro fuera de juego. Aunque ahora me sienta triste, puedo soportarlo y superarlo.

—Puedo dejarlo ir ahora aunque esté triste. Temo que en el futuro...

Si perdiera el control y se volviera tan egoísta que prefiriera hacerle daño a dejarla ir en el futuro, sería una tragedia.

Lo que pasó anoche aún estaba vívido en su mente. Lorenzo no tuvo el valor de apostar por un futuro mejor. Fue tan cruel e insensible que ayer incluso perdió la cordura como ser humano.

Lorenzo no quería arrastrar a gente inocente y tampoco quería ver sufrir a Camila.

Con Camila a su lado, tenía la oportunidad de mantener algo de sentido común. Cuando Camila no estaba allí...

—Abuela, nos apoyaremos como siempre... Me voy al Grupo.

Lorenzo la abrazó un rato antes de darse la vuelta y salir de la casa.

La abuela Sra. Cambeiro miraba a Lorenzo en silencio cuando se iba. Estaba de un humor complicado.

Sólo se apoyarían mutuamente... Ella era vieja y aunque fuera joven y sana, no podría acompañarlo por mucho tiempo. Tarde o temprano tenía que ir al cielo primero...

La abuela Sra. Cambeiro había tratado de ayudarlo. No podía ignorar a Lorenzo aunque el mundo se rindiera ante él.

Pero ella sólo era una abuela y no podía darle el amor y los cuidados de sus padres. Lorenzo se sentía tan solo y desdichado que sólo la chica que le quería mucho podía salvarle del infierno. Pero sus síntomas empeoraron.

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