"¡Entendido!" Iván sonrió afectuosamente: "Tú y Diana os comportaréis en casa, ¿de acuerdo?".
Tras una breve conversación, los niños colgaron alegremente la videollamada.
"Papá le debe una boda a mamá". Alfie preguntó: "Diana, ¿te has imaginado a mamá con un vestido de novia?".
"¡Debe ser tan hermosa como un hada!" Diana fantaseó: "¡Me voy a casar con papá cuando sea mayor!".
Alfie parpadeó con sus grandes ojos: "¿No puedes casarte conmigo? Cuando crezcas, ¡papá será viejo! ¡Dijo que soy el heredero del Grupo Marsh! Puedo ser tan bueno como él, tan alto y guapo como él!"
Diana se rió a carcajadas: "Jajaja, ¿casarme contigo?".
"¿Hay algún problema?"
Dos lindos pequeños discutieron y jugaron.
La luna se puso. Luego salió el sol. A la mañana siguiente, el cielo se iluminaba.
El coche de Catherine salió de la bahía de Kelsington en dirección al Grupo Marsh.
El viento de la mañana soplaba entre los viejos algarrobos a ambos lados de la carretera asfaltada. Caían flores blancas. La luz del sol caía a través de los huecos de las hojas y se mojaba sobre el rojo Bentley.
Catherine sonreía, sujetando el volante con ambas manos. Al pensar en lo que Aubree le había prometido, se sintió mejor que nunca.
Jennifer había curado a Aubree.
Pero Aubree no aceptaba a Jennifer.
Catherine se sintió ganadora, esperando que Iván volviera con Jennifer.
Entró en la oficina con una sonrisa en la cara.
"Sra. Collins, hoy se ve exuberante". Linda también estaba muy contenta: "¿Ha conseguido un gran proyecto?"
"Ha pasado algo mejor que eso". Catherine se dio la vuelta y se apoyó en su escritorio, con las manos envueltas en el pecho, mirando a Linda con una sonrisa. No pudo evitar compartir su alegría. "Puede que tenga la oportunidad de casarme con el señor Marsh".
Linda abrió la boca de par en par, sorprendida.
No sabía qué estaba pasando, pero parecía que aquello era algo seguro. "¡Felicidades por adelantado!"
El viento de la noche era tan fuerte que le revolvió la falda, le desordenó el pelo, pero también le quitó la pena.
"¡Es tan hermoso!"
Iván juntó sus dedos con los de ella. Mientras ella miraba la vista nocturna, él la miraba a ella.
"¡Mira! Esa es la Estatua de la Libertad". Jennifer la vio enseguida. No era su primera vez en Nueva York, pero era la primera vez que veía Nueva York desde esa altura.
"¡Sí, tienes razón!" Iván se subió a la valla. "Si venimos aquí de día, también se puede ver el río y el puerto de Manhattan, que está a unos 130 kilómetros".
Jennifer puso los ojos en blanco y le miró, preguntando: "¿Has venido alguna vez con ella?".
"¿A quién?" Iván no entendía.
"¿Quién más podría ser?" Jennifer levantó la barbilla y se puso de puntillas para recordarle a Iván: "Si no, ¿por qué estás tan familiarizado con este lugar?".
Iván se alegró de ver a Jennifer celosa. Agarrándola por los hombros, Iván le explicó seriamente: "¿Te refieres a Catherine? No he venido aquí con ella. Incluso estaba solo cuando hice el llavero para ti. No me la llevé".
Por sus ojos, Jennifer supo que era sincero.
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