Los ojos de Catherine se abrieron de par en par. Se quedó boquiabierta mirando a Aubree, preguntándose si lo había escuchado mal.
¿Drogarlo? ¿Embarazarse? ¿Casarse?
Abajo, Pippa parecía horrorizada cuando escuchó su conversación.
Aubree la escandalizó.
¿Se ha convertido la señora Aubree en un bicho raro? ¿Tiene algún sentido hacerlo?
Poco después, Aubree continuó con un tono frío: "No quiero ver cómo se vuelve tan loco por una mujer. Ya has visto cómo es ahora". Aubree sonó decepcionada y preocupada. "Ya no parece el director general de una empresa".
Catherine trató de calmarse, apoyándose en la barandilla.
"Este tipo de amor lo agotaría tarde o temprano". La voz de Aubree estaba llena de tristeza. "Catherine, quiero que en el futuro lo ames de todo corazón. Deja que disfrute de ser amado. Entonces se dedicará a su trabajo".
"Pero él no me ama..." Catherine estaba desconsolada, con la mente en blanco. "Me pidió que lo dejara". Era una mujer, y también quería ser amada.
"Sin mi permiso, nadie te va a dejar dejarlo". Aubree la miró fijamente. "¿De verdad te molesta que te quiera?"
Sus palabras tocaron su nervio sensible.
Aubree preguntó: "Mientras puedas casarte con él y convertirte en su esposa, aunque él no te ame, ¿te sentirás molesta?"
Catherine sacudió la cabeza con determinación, con los ojos inyectados en sangre: "No, no lo haré. Estoy satisfecha de amarlo. Mientras esté con él, seré feliz".
"Entonces sigue. Ámalo de todo corazón". Aubree la miró sombríamente. "Deja el resto para mí".
Catherine estaba decepcionada ahora, pero tuvo un rayo de esperanza al escuchar sus palabras. Un toque de sonrisa apareció en sus labios, aunque no había dejado de derramar lágrimas.
Se sentía como una lunática. Los demás no la entendían, pero ella disfrutaba.
Primer piso.
Pippa se tambaleó hacia atrás. Cuando sus dedos se agarraron a la esquina de la mesa, mantuvo el equilibrio y se calmó.
Se preguntó si Aubree había perdido la cabeza.
Después de salir de la villa, Catherine sintió que el dolor se agitaba en su vientre y su rostro se tornó ceniciento.
Sujetando el volante con una mano, sacó su teléfono con una mano temblorosa y marcó el número de teléfono de Linda. "Linda, yo... Voy a un hospital. Por favor, ven aquí".
"¿Qué ha pasado, Sra. Collins?" Linda pudo percibir que algo iba mal en su tono.
"Espérame en la entrada del hospital". Catherine terminó la llamada.
Parecía cada vez más dolorida, pero aún así hizo lo posible por conducir hasta la entrada del hospital.
Un avión privado despegó de Emerald Bay, rumbo a Nueva York.
Iván no trajo a nadie con él, sólo pidió a sus hombres que hicieran una búsqueda en peine en Nueva York.
Tenía el corazón encogido al querer buscar a una persona en un área metropolitana, como si buscara una aguja en un pajar.
Temía no encontrarla nunca.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi esposa con múltiples identidades