"No estoy segura de eso". Finnley dijo: "No le pregunté, y no puedo preguntar".
"Ya veo, gracias". Jennifer no se quedó mucho tiempo. Salió de la oficina con sentimientos encontrados.
Luego tomó el ascensor hacia abajo y dejó la empresa.
Para Iván, este fue probablemente el mejor final.
¿Pero cómo iba a llevarse a Alfie y a Diana con ella? No dejaría que Catherine fuera su madrastra, y si Iván no se acordaba de los niños, no podría darles amor paternal.
Se había librado de todo dolor. Sin embargo, debía sufrirlo todo.
El viento era frío. En el cielo se acumulaban nubes oscuras. De repente, llovió con fuerza.
Jennifer no quería refugiarse de la lluvia, quería que la lluvia torrencial lavara su pasado.
La lluvia llegó justo a tiempo para ocultar sus lágrimas. A partir de ese momento, ella e Iván fueron extraños.
"Adiós, Iván, te deseo felicidad".
Spencer sostenía el volante con una mano, con los ojos fijos en el frente. Su estado de ánimo era sombrío. Estaba ansioso.
Iván había perdido la memoria. Aunque se despertara, no podría ayudarla.
Jennifer era muy amable. Sufriría si conociera a Catherine o a Aubree.
Spencer estaba preocupado por Jennifer.
En ese momento, un Lamborghini negro personalizado se detuvo frente al edificio principal. Un guardaespaldas con traje y zapatos de cuero abrió un gran paraguas negro y otro abrió la puerta del coche.
Iván bajó, tenía un aspecto serio, como el de un rey que mira a su tierra.
Cuando estaba a punto de entrar en el vestíbulo de la empresa, vislumbró a una chica bajo la lluvia, sin paraguas, que caminaba hacia el tráfico.
Por su mente pasaron retazos de recuerdos sobre su accidente.
Iván cogió el paraguas de la mano del guardaespaldas y se dirigió instintivamente hacia la chica.
Jennifer levantó la vista y vio a Iván cerca, con los ojos llenos de sorpresa. Su corazón parecía haber dado un vuelco.
Los ojos de Iván eran tan insondables como el oscuro cielo nocturno, con un orgullo y una dignidad naturales en ellos.
Levantó el gran paraguas negro y soltó la mano que le apretaba el brazo.
Spencer se apresuró, agarró a Jennifer y la arrastró a sus brazos. Mirando a Iván con odio, rugió: "¿Qué estás haciendo?".
Iván lo miró con calma, como si no lo conociera.
"Cuida de tu novia en lugar de volverte loco después de que otro la haya salvado". Con eso, Iván se dio la vuelta con su gran paraguas.
Mirando hacia atrás y recordando lo que acababa de decir, Jennifer sintió su corazón roto. Incluso respirar le resultaba doloroso.
Iván llegó a la puerta del salón y el guardaespaldas le quitó el paraguas.
Antes de entrar en el vestíbulo, se giró y vio a la chica subir a un Volvo negro. Iván no sintió nada. Simplemente no quería que ocurriera un accidente delante de su empresa.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi esposa con múltiples identidades