Finnley se quedó atónito.
Iván la miró fijamente. Las pestañas de Jennifer se agitaron.
Jennifer se dijo a sí misma que se calmara. La arrastró hace siete años. Después de eso, perdió su virginidad y tuvo dos bebés.
Afortunadamente, los niños se fueron a casa de Jayla y no volverán en un tiempo.
Jennifer dio dos pasos atrás. Pero Iván no tenía intención de soltarla. Seguía sujetando su muñeca.
Jennifer levantó sus ojos oscuros y brillantes, preguntando tentativamente: "¿Me estás... buscando?".
Los fríos ojos de Iván seguían fijos en ella. Jennifer era demasiado pura, demasiado delicada. Su piel era tan suave como la porcelana. Todo en ella le resultaba familiar.
Finnley miró a Iván con incredulidad. Hoy estaba asustado.
"Suéltame primero". Jennifer utilizó la otra mano para retirar la gran palma, pero él aumentó su fuerza en secreto.
El dolor la hizo respirar profundamente y dejar de resistirse.
Iván miró la casa de bambú y dijo en voz baja: "¿Quién más vive aquí?" No olvidó el propósito de su viaje. No creía que Jennifer hubiera robado el Plan Cielo Azul.
"Nadie". Jennifer trató de mantener la calma. No tenía ni idea de lo que su hijo había hecho hasta ahora.
Iván miró a Jennifer con frialdad.
El rostro de Jennifer se puso rígido y preguntó: "¿Qué demonios quieres?".
La palma de la mano de Iván ejercía fuerza en secreto. Jennifer frunció el ceño.
Era doloroso.
Iván le quitó el iPad a Finnley y se lo entregó. Jennifer vio que el punto rojo que aparecía en la pantalla se superponía con la posición del patio. Inmediatamente le entró el pánico, olvidándose del dolor.
Iván examinó su expresión cuidadosamente, tratando de obtener la respuesta que quería de ella.
"¿Qué es esto?" Jennifer lo miró, fingiendo no entender.
Iván le devolvió el iPad a Finnley.
"Me duele..." Jennifer siseó de dolor. Dijo en voz baja: "¡Déjame ir!". Ella no quería molestar a los aldeanos.
Había una luz fría y convincente en los ojos del hombre: "¡Entrégalo!"
"No lo tengo... ¡ay!"
En ese momento, Diana y Alfie, que habían estado escondidos detrás del tanque de agua, se dieron cuenta de que la situación estaba empeorando. Así que se apresuraron a salir.
"¡Papá! ¡Suelta a mamá!" Alfie, el niño, corrió más rápido. "¡No le hagas daño!"
Diana gritó asustada, "¡No intimides a mamá! Malvado!"
Las voces de los niños llegaban desde no muy lejos mientras golpeaban directamente a Iván, salvando a Jennifer de su mano.
Antes de que todos se dieran cuenta de lo sucedido, Iván soltó la palma de la mano. Se tambaleó unos pasos hacia atrás.
Alfie, que estiró los brazos para proteger a Jennifer, miró a Iván con rabia: "¡Papá! Los caballeros no hieren a sus mujeres".
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