El séptimo hijo de la familia Pérez, Victor Pérez, el hijo menor de la familia, desde joven se
propuso convertirse en un policia que castigara el mal y promoviera el bien. Ahora había realizado
su sueño y se había convertido en el jefe del primer equipo de investigación criminal en la ciudad
de México.
-¡Exacto! ¡Vamos por él, denle su merecido como un recado de mí parte!
Las emociones de Javier también fueron despertadas por Victor, y golpeó la ventana del coche con
un golpe sordo. -¿Cómo investigador criminal no puedes usar algunos medios especiales durante
el interrogatorio? Nosotros, los fiscales, no tenemos ese poder. ¡No pierdas esta oportunidad de
ayudar a Clara a desahogar su ira!
Diego escuchaba a un lado, sintiéndose tanto divertido como impotente.
Los hijos de la familia Pérez eran diferente, la hija era preciosas y noble, con una belleza
extraordinaria. Pero los hijos parecían haber salido de una burda organización criminal, llenos de
hostilidad y altanería, como si ya hubiesen vivido de antes en la calle. Los jóvenes eran muy
unidos.
La persona a la que apuntaban solo tenía dos opciones: ¡un callejón sin salida o uno bloqueado!
Alejandro estaba apurado por ir al hospital a acompañar a su abuelo, y Rodrigo estaba preocupado
e insistió en seguirlo para visitar también al abuelo.
El coche deportivo hizo un giro elegante y se detuvo en la entrada. Alejandro olvidó todo sobre el
coche y corrió hacia el hospital.
Él abuelo, era el único en la familia Hernández que realmente se preocupaba por él como nieto y lo
amaba como un pariente.
-Abuelo, abuelo…
Alejandro corrió como el viento, su garganta ronca murmurando una y otra vez.
Justo cuando entró corriendo al pasillo, vio a Clara abrazando a Noa, que estaba dormido, sentada
en un banco, una escena pacífica, tan hermosa como una delicada pintura al óleo.
Bajó sus largas pestañas, acariciando suavemente a la niña en sus brazos, sus cejas y ojos
pacíficos y tranquilos, irradiando una luz sagrada y deslumbrante por todo su cuerpo.
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Su pequeño cuerpo parecia contener una fuente indestructible de poder. Siempre que alguien la
necesitaba, podía aparecer cual ángel redentor a su lado.
De repente, una sensación de culpa y amargura surgió por la cavidad nasal de Alejandro.
Gracias a Dios, gracias a Dios que ella estaba allí…
de estar aquí la próxima vez? El abuelo no siempre tendrá tanta suerte, y la muerte no siempre
será tan compasiva.
Mientras hablaba, su corazón latía con dolor, respirando profundamente, sus ojos se pusieron
rojos, -Únicamente odio no tener a mi verdadero abuelo a mi lado todo el tiempo. Me gustaría
poder coser una pequeña mochilita para asi guardar al abuelito y tenerlo a mi lado en todo
momento.
-Clara…
La garganta de Alejandro se apretó, una amargura llenó sus pulmones, dejándolo sin palabras.
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+15 BONOS
Su disculpa ya no tenta valor en los ojos de ella, ni tenis ningun pess
-¡Alejandro
En este momento, Rodrigo entro apresuradamente, mirando confundida a Clara, y luego hablando
con voz profunda–Sal, tengo algo que decirte
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