Al día siguiente por la noche, en una lujosa suite de un hotel.
Una pareja estaba teniendo relaciones sexuales.
-Oh mi lider, eres realmente increíble-decía Rosalía mientras ella y Manuel González estaban
entregados a la pasión y lujuria.
Manuel no dejaba de susurrar obscenidades mientras Rosalía se esforzaba en complacerlo, aunque
en su interior ansiaba que él terminara pronto.
Para alcanzar el puesto de directora de la sección de noticias, Rosalía había tenido que vender su
cuerpo como mercancía barata una y otra vez.
Justo en medio de su pasión, la puerta de la habitación fue violentamente abierta.
Rosalía soltó un grito y rápidamente se desentendió del anciano para esconderse bajo las sábanas.
Manuel estaba desnudo y apresuradamente se puso sus calzoncillos antes de mirar hacia la
puerta, donde quedó completamente impactado.
-¿Esposa?
-Manuel, ¿esta es la zorra diminuta que tienes afuera? -la esposa de Manuel miró despectivamente a Rosalía.
La esposa de Manuel tenía una altura de 1.75 metros y una complexión más robusta que la de una
mujer común.
Ella se quitó el abrigo, revelando sus robustos brazos, lo que hizo que Rosalía temblara de pies a cabeza. -Pensé que sería alguien hermosa, pero ¿realmente crees que vale la pena engañarme con
esta mujer? ¡Bien fea la pinche pendeja sí que esta!
Antes de que terminara su frase, la esposa de Manuel avanzó rápidamente hacia ella y agarró su cabello para sacarla de la cama, luego le propinó tres fuertes cachetadas que le hicieron sangrar
sus labios.
-¡Manuel, ayúdame! ¡Por favor, sálvame! -Rosalía lloraba y gritaba de dolor mientras su cabeza le
dolía intensamente.
Sin embargo, Manuel no se atrevió a intervenir, estaba temblando de miedo y se mantenía sumiso
En ese momento, dos imponentes quardaespaldas entraron a la habitación
-Vengan todos y asistan a este espectáculo! ¡La tercera en discordia sin vergüenza recibiendo su buen merecido! ¡Atrapados en el acto carnal’ Vengan a ver a esta desvergonzada el asistente
sostenía su móvil y grababa todo frenéticamente.
La transmisión en vivo de la escena se difundió inmediatamente.
Tanto Manuel como Rosalía se quedaron atónitos.
-¡Manuel, arrodillate ante mi!
La esposa de Manuel gritó y él rápidamente se arrodilló,
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