apítulo630
-Por supuesto que me gustas- respondió Rodrigo.
–
-¿Es el tipo de gusto que se llama amor? – preguntó Noa.
Rodrigo carraspeó suavemente, y sus mejillas se sonrojaron un poco. -Sí, es ese tipo de gusto que tu segundo hermano tiene por tu cuñada.
Los claros ojos de Noa se iluminaron, mientras sus pequeñas manos jugaban con los botones
delicados de la camisa negra de Rodrigo.
-No lo sé- respondió.
Rodrigo suspiró en silencio y sonrió con amargura. -Bien, entonces, debes dormirte pronto.
-Pero me gusta estar contigo Rodrigo. Cuando sales, no puedo hacer nada bien y solo me preocupo por ti. El tiempo contigo pasa volando y me hace muy feliz verte todos los días- murmuró Noa con
los ojos entreabiertos en un tono suave.
La respiración de Rodrigo se volvió más pesada mientras sostenía su hombro, sus palmas estaban
sudorosas.
-Un día llegaste muy tarde, entraste en la habitación y yo pretendía estar dormida, pero en
realidad estaba despierta- continuó Noa.
Esa noche, él había salido con Luisana para lidiar con dos personas que habían estado en su contra
en los negocios durante mucho tiempo. Lo que conocía ella era siempre un Rodrigo amable y
cariñoso
-Tenías un fuerte olor a sangre en ti esa noche, y también tenías heridas en las manos cuando tocaste mi frente. Senti la presencia de las heridas- dijo ella mientras tomaba su mano y quitaba
el guante de cuero negro de su mano derecha.
Aunque las heridas en las articulaciones, y las puntas de los dedos ya habían cicatrizado, las
cicatrices todavía estaban alli.
-Rodrigo, tengo miedo de que hagas cosas peligrosas afuera. Tengo miedo de que te pase algo
malo, estoy realmente asustada- dijo Noa con dolor en el corazón, sus pestañas temblando

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