Cuando Henry vio la noticia, automáticamente se dibujó una sonrisa en su rostro. Esa chica había actuado muy rápido. Con esto, el proyecto del área cerca del albergue Spring ya no podría obtener el apoyo oficial, lo cual quiere decir, que los funcionarios ya no demolerán la institución por la fuerza. De esta manera, no solo los niños podrán seguir viviendo en allí, sino que además, la tierra comprada por esos empresarios sería mucho más barata.
Sylvia se reclinó en el sofá y estiró sus esbeltas piernas mientras veía las noticias. "Esa Compañía Hengyuan es realmente poderosa. Se les ocurrió la idea de volar la montaña y aprovecharse de los funcionarios de alto nivel de China para obtener el apoyo oficial de los funcionarios de Yinzhou. No creo que esa mujer de apellido Qin haya ideado todo el plan sola. Detrás de ella debe haber un grupo por lo menos de diez personas. Incluso revisaron noticias pasadas, noticias que emitieron otras provincias hace unos años. En verdad son listos…"
Al escuchar las palabras de Sylvia, Henry se sintió un poco apenado. "Sin embargo, yo creo que no es difícil idear algo así. Al parecer no has oído de ello, pero todo el mundo está deseando que se ejecute ese proyecto. Cuando vuelen la montaña, el comercio fluirá y el tráfico se volverá muy cómodo. Incluso se podría conectar el tren de alta velocidad".
"¿Qué sabes tú sobre eso?" Sylvia miró a Henry. "Los resultados solo se pueden ver después de la explosión de la montaña. Hace un tiempo, la compañía de Hong Zhu se apoderó de los dos territorios del sureste para construir un centro vacacional. Ahora que van a explotar la montaña, el gobierno detendrá momentáneamente el desarrollo del proyecto en esa zona. Entonces, Heng Yuan no solo obtendrá el apoyo del gobierno como primera empresa comercial en Yinzhou, sino que también se convertirá en la exclusiva del noroeste. ¡Los terrenos que compró Hong Zhu se echarán a perder y sus nuevas acciones caerán enormemente!"
Después de decir eso, Sylvia miró a Henry, quien no se veía muy interesado en el asunto. La razón por la que ella le dijo todo eso hace un momento, fue para familiarizarlo con este tipo de cosas, pero él parecía no comprender nada.
Sylvia hizo un gesto de disgusto y dijo: "Olvídalo, ve a hacer tu trabajo y déjame ver la televisión en paz".
"Está bien". Henry asintió. Esa mañana, cuando le contó su plan a Jenny Qin, él ya había pensado en las consecuencias que acababa de mencionar el informe de noticias.
Después de desempacar, Milan se puso una camisa rosa de manga corta y salió de la habitación. Luego se dirigió hacia Sylvia y sentó junto a ella a ver la televisión mientras hablaban sobre cosméticos y bolsos.
Henry, quien vestía una camiseta blanca sin mangas, se acercó sosteniendo una palangana con agua tibia y la puso frente a su bella esposa. Luego se puso en cuclillas frente a ella y dijo: "Sylvia, es hora de lavarte los pies".
"¿Lavarte los pies? Sylvia, ¿Henry también hace eso?" Milan abrió los ojos como si hubiera visto algo increíble. En esta sociedad, era raro que los hombres hicieran algo así por sus esposas, pero al parecer, Henry hacía eso todos los días.
Sylvia frunció el ceño. "Hoy no".
"Claro que sí", dijo Henry con firmeza. "Debo hacerlo. Necesitas varios masajes de acupuntura para que tus problemas de salud se alivien por completo".
Al escuchar sus palabras, el bonito rostro de Sylvia se puso rojo. Recordó que no había sufrido de estreñimiento durante los últimos días y lo miró con una expresión poco natural. "¡Seguramente él ya lo sabe!", pensó Sylcia y en seguida miró hacia otro lado. Aún estaba algo aturdida, cuando Henry tomó sus pequeños pies y los sumergió en el recipiente con agua.
Minutos después de que el muchacho empezara a hacerle los masajes, Sylvia sintió que una agradable sensación provenía de las plantas de sus pies. Así que, inconscientemente se reclinó en el sofá, pero al instante se sintió un poco incómoda, pues que recordó que había alguien más a su lado, y que ella y Henry no estaban solos en la casa como hace dos días.
Al ver a Henry esforzarse tanto, el corazón de Sylvia empezó a dudar. Ella quería decirle que no era necesario hacer eso en frente de alguien más. Pero a pesar de sentirse muy avergonzada, empezaba a cuestionarse: "¿Realmente lo está haciendo por mí?"
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