Henry soltó un suspiro. "Oye, algunas personas tienen razón. Está bien si desconoces algo, pero no debes actuar como si lo supieras todo. No está bien fingir deliberadamente".
Las palabras de Henry hicieron que Fiona y su hijo explotaran de la rabia. Internamente se sentían como dos ratones queriendo encontrar un agujero para esconderse.
"¡Vámonos de aquí!" Fiona golpeó la mesa, se levantó y se fue con su hijo.
Sylvia estaba sorprendida y satisfecha con la reacción de Henry, pues pudo notar que él había actuado así deliberadamente para irritar a Sam y a su madre. De repente, sintió que esta persona no era tan detestable después de todo.
Nelson Lin y el padre de Sam tampoco se quedaron más tiempo. Después de toda esa escena, el momento familiar se había arruinado.
Estando en el auto, Sylvia suavizó un poco su actitud hacia Henry, quien se había sentado en el asiento del copiloto. Ella se sentó en el asiento del conductor y lo miró. "¿Cómo es que sabes francés? No todos pueden entender ese idioma. Además, las normas de la comida francesa no son comunes, pocas personas están dispuestas a aprenderlas".
Henry sonrió y dijo: "Yo solía ser camarero en un restaurante francés, solo sé algunas palabras. Dije todo eso a propósito porque no me agrada Sam".
Después de escuchar eso, Sylvia asintió y no dijo nada más. Ahora comprendía todo. El hecho de que Henry supiera francés la había sorprendido mucho, ya que para personas de condición social como él, no era fácil tener este tipo de oportunidades.
Cuando regresaron a la villa, Henry vio a Anna configurando un sistema de alarma. Ahora sabía que ella era la guardaespaldas de su linda esposa.
Por su parte, Sylvia estaba sentada en el sofá, sonriendo mientras recordaba lo sucedido en el restaurante. En eso escuchó la voz de Henry que provenía desde atrás. Él tomó la iniciativa de traer una palangana con agua tibia para lavarle los pies, pues le preocupaba los problemas de salud que le descubrió el día anterior mientras le hacía masajes. Sabía que todo era causa del estrés, pero estaba seguro de que él podría tratar esos problemas mediante masajes y acupuntura.
"Presidenta Lin, el agua caliente para sus pies está lista".
Sylvia miró al hombre que estaba frente a ella con el ceño fruncido. El día anterior, quiso humillarlo deliberadamente haciendo que le lave los pies. Pero ahora, ya no quería hacer eso. Cuando estuvo a punto de hablar, Henry colocó el agua caliente en el piso. Y antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, sintió que sus pequeños pies eran tomados por un par de manos grandes y ásperas.
Henry tocó suavemente el par de pies blandos con sus manos. Cada vez que los miraba, sentía que contemplaba una obra de arte, pero esta vez, notó que en su piel pálida y tersa había un poco de enrojecimiento. Así que, con suavidad empezó a frotar los puntos de acupuntura en la planta de sus pies
De repente, ella sintió una extraña sensación, entonces miró las manos inquietas de Henry y frunciendo el ceño le preguntó: "¿Qué estás tocando?"
"No es un toque cualquiera, es un masaje, presidenta Lin". Henry negó con la cabeza y enfatizó en un tono especial: "Tu falta de sueño está causando problemas en tu salud, por eso te enfermas con facilidad. También has estado teniendo dolores abdominales, pero no te preocupes, el masaje adecuado podría aliviar estos malestares".
Sylvia quiso decir algo pero no se atrevió. Sabía que Henry tenía razón. No estaba durmiendo bien últimamente y se resfriaba con facilidad. También era cierto que tenía problemas en el estómago, pero recordó que la anoche anterior había dormido muy bien. Se preguntaba si había sido gracias a él.
Al final, Sylvia no pudo evitar decir algo. De todos modos, Henry era su esposo ante la ley y era bueno haciendo masajes. No era algo como para discutir.
"¿Dónde aprendiste todo esto?"
A la mañana siguiente, Henry estaba listo para limpiar la habitación como de costumbre. Sin embargo, vio que Sylvia no tenía prisa por salir como normalmente lo hacía. En cambio, se preparó una taza de té y se sentó en el sofá para beberlo tranquilamente.
"Presidenta Lin, ¿no irás a la empresa hoy?" Henry tomó un paño y limpió con cuidado la mesa de té de mármol que estaba frente a Sylvia.
Ella dejó la taza de té sobre la mesa, miró a Henry, que vestía su típico chaleco blanco, y le dijo: "Deja de trabajar por hoy. Unos amigos vendrán a verme. Puedes tomarte el día libre".
"¿Qué amigos?" Preguntó Henry sonriendo.
Sylvia arqueó las cejas. "Eso no te incumbe. Ocúpate de lo tuyo. No quiero verte aquí en la tarde".
"Está bien", respondió Henry decepcionado. Dobló la tela que tenía en su mano, la colocó en su lugar y luego salió de la villa.
Henry se estiró frente al sol de la mañana y luego se alejó como si estuviera hablando solo.
Al rato llegó al albergue Spring cargando algunos juguetes. Cuando los niños lo vieron, en seguida se reunieron a su alrededor muy emocionados. Él solo los miraba con amor, recordando que cuando era pequeño también esperaba tener algunos juguetes, pero las condiciones en las que vivía no se lo permitían.
"Dean, ¿sabe a qué se dedica ese chico?" Preguntó Jenny sintiéndose un poco nerviosa después de verlo. Ese día llevaba un vestido blanco y traía el cabello recogido. No estaba tan animada como el día anterior pero su aspecto era mucho más natural. A pesar de que no estaba maquillada, su rostro seguía viéndose hermoso y perfecto.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi marido desecho