Al llegar, vi una camioneta que me dio la impresión de haber visto con anterioridad, parada al frente de mi edificio, precisamente cuando esperaba que el portón se abriera, me di cuenta de que estaba siendo conducida por un hombre, pero no pude visualizar con precisión su rostro, solo sentí un susto que recorrió mi espina dorsal y causó una extraña sensación en mi cuerpo.
Entré, me bajé en el estacionamiento, me paré frente al ascensor y para mi buena suerte, sus puertas se abrieron a penas llamé, me pareció extraño ver ese auto estacionado allí y múltiples preguntas surgieron en mi mente ¿Será que espera a alguien? ¿Pero a quién? Y si es un loco que está vigilándome a mí, pensé nerviosa, ¡Ay Dios mío! ¿Y si es ese hombre que supo donde vivo y comienza a acosarme, me persigue, me viola y me mata?
Bastantes casos había visto y no solo en Investigation Discovery, sino que había conocido de casos llevados y defendidos por mis compañeros abogados penalistas que se trataba de un par de asesinos seriales, dentro de ellos, uno que lo sentenciaron a cuatro cadenas perpetuas por el asesinato de cuatro mujeres, pero luego descubrieron que tenía en su haber más de cuarenta homicidios, se comprobó que el asesino seducía a las víctimas y cuando ganaba su confianza después de tener sexo con ellas, las golpeaba, las abusaba y terminaba estrangulándolas hasta matarlas.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que el ascensor se detuvo en el cuarto piso, sino cuando se abrieron las puertas y entró un hombre, pegué un grito de terror— ¡AAAAHHHHHH! —mi escándalo fue tal que el individuo me miró con una cara de pavor, totalmente asustado, retrocedió unos pasos, mientras yo sentía que mi rostro ardía de la vergüenza.
—Vecino por favor, discúlpeme, es que venía tan concentrada en mis pensamientos, pensando en un caso de asesino serial, que no me di cuenta de que el ascensor había parado y me asusté muchísimo. ¡Qué vergüenza con usted! Pensará que estoy loca, aunque parezca, ¡No lo soy!—exclamé tratando de justificarme, sin percatarme de que con mi actitud afianzaba más esa opinión de mí. A tal punto que el vecino, no quiso subir al ascensor conmigo.
—Yo mejor espero otro, tranquila, mejor es que haga su recorrido sola, para que no se ponga nerviosa—dijo el hombre mirándome con lástima.
Definitivamente pensó que estaba completamente loca y ya no podía argumentar nada en mi defensa, lo más probable es que al día siguiente todos mis vecinos me mirarían con extrañeza, porque creo que incluso mi grito, se escuchó al otro extremo del mundo.
Me bajé en mi piso y entre a mi casa, volví a cerrar la puerta con el pasador y me dirigí a ducharme, mientras mentalmente hacía un recuento de cómo había sido mi día. Después de la discusión con mi jefe. Había terminado de arreglar el expediente, pero la verdad se veía fatal.
Suspiré con impotencia, pensando en una forma de reponer los folios. Repasé por un momento y recordé a un chico que había sido mi compañero en la universidad y a quien poco trataba porque no dejaba de enamorarme y pedirme que me hiciera su novia, hasta que su fastidió llegó a tal magnitud que lo mandé al carajo, además, de que no estaba interesada por los momentos en entablar una relación seria con nadie, aparte de que sentía animadversión por las personas intensas y más si se trataban de hombres calenturientos que no entendían un no por respuesta.
Sin embargo, luego de tanto pensarlo terminé llamándolo, él trabajaba en el registro civil de la ciudad de Los Ángeles, apenas escuchó mi voz me reconoció
—Hola, Damián, ¿Cómo has estado? Te habla…—no me dejó concluir y me interrumpió.
— ¡Por Dios Kadece! ¡Eres tú! Esa voz la reconocería así pasarán ciento de años. Dime ¿Te decidiste a ser mi novia? Claro por eso me llamas, no puedo creer que después de tanto tiempo se me cumpliera el sueño más anhelado. Solo te voy a pedir que me permitas llamar a la chica con la cual estoy saliendo actualmente para terminar mi relación con ella. Pero quiero que te quede claro que ella no significó nada para mí.
Resoplé con fastidio, pero controlé mis ganas de mandarlo a freír espárragos porque después de todo necesitaba de él, pues si acudía a los canales regulares para ubicar lo que necesitaba, tardaría entre dos o tres días si todo me era favorable y lamentablemente para mí el tiempo estaba en mi contra porque al día siguiente comenzaría el juicio.
— ¡Hola, hermoso! Esa atractiva voz es música para mis oídos—expresé con voz coqueta, pues era necesario usar mis artimañas femeninas para que no se negara a mi petición. Todo lo que debía hacer para enmendar mi error, pensé en ese momento.
—Me complace saberlo ¿Cuándo puedo verte? No sabes lo ansioso que estoy por volverte a ver—pronunció el hombre con un tono de voz que percibí como ansiedad.
¡Ay Dios! Tocará aguantar su exceso de atención, cavilé al responderle —Si quieres verme, puedes hacerlo hoy al mediodía. Tengo que llevar mi auto al mecánico, ¿Tal vez quieras recogerme en el taller?—interrogué insegura, para luego agregar—Pero también necesito que me ayudes consiguiéndome unos certificados de nacimiento y de matrimonio de unos clientes, los necesito urgente para un caso con el cual estoy trabajando. Tuve un pequeño percance—volteé los ojos, porque ese hecho tan bochornoso me gustaría borrarlo de mi vida, pero por ahora no me quedaba de otra— unos se me dañaron y hay otra acta que no sé, tengo la corazonada que fue manipulada y aunque la clienta me la va a facilitar quiero compararla con la que me des tú—manifesté mientras le daba todos los datos requeridos.
— ¡Todo eso lo tendrás al mediodía princesa! Ya me pongo a trabajar en eso, sabes que tus deseos son órdenes para mí—respondió Damián con un tono de emoción—No tienes idea de cuánto me alegra de serte útil—me manifestó mi amigo.
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