Mi pequeño caos (COMPLETO) romance Capítulo 47

Yo nunca he sido de enfermarme. Nunca he ido al hospital de emergencia, ni me hice daño jugando- grave, obviamente- y tampoco tuvo algo más importante que los resfríos normales de los niños y uno que otro dolor de estómago que mamá controlaba con una leche caliente y un día en cama.

Nunca me había sentido como me siento ahora.

Desde ayer que me vengo sintiendo extraña. Mi cabeza daba vueltas y estaba tan cansada... mucho más que otros días y eso que con la ayuda de Bren había estado durmiendo mejor y descansando más. También me sentía un poco más con frío y eso que los días ya están mucho más calurosos.

Me quedé dormida entre los brazos de Bren porque era uno de los días que viene a quedarse. Dormí como siempre y pude darle de comer a Matheo cuando tenía hambre. La primera vez que despertó, me sentí un poco mareada, pero lo atribuí a que era porque había estado durmiendo tan profundo que no era mareo sino un poco de aturdimiento. La segunda vez que Matheo despertó y Bren me lo trajo para poder amamantarlo ya sabía que algo no estaba bien. Sentía mucho frío mientras que Bren se quejaba de que hacía un calor de muerte. Mi garganta dolía y mis ojos parecían renuentes a quedarse abiertos. Le pedí a Bren que le diera un biberón con leche que me había sacado esa misma tarde porque no me sentía bien. Obviamente no le dije eso, solo le dije que estaba demasiado cansada.

Ahora, no es Matheo quien me despertó, sino que Bren porque se tiene que ir al instituto. No lo hizo a propósito porque siempre intenta irse lo más callado que puede, pero yo ahora simplemente me desperté cuando dejé de sentir su peso a mi lado.

No se dio cuenta que me había despertado y se fue a dar una ducha rápida. Luego de eso, llega a la habitación en total silencio mientras se pone su mochila en la espalda y se alista para ir a clases. Se da media vuelta para mirarme y sonríe. Ahí se da cuenta de que yo estoy un poco despierta y se acerca a mí, sentándose a mi lado.

-No quería despertarte- me dice con voz suave y melodiosa.

-Lo sé- le respondo y siento mi voz un poco rasposa.

Creo que Bren también lo nota porque frunce el ceño de inmediato y pone una mano en mi frente, tomando mi temperatura. Lo que encuentra parece que no le gusta mucho porque frunce el ceño mucho más.

-Tienes un poco de fiebre- me dice- ¿No te has estado sintiendo bien?

-No, no mucho- le respondo con una sonrisa.

- ¿Por qué no me habías dicho?

-No creí que fuera gran cosa- le digo y él toma mi mano- Y sigo creyendo que no es gran cosa.

-Mejor me quedo contigo- me dice con voz suave, porque ninguno de los dos quiere que Matheo se despierte- Si te sientes mal vas a necesitar ayuda con Theo.

- ¡No! - exclamo- No quiero que te pierdas clases. Tus últimas clases, Bren.

-Eso no me importa- me dice y besa mi frente con dulzura- Quiero cuidarte.

-Y lo haces- le digo con una sonrisa que no me cuesta mucho esbozar- Todos los días a cada hora. Te juro que, si me siento muy, muy mal como para no poder cuidar bien de Matheo, te llamo para que vengas, ¿sí?

Esa idea parece que no le gusta mucho a Bren, pero nos quedamos mirando unos segundos y él finalmente cede. Me sonríe mientras besa mis labios con ternura. Me gusta cómo se siente besar a Bren, mi novio. Incluso, encuentro adorable que no le importe que lo contagie.

Nos separamos y nos damos una hermosa sonrisa. Me gusta estar así con Bren.

-Me llamas cualquier cosa, Cassie- me dice y yo asiento- Y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa.

-Lo sé, Bren. Ve a clases.

-Te quiero mucho, Cassie linda- me dice y besa nuevamente mis labios, pero ahora más brevemente- Vendré en la tarde, después de clases.

-Te estaré esperando, Bren- le digo y él se levanta de mi cama- También te quiero mucho.

Bren me sonríe mientras se despide con la mano. Yo le devuelvo la sonrisa mientras me acurruco entre las sábanas de mi cama. Cuando pierdo de la vista a Bren, quito mi sonrisa de inmediato porque no me siento nada de bien. Mi garganta pareciera como si fuera de lija y creo que hasta ganas de vomitar tengo, un poco.

Solo espero que Matheo dure un poco más dormido. Necesito descansar porque me siento tan, tan cansada... y eso que dormí mucho más que cualquier otra noche después de que mi hijo naciera.

Una siesta y me voy a sentir mejor. Todo lo que tengo que hacer es dormir un poco. Debe ser una gripe pequeña, nada más.

Dormir siempre lo arregla todo.

...

Después de una siesta de tres horas que fue interrumpida por un muy cabreado Matheo con hambre, me doy cuenta de que dormir esta vez lo que hizo fue empeorarlo todo.

Mi cabeza está a punto de explotar, siento mi cuerpo caliente, pero yo tengo frío y, además, mi garganta duele incluso más que antes.

Escucho a Matheo llorar más fuerte y me levanto de la cama. Todo me da vueltas y creo que en cualquier momento me voy a caer. Me afirmo de la cuna de Matheo quien está ahí con su pijama azul con negro llorando tan fuerte que creo que se le van a salir los pulmones.

-Tranquilo, mi amor- le digo mientras lo tomo en brazos con mucho cuidado porque creo que mucha fuerza no tengo- Mami ya llegó, lo siento, bebé.

Me acuesto en la cama y comienzo a alimentar a Matheo quien se queda en silencio de inmediato. Todo lo que tenía era mucha hambre.

Mi hijo está muy despierto y me alegro de que, aunque esté enferma, yo pueda alimentar a Theo porque se lo pregunté a mi doctora antes de que él naciera. Quería estar preparada para todo y me alegro de que haya sido así.

Theo no parece estar enfermo. Está muy despierto y tiene sus hermosos ojos mirándome. Mueve un poco sus piernas mientras come sin parar. Le sonrío, a pesar de que me siento muy mal, él siempre va a poder sacarme una sonrisa.

-Tenías hambre, ¿no, Theo?

Me recuesto un poco mejor en la cama y cierro los ojos por unos segundos. Me siento cansada, mareada y sin energías. Tampoco siento mucha fuerza y me alegro de que Theo sea pequeño. Abro los ojos y miro a mi alrededor. Veo unos puntos negros que no deberían estar ahí. Son molestos y sé que son míos porque se mueven cuando yo lo hago.

Miro a Theo quien sigue despierto, pero come menos desesperado así que tanta hambre no tiene. Ya comió mucho.

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