Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 104

A la tarde siguiente, Lourdes también se enteró de que Édgar y Doria iban a largarse. Por tanto, trajo muchos productos locales para llevar.

Al terminarlo, Lourdes llevó a Doria a la esquina, -Doria, ¿esta vez volvéis para casaros?

Doria se quedó sin palabras.

Se trató de su verdadera intención.

-No.

-No te avergüences, recientemente he visto que Édgar es un buen joven, tiene buena cualidad moral, también es muy rico, guapo, si no lo aprecias, es fácil perderlo.

-Tía Lourdes, yo…

-Doria, fíjame, si tuviera la edad como yo, irías a encontrar que las peleas pequeñas entre vosotros serían como si rascarais una picazón. Para nosotros, son muy dulces. Uf, soy vieja ahora, si pudiera ser 20 años más joven….

Lourdes siguió hablando sin parar, lo que hizo a Doria que no pudiera intervenir en la conversación, así que ella se calló.

Al salir, Doria dio un vistazo al lugar donde vivió un mes. No sabía por qué le dio una sensación de que iba a salir de casa.

Tanto Roxana como Lourdes, incluso los vecinos, todos le habían traído el calor y la cuida que nunca había visto antes.

Al verla apenada de separase, Édgar estaba en la estación, totalmente no la entendió, -No es que nunca salimos, ¿en serio te importa tanto?

Doria retrajo la mirada, silenciosamente soltó un suspiro, -Vale, eres tan cruel que no puedes entender qué significa al despedirse de las personas que se acompañan todos los días.

Édgar se enfadó, -Doria.

Doria soltó una sonrisa adecuada, -Vámonos, Gerente Édgar.

Lourdes quería despedirse de ellos en el aeropuerto. Sin embargo, Doria la rechazó rápidamente para no entristecerse y también por el miedo de que Lourdes pudiera hablar de algo increíble en el coche.

Además, ella sabía, según los caracteres de Roxana y Édgar, que no les gustaría la escena de despedirse como así.

Cuando el coche corrió en la Calle Puente, Doria sintió haber tenido un sueño caliente y cómodo.

Ahora, el sueño terminó.

Debería concentrarse lo más pronto posible que antes, para enfrentarse con lo que iba a pasar en el futuro.

***

Al bajarse del avión, Doria dijo, -Gerente Édgar, hoy quiero regresar a casa primero para empacar las cosas y me mudaré mañana.

-Depende de ti.

Después de decirlo, Édgar se largó.

En realidad, Doria no tenía muchas cosas para empacar. Cuando escapó de la Ciudad Sur, había llevado todo lo que podía llevar. Casi todos los bienes estaban en la maleta.

Ella no quería quedar con él, sino que quería tranquilizarse por la última noche. Era sólo una excusa.

Doria caminó lentamente por el aeropuerto. Al salir, intentó llamar a un taxi, en ese momento, Vicente apareció a su lado, le dijo, -Señora Doria, te llevo a casa.

-¿No quedas con Édgar?

-Gerente Édgar se acude a la empresa, me dice que le envíe a usted.

-Vale.

Al subir al coche e ir a informarle de la dirección, ella encontró que él había introducido la dirección.

Doria lo miró sin palabras.

Vicente soltó una sonrisa.

Sólo se pudo ocular la vergüenza con la risa.

A ella no le extrañó que él supiera dónde vivió. Vicente resolvió todos los asuntos para Édgar. No era normal si no lo sabía.

Ismael dijo, -Mañana te llevaré.

-Vale.

Al día siguiente, estaba lloviendo. Toda la ciudad parecía ser cubierta por una capa gris.

Doria llevaba una ropa negra, se presentó en la puerta de la cárcel con Ismael.

Después de registrarse, la policía los llevó a un cuarto donde estaban las cenizas, -Las cosas y cenizas de Armando están aquí, podéis tomarlas después de firmar.

Ismael firmó. Mirándolos, la policía no pudo aguantar decir, -No espero que Armando tenga los hijos como vosotros, ¡qué suerte!

Desde que se metió en la cárcel, Armando había ocasionado numerosas molestias. Si no fue golpeado, golpeaba a los demás. Siempre dijo que su yerno era el jefe del Grupo Santángel, típico pícaro.

Pero lo que había dicho funcionó, tal como reunió a un grupo para escapar de la cárcel, desafortunadamente, no tuvo éxito.

Después de firmar, Ismael dio un vistazo a las cenizas de Armando, con la boca cerrada.

Doria preguntó, -¿Podemos irnos?

-Claro que sí -la policía se concentró y les entregó las cosas-.

Viéndolos largarse, la policía estaba muy curioso, pensó cómo Armando, este pícaro, tenía los hijos tan buenos.

¿No eran los niños estafados?

Al salir, Ismael dijo, -Voy a terminarlo, regresa a casa a descansar.

Doria se paró un momento. Ismael temía que ella no quisiera enfrentarse con eso. Ella lo sabía, por eso dijo tranquilamente, -Ya murió, no me importaría lo pasado, si me hubiera molestado, no habría venido hoy.

Ismael dio una sonrisa ligera, -De toda manera, estás embarazada, no es adecuado ir al cementerio, está bien irme solo.

-Ismael, estoy bien, no te preocupe.

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