Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1117

No sé cuánto tiempo pasó hasta que Leila oyó el timbre de la puerta, se limpió las lágrimas de la cara y se levantó. Miró a través del ojo de gato hacia la puerta, pero no vio a nadie.

Leila abre la puerta un poco y ve un par de tacones altos sentados a su lado.

Era el par del que acababa de cambiarse.

Abrió la puerta. Pero había silencio a su alrededor, ningún Ismael a la vista.

Leila se agachó y trajo los zapatos.

Fue al cuarto de baño, se cambió de ropa y se quitó lentamente la venda que llevaba en la muñeca derecha.

La vieja herida iba acompañada de una nueva que había cicatrizado, un recuerdo de las pesadillas que la habían acompañado cada día durante años.

Leila abrió la ducha y echó la cabeza hacia atrás, dejando que el agua fría le cayera en la cara.

«¿Puedo empezar de nuevo?»

***

Pronto llegó la hora de empezar la obra.

La primera parada fue en La Ciudad Sur.

Tanto Doria como Claudia acudieron al día del estreno de la obra, trayendo consigo a sus familias.

—Leila sigue en la mejor forma de pie en el escenario, no he visto una luz en sus ojos desde hace mucho tiempo —susurró Claudia.

Doria estaba a punto de asentir cuando llegó la voz de Édgar:

—Es la luz refractada del escenario.

—Si eres tan poco romántico, ¿no puedes callarte? —Doria le tocó con el codo.

—No puedo evitarlo, los consejos son buenos —dijo Édgar.

—Shh —Doria extendió la mano y se llevó un dedo a los labios.

Édgar tiró de la mano de ella y la estrechó en su palma.

Claudia observó la escena y Daniel tomó su mano entre las suyas:

—No tengas envidia.

Cuando terminó la obra y se cerró el telón, Doria y su grupo se dirigieron a la sala de actores.

En el vestuario, Leila acababa de quitarse los pendientes cuando giró la cabeza y los vio, ligeramente sorprendida:

—¿Qué están haciendo aquí?

—Enhorabuena por el éxito de su actuación —Doria le entregó el ramo en la mano.

—Gracias —Leila cogió el ramo y se rió.

—Qué mala eres, no nos avisas de un evento tan grande, casi te quedas sin ver una obra tan maravillosa —dijo Claudia.

—Hay otro mañana, iba a…

—Vale, vale, sólo bromeaba contigo, vamos, comamos, celebrémoslo —Claudia la cogió del brazo.

En ese momento, la asistente llamó a la puerta:

—Leila, es hora de que nos vayamos a la celebración.

—Sí, oh, tienes que ir a cenar con la compañía —Claudia responde.

—Lo siento, no sabía que ibas a volver y se lo prometí —dijo Leila.

—Está bien, cenaremos cualquier día, ve tú, nosotros iremos primero —dijo Doria.

—De acuerdo, entonces iré a cambiarme primero.

***

Leila se quitó la ropa y se dirigía a la puerta cuando vio que Edyth miraba a derecha e izquierda, y se detuvo en seco.

Al mismo tiempo, Edyth la vio y se acercó a grandes zancadas, saludándola:

—Hola, ¿te acuerdas de mí?

—Señorita Edyth —Leila asintió.

—Es bueno recordarlo, por cierto, ¿has visto a Ismael Collazo? Ese es el chico con el que estuve la última vez. Le vi venir aquí y de repente se fue —dijo Edyth con una sonrisa.

«¿Ismael está aquí también? »Leila se sorprendió.Edyth la miró con cierta decepción ante la expresión de su rostro.

—No lo has visto.

Leila retiró sus pensamientos y sacudió la cabeza:

—Sí, sí, la culpa es nuestra también, somos demasiado felices, vuelve y cuídala bien.

Ady sonrió y asintió a modo de saludo:

—Me la llevaré entonces, os molestaré a todos.

Con eso, tomó a Leila de la asistente:

—Déjalo en mis manos.

La asistente dudó, miró a Leila y susurró:

—Leila, el Sr. Ady está aquí…

Al oír esto, Leila pareció despejarse un poco, retiró la mano de Ady y le dijo a Milla, la asistente:

—Vamos.

Milla se apresuró a ayudarla a alejarse. Ady volvió a sonreír a la tropa y la siguió con paso firme. La asistente ayudó a Leila a entrar en el coche y Ady dijo:

—Tú te sientas delante, yo la cuidaré detrás.

—Mejor no, Leila está borracha en este momento, no sería bueno que te vomitara encima…

—No me importa, ¿qué te importa? —Ady parecía estar un poco enfadado.

Milla, la asistente, era una chica, y cuando él fue tan mezquino, no se atrevió a seguir insistiendo, así que sólo pudo avanzar lentamente.

Ady se sentó junto a Leila y estaba a punto de cerrar la puerta cuando se bloqueó:

—Señor Ismael, ¿qué significa esto?

—Parece que el Sr. Ady es más acosador de lo que pensaba —Ismael le miró fríamente.

—Cuando dices eso, tengo curiosidad, ¿cuál es tu relación con Leila? ¿Por qué estás siempre cerca de ella? No parece lógico, ¿verdad?

—No tengo que explicarte cuál es mi relación con ella —Ismael dijo, —Sal del coche.

—No creo que te toque a ti encargarte de eso.

Ismael miró a la asistente de Leila, con voz fría:

—Puedes llamar a la policía.

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