Caminando por el centro comercial, aunque ambos llevaban gafas de sol y sombrero, su aspecto era demasiado impresionante, por lo que atraían muchas miradas de reojo.
Leila tiró de Ismael con ella y se apresuró a ir al ascensor.
Ismael tomó su mano entre las suyas y la estrechó en su palma.
Cuando Leila reaccionó, su mano no pudo ser retirada. Tras varios intentos, tuvo que desistir y se quedó mirando el botón del ascensor, diciendo de forma un tanto desconcertada.
—¿A dónde vamos?
—El cine —Ismael pulsó el quinto piso.
Al escuchar esas palabras, Leila recordó la película que nunca pudieron ver.
Agachó la cabeza, sin saber qué estaba pensando.
El ascensor se detuvo en el primer piso y entraron algunas personas.
Ismael tiró de Leila detrás de él.
Los ojos de Leila viajaron desde la mano que sostenía la suya, de arriba abajo, observando su espalda.
Siempre lo hacía, siempre solía ponerse delante de ella, fuera la hora que fuera.
Pronto el ascensor llegó al quinto piso y las personas que estaban delante de ellos bajaron una a una.
Ismael cogió a Leila de la mano y se dirigió al cine.
Encendió su teléfono, seleccionó una película con la sede más cercana y se dirigió al autoservicio de entradas.
—Voy a buscar algo de beber —Leila susurró.
—Yo iré —Ismael le entrega el billete.
Poco después, Ismael vuelve con dos refrescos y mira la hora.
—La película está a punto de empezar, entra.
Leila acababa de decir que sí cuando se dio cuenta de que él la cogía de la mano.
Una vez dentro de la sala de proyección, sus asientos estaban al final.
Como era fin de semana, había muchas parejas que venían a ver la película y no tardó en llenarse.
Inmediatamente después, comenzó la película.
Era una película de animación extranjera.
Durante la película, la mano de Ismael sostenía la suya, y Leila se inclinó un poco y dijo en una voz que sólo podían oír dos personas.
—Quiero un poco de agua.
Ismael retiró la mirada, le soltó la mano y le entregó el agua.
Leila cogió el agua, se bajó las gafas de sol y bebió unos sorbos, justo antes de desenroscar la tapa y ponerla a su lado, Ismael le cogió de nuevo la mano y la puso en su regazo.
La palma de su mano era cálida y fuerte, y podía sentir vagamente el latido del pulso.
Los labios de Leila no pudieron evitar levantar algunas comisuras mientras devolvía suavemente el agarre.
Dos horas después, la película terminó.
Leila e Ismael fueron los últimos en salir, era la hora de cenar y el centro comercial estaba abarrotado.
Ismael la cogió de la mano y se dirigió directamente al aparcamiento subterráneo.
—¿No quieres comer antes de irte? —preguntó Leila.
—Come en otro lugar.
***
Leila había oído hablar de un amigo que había abierto un nuevo restaurante musical Sky Garden en la Ciudad Sur, pero nunca había estado allí.
No fue hasta que se sentó aquí que se dio cuenta de cómo este lugar podía ganar una miríada de seguidores.
Mirando hacia abajo desde tu asiento, casi podría contemplar toda la Ciudad Sur por la noche, con un espectáculo de luces en una gran pantalla no muy lejos.
Abajo, las luces de la calle parecían una cadena de estrellas engarzadas, emitiendo un tenue resplandor que se prolonga.
Y a su alrededor no parecía haber más invitados que ellos:
—No vas a empacar el lugar, ¿verdad? —Leila retiró la mirada.
—Este lugar es propiedad de Daniel, y hablé con él de antemano, así que está cerrado para los clientes esta noche —dijo Ismael.
—¿Daniel es realmente el dueño de este lugar? —le impactó más que el hecho de que el lugar estuviera fletado.
—Tenía que encontrar algo que hacer —dijo Ismael.
Leila sintió curiosidad al pensar en ello:
—Va a volver a dejar la Ciudad Sur después de un tiempo. — continuó Ismael.
—Lo entiendo, está bien —tras una pausa, Leila aún preguntó, —¿Cómo os conocisteis?
—Ella creció en el extranjero, y el señor Figueroa fue allí la vez que fue a Inglaterra hace dos años.
—¿Así que se enamoró de ti a primera vista?
—No lo sé —Ismael la miró y le dijo, palabra por palabra, —Pero lo que sí sé es que me enamoré de ti a primera vista.
Leila no recordaba bien la primera vez que se habían visto y dijo:
—¿Y recuerdas lo que llevaba puesto la primera vez que nos vimos?
—Un vestido blanco, una coleta alta y un bolso de lona.
Leila estaba un poco desconcertada.
Recordó vagamente que la primera vez que ella e Ismael se habían encontrado, habría sido para cenar con Doria y Claudia y las niñas.
«¿Es eso lo que llevaba puesto ese día? Eso no puede estar bien.»
«Eso es lo que llevaba en la universidad.»
En un intento de no hacer evidente que podría estar envejeciendo y que su memoria se estaba desvaneciendo, Leila tomó su vaso y dijo vagamente:
—Tal vez, me parece recordar un poco…
Ismael la miró y sonrió.
Porque era imposible que lo supiera.
Cuando terminaron de comer, la música había cesado en algún momento.
La noche en el exterior era un flujo constante de luz.
Leila se inclinó sobre la barandilla, con los ojos cerrados, disfrutando de la suave brisa del atardecer, e Ismael se inclinó junto a ella.
—No creo que hayamos terminado por hoy.
Leila giró la cabeza para mirarle, insegura, y en un momento, Ismael la besó.
El beso era diferente al de la noche en que él acababa de regresar y entrar en su casa, y al de los besos rápidos que le habían robado de vez en cuando durante los últimos días.
Tomó la punta de su lengua, poco a poco, cada vez más profundo, suave y poderoso, hasta que engulló todo su aliento.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...