Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1175

Cuando terminó el baile, Yasna se había enterado del baile que Leila había hecho con ese tal Ismael y había querido venir a preguntarle a Leila, pero había buscado por todo el salón y no la había visto.

Yasna se agarró al brazo de Johanna y se preguntó:

—¿Dónde está Leila? Cómo es que no la veo por ninguna parte.

Johanna no tuvo que pensar para saber lo que Leila había hecho. Dijo:

—Leila tuvo que irse por un tiempo, me pidió que te lo dijera.

—Iba a preguntarle cómo era bailar con el señor Ismael, pero ay —lamentó Yasna.

—Te lo dije, le gustan las hermanas —dijo Johanna.

***

Cuando bajaron las escaleras, Leila miró la luna y una sonrisa apareció en su rostro:

—Se está mejor fuera, dentro hay demasiado ruido.

Ismael le cogió la mano:

—¿Has comido algo esta noche?

—No —Leila retiró la mirada y negó con la cabeza.

—Te llevaré a algún sitio.

—¿Dónde…

Antes de que pudiera decir nada, Ismael ya la estaba apartando y subiéndose al coche aparcado a su lado.

La brisa nocturna era agradable, probablemente porque era otoño, y el aire estaba húmedo y cálido, pero no frío.

No tuvo mucho tiempo para soplar, sin embargo, antes de que Ismael cerrara la ventana de golpe.

Leila recordó la lección que había aprendido la última vez y no dijo nada, sino que encendió el equipo de música del coche, que al instante llenó el vehículo con el suave sonido del piano.

Después de escuchar un rato, Leila recordó algo de repente:

—Por cierto, hoy he conocido a Claudia abajo.

—Iba a decírtelo esta noche, pero no esperaba que os conocierais tan pronto —Ismael enarca ligeramente las cejas.

—Ha estado bien, me ha dicho que en el futuro traerá a Juancho a jugar conmigo más a menudo —dijo Leila.

—No fue tan agradable —dijo Ismael.

Leila se rió y añadió:

—Johanna me dijo que un medio de comunicación consiguió una foto de Ady y yo en el hotel, pero fue interrumpida, creo que fuiste tú.

—Ya me ocupé de eso, no te preocupes.

—No me preocupan las fotos, sólo me preguntaba cómo te sentirías cuando las vieras.

Ismael se apartó a un lado de la carretera y Leila miró al frente y dijo:

—En realidad, llevo tantos años en la industria del espectáculo que estoy acostumbrado a las tácticas que pasan desapercibidas y sé que a veces una sola foto sin confirmar, un rumor vacío, puede arruinar toda la carrera de un actor.

—Entra y echa un vistazo.

Era tarde, la mayoría de los estudiantes habían vuelto a la escuela y había poca gente en el callejón.

Algunos de los propietarios de las tiendas fueron cerrando una a una.

Leila siguió su memoria y se dirigió a su tienda favorita de patatas fritas.

La tienda, que había cerrado hacía mucho tiempo, había puesto luces hacía tiempo, y el letrero de la puerta era el mismo que hacía unos años.

¿Era el anterior propietario el que había vuelto?

—Dos patatas fritas —Leila entró.

—Vale, un momento —el hombre de dentro contestó.

Leila encontró asiento y miró a la atareada figura que había dentro, sólo para darse cuenta de que no era la misma de antes.

Apartó los ojos e inclinó ligeramente la cabeza, preguntándose qué estaría pensando.

Pronto, dos pedidos de patatas fritas estuvieron listos y se los sirvieron.

Ismael desenvolvió los palillos y se los dio.

Leila las cogió, dio un mordisco a las patatas y, de repente, se quedó inmóvil, con los ojos llenos de asombro.

—¿Ese es el sabor que querías comer? —le preguntó Ismael.

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