Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 1180

Leila caminó sin rumbo por la calle durante un buen rato antes de plantarse por fin debajo del Grupo Daria.

Miró hacia el edificio, la luz del sol se reflejaba en el cristal y le costaba mantener los ojos abiertos.

Leila se quedó un rato abajo, viendo que era casi mediodía, y fue al restaurante de al lado a preparar algo de comida.

Cuando llegó al despacho de Ismael, éste seguía reunido y no había regresado.

Leila dejó la comida empaquetada en la mesa de café y se sentó en el sofá, hojeando el itinerario que le había enviado su ayudante Milla.

La película de Blanco empezaba la semana que viene y la verdad es que había bastante trabajo.

Leila repasó el itinerario y luego llamó a Eliseo Mastache para informarse sobre el pago de la pensión alimenticia a Lisbet.

El teléfono sonó durante un buen rato y finalmente contestó Luisa García.

Luisa García, que estaba muy callada al otro lado, tapó el auricular y dijo:

—Señorita Leila, Eliseo está en el juzgado ahora mismo, ¿qué puedo hacer por usted?

—No mucho, le llamaré más tarde —Leila hizo una pausa.

—Le diré que te llame más tarde, cuando termine su juicio —añadió Luisa.

—Vale, gracias.

Leila colgó el teléfono y buscó en Internet las disposiciones legales pertinentes. Justo cuando estaba absorta en su lectura, se abrió la puerta del despacho.

Ismael la miró y enarcó las cejas:

—¿Cuándo has llegado?

Detrás de él, el asistente cerró la puerta y se marchó, Leila guardó su teléfono:

—Acabo de llegar hace un rato, tengo algo de comida abajo, ¿has almorzado?

—No —Ismael se acercó.

Leila desenvolvió la bolsa de papel y abrió la caja de comida:

—Está muy bien, deberías comer, hace tiempo que lo compré, se enfriará si no lo haces.

—¿Fuiste al estudio de mi hermana esta mañana? —Ismael se sentó a su lado.

Leila asintió suavemente:

—¿Qué era?

—Cosas del trabajo —Leila dijo, —Al menos yo soy una de las tres accionistas, así que hay mucho que discutir con tu hermana.

—¿Has terminado? —dijo Ismael.

—Casi —Leila le entregó los palillos sin empaquetar, —¿Siempre te quedas hasta tan tarde en las reuniones?

Ismael levantó una mano para pellizcarse la frente:

—Tampoco.

Tras la marcha de Stefano Carvallo, el Grupo Daria tuvo un nuevo responsable. Pero fueron tres años de estancamiento, con muchos proyectos que rehacer y muchos recursos humanos y materiales que invertir.

Y no son algo que pueda solucionarse en poco tiempo.

—Estoy segura de que podrás hacerlo todo en el menor tiempo posible —dijo Leila.

—¿Tanto confías en mí? —Ismael levantó los ojos para encontrarse con los de ella.

—Por supuesto, hay infinitas posibilidades cuando eres joven.

Ante esas palabras, Ismael sonrió:

Leila observó el cambio en su rostro, sin saber lo que estaba pensando, y le puso la comida en las manos:

—Come primero, come antes de tener fuerzas para seguir trabajando.

—¿No vas a comer? —le preguntó Ismael.

—Comí un poco de fruta, tengo una entrevista esta tarde y no puedo comer demasiado —dijo Leila.

—¿Qué entrevista?

—Los medios de comunicación con los que trabaja el teatro están haciendo entrevistas a personalidades del teatro, sólo falto yo —Leila dijo mirando la hora, —Tengo que ir, come tú primero.

—Mi instinto me dice que no debe ser bueno que me estés buscando.

—No es algo bueno en realidad —Leila giró su silla para mirar a Eliseo y Luisa, —Tengo una duda legal que necesito consultar.

—Adelante.

Leila reunió sus pensamientos y habló:

—Mis padres se divorciaron cuando yo tenía nueve años. Mi madre se volvió a casar en el extranjero y, en los veinte años transcurridos desde entonces, nunca ha regresado a Ciudad Sur y su contacto conmigo ha sido escaso. Pero ahora ha vuelto y me exige que le pague ochocientos millones de pensión alimenticia.

—¡Ochocientos millones! —Luisa se levantó sorprendida por las palabras.

Leila asintió suavemente.

—¿Estás segura de que esto es una demanda de pensión alimenticia y no un chantaje? —preguntó Eliseo.

—¿Así que no estoy aquí por ti? —Leila se rió ligeramente.

—Según el artículo 36 de la ley de matrimonio, y el artículo 109 del Código Civil, los hijos están obligados a mantener a sus padres aunque se divorcien, pero esto…

—Dijo que comprobó mis bienes y dijo que tenía bienes invisibles —dijo Leila.

Tanto Eliseo como Luisa se sumieron en el silencio, preguntándose una vez más si se trataba de una petición de pensión alimenticia o de un chantaje.

—¿Qué piensas ahora? —preguntó Eliseo.

—Demanda, y paga como la ley decreta.

—En tu caso, si puedes demostrar que tu padre ha sido tu fuente de sustento desde que tus padres se divorciaron y tu madre no ha pagado ninguno de tus gastos de manutención ni ha tenido ningún trato económico, la pensión alimenticia no será mucha.

—No importa cuánto, no quiero que lo use para interferir en mi vida otra vez.

—En realidad esto es algo… si ella realmente está detrás del dinero, entonces incluso si el tribunal lo concede y usted paga la pensión alimenticia, no terminará si ella no recibe tanto como ella quiere —dijo Luisa.

—La ley sólo puede dictar sentencias, no puede ocuparse de asuntos tan domésticos —Eliseo añadió, —¿Por qué no hablas con Ismael y ves cómo se soluciona?

Leila estaba muy desconcertada, «¿Cómo es que hasta ellos saben de mi relación con Ismael?»

—Sí, si lo estropeamos será noticia social —Luisa asintió.

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