Tras salir del estudio de Doria, Leila caminó sola por la calle, mirando la ajetreada y bulliciosa calle, ligeramente perdida en sus pensamientos.
Al cabo de un rato, sonó de repente su teléfono móvil, una llamada de la dirección del piso donde se alojaba antes:
—Señorita Leila, hay una señora aquí que dice ser su madre y no puede localizarla, así que…—
Lisbet había cogido el teléfono antes de que la administración de la propiedad pudiera decir nada.
—¿Te has mudado? —preguntó Lisbet.
—Sí.
—¿Crees que evitándome así vas a ayudar? No importa dónde te mudes, yo soy tu madre y tú eres…
—Nos vemos en el café de abajo de casa en media hora —dijo Leila.
Tras las palabras, Leila colgó el teléfono enseguida.
Por otra parte, Lisbet devolvió el teléfono a la propiedad y salió del barrio.
Cuando Leila llegó al café, Lisbet ya estaba sentada allí, mirando a Leila con los brazos alrededor del pecho:
—Lo has descubierto, ¿verdad?
—¿Fuiste al Grupo Santángel otra vez? —Leila se sentó frente a ella.
Lisbet se enfadó al oírlo:
—¿Por qué no hablas con tu jefe, por qué no puedo entrar? Eres una gran estrella, ¿así te tratan en tu empresa?
—No es asunto tuyo cómo me tratan en la empresa.
—Tú…
—Te lo vuelvo a repetir, no me voy a librar de mi contrato y no me voy a ir de aquí, y si vuelves a ir al Grupo Santángel a poner problemas, haré que llamen a la policía enseguida —dijo Leila.
—¡No te atrevas! —Lisbet dijo, con sorna, —Puedes llamar a la policía si quieres, que vengan tus fans y vean que en realidad quieres enviar a tu propia madre a la cárcel.
—No quiero hablar contigo de estas tonterías, sólo dilo, ¿qué quieres? —Leila estaba un poco cansada.
—Lo hago por tu bien, ¿qué quieres decir? —Lisbet frunció el ceño.
—Si realmente lo hicieras por mi bien, no habrías vuelto a verme después de todos estos años —Leila dijo, —Ahora ha afectado seriamente a mi trabajo y a mi vida, y si vuelve a ocurrir, llamaré de verdad a la policía.
El rostro de Lisbet se endureció:
—Leila, ¿sabes de lo que estás hablando? Soy tu…
—Todos estos años, pero si hubieras cumplido con tu deber de madre por un día, no estaríamos aquí sentadas.
Lisbet agarró su vaso y se recostó lentamente en el sofá, mirando a Leila:
—Bien, dame ochocientos millones y no volveré a molestarte.
Leila se rió a carcajadas. No estaba claro si se reía de sí misma o de Lisbet.
Édgar tenía razón, Lisbet había vuelto con un propósito.
—Llevas tantos años ardiendo, y he comprobado tu patrimonio desde que volví, que este dinero podría ser pan comido para ti —dijo Lisbet.
—¿Por qué debería dártelo? —el tono de Leila era tranquilo.
—Ya que quieres trazar una línea conmigo, ésta es la mejor solución... ¿Supongo que no le darás a tu padre menos dinero cada mes? Te di a luz y te crié, eso es lo que merezco.
—Desde que mi padre se casó, no ha aceptado ningún dinero de mí —Leila dijo, —Tú me diste a luz, tengo la obligación de mantenerte, puedo enviarte dinero regularmente, pero de ninguna manera te daría 800 millones, sin mencionar el hecho de que no tengo esa cantidad, incluso si la tuviera, no te la daría.
Lisbet sacó una carpeta de su bolso y se la puso delante a Leila:
—Como te he dicho, he comprobado tus bienes, estos son sólo los que se ven, debes tener bastantes más bienes invisibles, y he oído que aún tienes acciones en el Estudio Estrella.
Leila sintió que hablar con ella sería infructuoso y se levantó y dijo:
—¿Por qué no vas al juzgado y me demandas, y te daré la pensión alimenticia que dicte el juzgado?
—¿Crees que te servirá de algo hacer un escándalo de esto?
Edyth negó con la cabeza:
—No me enteré, y…
Había oído que el equipo de relaciones públicas del Grupo Santángel había ido a ver a Ady por alguna razón, y no sabía de qué había tratado la conversación.
Pero ahora que Ady estaba siendo vigilada por el bando del Grupo Santángel, tampoco podía ser su ayudante.
Lisbet le dio unas palmaditas en la mano, diciéndole que se lo tomara con calma, y ella se quedó pensativa un momento:
—Encuentra una oportunidad, invítala a salir y déjame el resto a mí.
—Lisbet…
—No te preocupes por eso, te prometo que después de este tiempo, ella definitivamente se alejará de ese chico que te gusta.
Era sólo una pequeña actriz, lo más importante ahora era separarlos a los dos.
—Vale, pensaré en algo —Edyth asintió.
—Edyth, por parte de tu abuelo, ¿cómo está la salud? —Lisbet hizo una pausa y añadió.
—No he oído hablar de malestar últimamente, así que creo que está bien —dijo Edyth.
—Bueno, ¿a ver cuándo me viene bien encontrarme con él?
Edyth dudó un poco:
—No sé cómo se enteró de lo que hice la última vez, y no me ha visto ninguna de las dos veces que he ido a verle.
Pero inmediatamente después, añadió:
—Mi abuelo siempre ha pensado que fue mi cuñada quien cuidó de mí todos estos años, y te está agradecido, así que debe estar dispuesto a verte.
—Eso está bien —Lisbet respiró aliviada.
—Entonces, tía, ¿puedes ver a mi abuelo después de arreglar mis asuntos? —dijo Edyth.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...