Tras cerrarse la puerta, el ambiente de la sala cambió al instante.
Pasó del nerviosismo inicial de temer que Vanesa descubriera que dormían en camas separadas a la vergüenza.
Aunque Neria no podía ver su aspecto ahora, podía sentir lo roja que estaba su cara.
Hacía tanto calor que estaba a punto de quemarse.
Abraham se levantó tan rápido como pudo, aún con aquellas dos palabras:
—Lo siento.
Neria también se incorporó a toda prisa y dio explicaciones por lo que acababa de hacer:
—Tenía miedo de que mamá…Vanesa se enterara, por eso…
—Lo sé.
Tras las palabras de Abraham, la sala volvió a quedar en silencio.
Neria sintió que se le ponía dura de vergüenza mientras se daba la vuelta bajo las sábanas:
—Me voy a la cama entonces.
—Buenas noches —pasó mucho tiempo antes de que se oyera una voz detrás de ella.
Al oír a Abraham volver al sofá, Neria exhaló lentamente y cerró los ojos con lentitud.
Pero este pequeño episodio no terminó ahí.
A la mañana siguiente, después del desayuno, cuando Abraham se había marchado, Vanesa preguntó a Neria:
—¿Os peleasteis anoche?
—No —Neria se quedó mirando.
—¿Entonces por qué durmieron separados?
Neria estaba a punto de explicarse cuando Vanesa dijo:
—No teníais mucho afecto cuando os casasteis, me di cuenta enseguida. Pero había pensado que podríais desarrollar una relación poco a poco viviendo juntos después de casaros, pero no esperaba eso…
No esperaba ver eso.
—Mamá, lo has entendido mal, no hemos dormido separados, eso es…
En ese momento, llegó la doncella y dijo:
—Hay alguien afuera que quiere visitarnos, dice que es la hermana de la Sra. Neria.
Nemecia había sufrido ayer una gran pérdida por culpa de Neria y, naturalmente, hoy venía a ver a Neria.
Vanesa, ajena a la situación, se rió al oír que era la hermana de Neria y dijo:
—Date prisa e invita a la persona a entrar.
Neria frunció ligeramente los labios.
Pronto, Nemecia apareció en la casa, conducida por la doncella.
Para variar de su habitual carácter mandón, parecía comportarse especialmente bien.
—Sra. Vanesa, está usted tan bien cuidada que cualquiera diría que es la hermana de Neria si no lo supiera.
Vanesa agitó la mano, pero con placer.
—Tengo entre cincuenta y sesenta años, soy viejo aunque me cuide mucho.
—No, no eres viejo. En cuanto te vi, sentí que eras muy querido, me sentí como de la familia.
dijo Nemecia, sentándose junto a Vanesa y abrazándola cariñosamente por el brazo.
Vanesa charló con ella unos instantes antes de volver a mirar a Neria.
—Creo que tú y tu hermana no se han visto en mucho tiempo también, deja que se quede a cenar hoy, sólo para que ustedes hermanas puedan quedarse un poco más también.
Sin esperar a que Neria dijera nada, Nemecia perdió la voz y dijo:
—En realidad, Neria y yo nos conocimos ayer, es sólo que…
Estaba claro que Vanesa no tenía intención de decirle tonterías y llamó a Neria.
—Ven conmigo un momento.
Con eso, Nemecia volvió a sonreír.
Al salir, miró a la familia Valerio con resignación en los ojos.
¡Todo esto debería haber sido suyo!
Cuando volvió anoche, cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que la dueña del Estudio Estrella, la mujer del presidente del Grupo Santángel, era de quien se había enamorado Abraham.
Arriba, Neria agachó la cabeza y no dijo ni una palabra para defenderse, pero fue Vanesa quien habló con tanto odio.
—¿Por eso dormisteis separados ayer?
Neria levantó la vista, con ojos ligeramente confusos.
Vanesa suspiró y se culpó a sí misma:
—Es cierto que yo también tengo la culpa de este asunto, no te lo dije de antemano, es sólo que ha pasado tanto tiempo desde que sucedió, que había pensado que no tendrías la oportunidad de conocer…
Sólo después de oírla decir esto, Neria habló lentamente.
—Mamá, no es como dijo mi hermana, no me molestó ver a la señora Doria, ni perdí los nervios con ella, al contrario, la señora Doria me ayudó y me dio mi regalo de bodas, los dos collares que tienes, también son de ella.
No es que Neria no supiera explicarlo, es que desde niña, Gaspal siempre había favorecido a Nemecia y Nemecia era buena actriz, así que con el tiempo se había acostumbrado y no se molestaba en explicarlo.
Pero después de estos dos meses juntas, Vanesa había sido muy amable con ella y realmente consideraba a Vanesa como su madre.
Vanesa volvió a suspirar al oírla decir eso, y cogió la mano de Neria y la acarició:
—Ella y Abraham casi estuvieron juntos una vez, fue un error y pasaron demasiadas cosas. No le des muchas vueltas, llevan mucho tiempo sin estar en contacto, y no te enfades con Abraham por eso.
—Mamá, no lo hice —Neria se ríe.
—Eso está bien, ¿podemos llevar a Abraham a la cama hoy? Está refrescando y hace frío, siempre duerme en el sofá y tiende a resfriarse —dijo Vanesa.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...