Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 150

Édgar asintió, bajó su brazo y desvió su mirada hacia el coche negro que había quedado casi destruido por el golpe.

Preguntó con tono frío, -¿De quién es el coche?

-Aún se está investigando -Vicente contestó-. Pero parece que esta noche hay muchos movimientos, incluida la familia Collazo. Pero parece que la familia Collazo no va a hacer nada, supongo que ellos solo quieren llevarse a la señora.

Vicente se detuvo unos segundos y continuó, -Esta noche el señor Saúl en principio tenía preparado llevarse a la señora, nosotros también estábamos vigilando sus movimientos, pero nada más ellos han bajado, nos ha aparecido unos accidentes. Cuando llegamos, los hombres del señor Saúl ya estaba en el suelo, y la señora ya se la habían llevado. Todavía no sé quién quiere llavar a la señora...

Édgar avanzó con grandes pasos y se dirigía al hospital, su expresión era fría, -A parte se ella, quién va a ser entonces.

Vicente sabía a quién se refería, de modo que no continuó hablando.

La operación duró por lo menos diez horas. Édgar estaba esperando fuera en la puerta, no se alejó ni un segundo.

Briana estaba en la esquina y lo vio con las manos llenas de sangre sentado ahí. Se asomó y se mordió los labios, después de volvió de nuevo y miró la luz de la sala de quirófano.

Una vez que Doria saliera bien. Entonces, ¿qué significaría Briana? Aunque él había aceptado casarse con ella, en el fondo, nunca le había tratado como una esposa, más bien parecía un objeto de beneficio, para él, no había ningún sentimiento entre ellos.

Sin saber exactamente cuándo, Édgar solo empezó a preocuparse por aquella mujer.

Briana respiró profundamente y se marchó.

“No me voy a rendir así, algún día, conseguiré el respeto que debo tener como señora Santángel.” pensó ella.

***

Cuando Doria se despertó, en trance, veía todo blanco. Intentaba abrir los ojos costosamente, pudo recuperar la vista después de un buen rato.

Poco a poco, olía el olor a alcohol y también escuchaba los pitidos del monitor de signos vitales al lado. Doria quedó así en perplejo durante mucho tiempo, hasta que recuperó paulatinamente sus recuerdos. De repente, recordó algo y puso su mano sobre su barriga. Pero ahora ahí estaba ya plana, solo quedaba una capa gruesa de gasa.

Sin saber de dónde sacó las fuerzas, ella se sentó y quiso bajar de la cama. En ese momento, La puerta de la habitación se abrió y Édgar apareció ante ella. Su expresión cambió un poco cuando vio la escena que tenía ante sus ojos, entonces avanzó en pasos grandes, cogió sus hombros y la volvió a empujar hacia la cama, -¿Qué coño estás haciendo? -Dijo mientras apretó el timbre de emergencia de la cama.

Doria levantó su cabeza y, con una cara pálida y una mirada más vacía que nunca, preguntó, -Édgar, ¿y mi bebé?

Él desvió su mirada hacia un lado y dijo suavemente, -Ya no está.

Doria lo miraba fijamente e insistió, -¿Qué quieres decir que ya no está?

Édgar no contestó.

Ella agarró su hombro y con un tono áspero y desesperado dijo, -Dímelo, ¿qué quiere decir que ya no está? Édgar Santángel, me lo prometiste, me prometiste que me dejarías tenerlo, me prometiste que no le ibas a hacer daño… Me lo prometiste…

-Ya está -la abrazó, intentando calmarla-. Tranquilízate un poco.

Doria poco a poco dejó de empujarlo, todo parecía tan impotente.

Después de un rato, sonó de nuevo su voz fría y tranquila, -Édgar, por fin has conseguido lo que querías, estás contento, ¿no?

Édgar tensó un poco el cuerpo y apretó su mandíbula, su voz imperturbable y desafecta sonó, -¿Eso piensas de mí?

-¿Acaso no es así?

Doria lo apartó y de repente hizo muecas, -Desde que supiste que estaba preñada, no has parado de pensar en cómo matar a este bebé, por ello, incluso me has trasladado la mitad de dinero del Grupo Santángel. Pero ahora ya está, todo ha acabado, tampoco tendrás que preocuparte que tu posición sea amenazada por el bebé que aún no ha nacido.

Édgar tenía muy mala cara, -Doria, sé que ahora estás muy triste, así que no voy a discutir contigo, descansa.

-Pues pido por favor al Gerente Édgar que lo discuta conmigo, de todos modos, ya no quiero vivir -se detuvo un segundo y continuó-. Por cierto, ¿tu prometida sabe que el Gerente Édgar está aquí? Un chico y una chica a solas en una habitación puede crear malinterpretaciones, así que pido que te vayas, si quiere acabar conmigo, también busque a otra persona para hacerlo.

-¡Doria Aparicio!

Él forzó la mandíbula.

Doria ya no tenía fuerzas para decirle nada, le dio la espalda y no volvió a decir nada más. Édgar apretó el puño mirando su espalda, quería decir algo, pero solo apretó los labios y se marchó.

Cuando escuchó el sonido de la puerta al marcharse, Doria ya no pudo contener sus lágrimas. Poco a poco, empezó a resonar su lloro en la habitación.

Durante los últimos siete meses, ella hacía cuidadosamente cada cosa, ya que todo lo que quería era simplemente para el bebé de su barriga. Pero, aun así, ellos no la habían dejado en paz, todos la trataban como una máquina de embarazo, por este bebé podían hacer cualquier cosa.

Sin embargo, nadie había pensado que ella también era humana, una persona de carne viva. Ella ya había cedido mucho, pero finalmente no pudo proteger al bebé. Era todo como hacía tres años. La vida le demostraba una y otra vez lo inútil que era.

Ella era una persona débil e impotente. “¿Acaso solo merezco ser controlada por aquellos que tienen poder?” pensó ella.

Doria cerró los ojos, y sus lágrimas cayeron silenciosamente en su almohada.

Poco después, vino una enfermera para atenderle la herida de nuevo, y dijo, -Para tu situación no te muevas mucho, has tenido un gran accidente, aún estás en observación.

Doria miró hacia fuera de la ventana y no contestó.

La enfermera añadió, -En aquel momento la situación era muy peligrosa, solo podíamos elegir entre salvarte a ti o al bebé, tu marido no dudó en salvarte a ti, él te quiere. Además, aún sois jóvenes, más adelante podéis tener otro…

Doria dijo, -Él no es mi marido.

La enfermera no se esperaba esa respuesta, se asombró un poco y preguntó, -¿Novio?

-Tampoco.

La enfermera fue consciente y ya no siguió preguntando.

Después de un silencio, Doria volvió a hablar, -¿Y el hombre que ha venido conmigo? ¿Cómo estás?

-Su situación es más grave, aún está en la UCI.

Doria asintió y dijo, -Gracias.

Inesperadamente, al fin y al cabo, José la salvó. Parecía que el destino estaba burlándose de ella.

Antes de que la enfermera se marchara, volvió a insistir, -Ya no te muevas, si necesitas algo toca el timbre de emergencia, yo estaré todo el rato fuera.

-Vale -contestó Doria. Cuando la enfermera se dio la vuelta, añadió-. ¿Puedes prestarme tu móvil? Quiero contactar con mi amiga para decirle que estoy bien.

-Pues esto… -la enfermera dudó un poco.

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