Cuando Claudia se despertó, vio que Doria ya no estaba en la cama. Se asustó y de un instante se sentó, buscó por toda la habitación, pero no la encontró.
Claudia rápidamente salió de la habitación corriendo, quería buscar a la enfermera para preguntarle, pero vio a Édgar acercarse. Ella quería humillar a este maldito hombre, pero ahora no era momento, y dijo apresuradamente, -Gerente Édgar, ¡Doria ha desaparecido!
Los pasos de Édgar se detuvieron y su rostro se volvió frío, se dio la vuelta y le dijo a la enfermera, -¿Dónde están las cámaras?
La enfermera enseguida los llevó. Pero en los vídeos solo desmostraba que Doria salió de la habitación y se dirigió hacia la salida de emergencia, después no volvió a aparecer.
Claudia frunció el ceño y dijo en voz baja, -¿Adónde ha ido con ese estado de salud? ¿No se habrá desmayado en algún lugar?
Vicente añadió, -Gerente Édgar, nuestra gente ha estado todo el rato vigilando en la puerta del hospital, no han visto a la señora salir.
Eso quería decir que Doria seguía en el hospital.
Édgar apretó los labios y retrocedió, después se marchó rápidamente.
Claudia miraba su espalda y dijo, -Eh -Pero ya se había marchado.
***
Édgar subió al ático, y su cuerpo esbelto apareció ante sus ojos.
Ella sostenía la barandilla, balanceaba por el viento, como si se fuera a caer enseguida.
Él se acercó poco a poco, -Doria, ¿qué vas a hacer?
Ella miraba hacia delante, ni siquiera se giró, su voz parecía débil, -¿Qué hace aquí, gerente Édgar?
-Te estoy preguntando.
Doria parecía haberse reído, después dijo suavemente, -¿Qué cree que voy a hacer, gerente Édgar? ¿Saltar y suicidarme? Creo que ha pensado demasiado, si fuera tan débil, yo tampoco seguiría viva hasta ahora.
Doria levantó la cabeza levemente, -Solo quería tomar un poco el aire refresco.
-¿No sabes el estado de tu cuerpo?
-Si, solo tengo un hilo de vida.
Édgar estaba detrás de ella, se quitó la chaqueta y la puso sobre sus hombros, su voz grave sonó, -Ya está bien, Doria, volvamos.
Doria se giró para mirarlo, su sonrisa tenía cierta ironía, -Gerente Édgar, su gesto es fácil de malinterpretar, ¿no cree?
Él no cambió de expresión, la miró fijamente con sus ojos oscuros, -¿Malentender qué?
-Pues malentender que te gusto.
-Nunca lo he negado.
A Doria se le escapó la risa. “Cierto que nunca lo ha negado, pero su amor no vale para nada.” pensó ella.
Édgar continuó, -Yo ya te dije que podía darte el titular de señora Santángel.
-Lo que me ofreces es solo volver a aquella cárcel. Édgar Santángel, tú no me quieres, tú solo estás acostumbrado a que te prepare todo, a que te obedezca, estás acostumbrado…
Édgar agarró su muñeca y la interrumpo, -Doria, ¿has perdido tu conciencia?
-No, gerente Édgar. Yo no tengo conciencia.
Él apretó sus labios y dijo, -¿Qué es lo que quieres?
-¿Que qué es lo que quiero?
Doria murmuraba esta frase, su mirada se volvió perdida.
“¿Qué quiero? ¿Qué puedo hacer yo? A estas alturas, ¿me queda derecho para hablar?” pensó ella.
Édgar siguió, -El bebé ya no está, es una realidad que no se puede cambiar, hasta cuándo vas a seguir así media muerta.
Doria escuchó sus palabras si mirada se volvió a centrar y lo observaba silenciosamente. Tras un tiempo, en su rostro apareció una sonrisa.
“Claro, para Édgar es algo indiferente, incluso es algo que quería. Qué iba a entender. Una persona como él nunca lo entendería.” pensó ella.
Doria apartó suavemente su mano, se subió al segundo escalón de la barandilla, pero su cuerpo llegó a su límite y no pudo aguantar más. Ante ella apareció una infinita oscuridad y se desmayó.
Édgar la cogió, la llevó en brazos y bajó del ático rápidamente.
***
Cuando Doria volvió a abrir los ojos, en la habitación solo estaba Claudia con los ojos rojos y llorosos.
Claudia la vio despertar y agarró su mano, -Doria, ya no te vayas a ninguna parte, el doctor ha dicho que tu estado está muy mal, si pase algo, puede que…
Doria dijo, -Tranquila, solo he ido a pensar unas cosas, pero ahora ya lo tengo claro.
Claudia asintió mientras esnifaba por llorar.
Quién sabía lo asustada que estaba cuando vio a Édgar con Doria en sus brazos llena de sangre.
Doria miró hacia fuera y preguntó, -¿Cuánto tiempo he estado dormida?
-Tres días -Continuó ella-. Por cierto, aquel José se ha despertado, lo han trasladado en una habitación normal. He preguntado a la enfermera, estos días no ha venido nadie a verlo.
Doria contestó, -Déjalo estar.
Una semana después, Doria poco a poco se recuperó, a parte de que su cara seguía igual de pálida, su estado en general se veía mucho mejor.
En ese momento, llegó alguien inesperado.
Briana estaba a la puerta de la habitación, con una suave sonrisa dijo, -Señorita Doria, ¿puedo entrar?
Su llegada no le sorprendió a Doria, así que asintió con la cabeza.
Briana dejó el ramo de flor al lado de la cama, dijo lentamente, -He preguntado al doctor, y han dicho que la señorita Doria se está recuperando muy bien, dentro de poco podrá darse de baja. Siento haber tardado tanto en venir a verla, solo que entrar en este hospital, no es muy fácil.
Ante sus palabras, Doria solo sonrió, no respondió.
No tenía el mínimo interés en saber por qué era difícil entrar a este hospital, tampoco tenía el interés en pensar en lo que quería decir.
Briana miró alertamente a Claudia que estaba al lado, -Nos hemos visto, en la editorial de Joyería SG.
Claudia asintió y dijo indiferentemente, -Trabajo de fotógrafa ahí.
-Ya decía yo. Estos días estoy buscando a una fotógrafa para… -se quedó a mitad y se dio cuenta que no debía decir eso ante Doria, así que dijo de nuevo-. Si te viene bien, me gustaría hacerme fotos contigo.
Claudia respondió, -Lo siento, pero tengo planeado en marcharme de ahí. Señorita Collazo, busque a otro profesional.
-¿Ah sí? Bueno.
Briana parecía un poco decepcionada, miró a Doria y dijo, -Quiero hablar con la señorita Doria en privado, ¿podrías darnos unos momentos por favor?
Claudio no se movió, quería negarle pero escuchó a Doria decir, -Claudia, sal un momento.
-Yo…
-Ve a comprar algo de fruta.
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