Édgar Santángel se quedó en silencio, mirándola con el rostro hosco.
Doria parecía un poco incómoda, y dijo con mucha cortesía, -Señor Édgar, ya es la hora de retirarse. Es muy tarde, y tengo que trabajar mañana.
-Cuando estabas saliendo con Stefano, no pensaste en el trabajo -Édgar puso la cara de disgusto.
-La vida es tan importante como la labor. No es posible que yo esté trabajando veinticuatro horas al día y necesito tiempo libre -Doria lo miró-, no soy tan rica como usted que en el ocio puede dejar de lado una empresa tan grande e ir a mi casa a charlar y hacer algo raro.
-Tampoco estoy disponible todo el tiempo -negó Édgar.
-Que todo va en buena dirección, y espero sinceramente que su negocio sea próspero y cada vez mejor, y usted esté más ocupado -dijo ella con sinceridad.
-Doria, ¿tienes corazón? -Édgar rio sarcásticamente.
“Por fin, este gilipollas ha revelado su intención, y esa ternura instantánea no es más que su capa exterior.”, pensó Doria.
-Esta es mi bendición para usted, Señor Édgar, pero parece que no la merece -dijo.
Édgar acercó la mano a la barbilla de Doria, la levantó, con los ojos entrecerrado, dando señales de amenaza, y dijo:
-Dime otra vez, ¿quién es la gente que no la merece ?
-¿Tienes problemas con tus oídos? -dijo Doria con una sonrisa superficial.
-¿Y esta es tu actitud?
-¿Qué actitud yo debo tener hacia un hombre que irrumpiste en mi casa como un bandolero? Da gracias de que no he llamado a la policía.
-Siempre lo mismo, antes y después de pedir favores, te comportas muy diferente.
Édgar la miró un buen rato, y se burló.
Escuchándolo, Doria no sintió vergüenza y dijo con desenvoltura, -Y tú, también haces así antes y después del sexo, ¿qué derecho tienes para criticarme?
Édgar quedó callado.
-¿No es así? Señor Édgar, recuerda que cuánto me odias en los últimos tres años, como si yo te pusieron asco durante mucho tiempo si te tocara el dedo, pero tantas veces has tenido el sexo conmigo -continuó ironizando.
Él abrió los labios y quería explicarlo, pero no supo qué debía decir.
-Así que, señor Édgar, no me acuse de esto, que eres más inconstante. Al cabo de tener sexo, sueles volverte cruel.
"Y siempre me da dolor deliberadamente. Ahora me está quejando, ¡menuda cara!" pensó, "¿No es normal ceder al pedir ayuda? si no, ¿cómo puedo lograr el objetivo? Después de todo, en su opinión soy una mujer intrigante, pero, me da igual lo que piensa. "
Después de cierto tiempo, Édgar dijo, -Me estás culpando de todo.
-Lo hiciste primero, y yo estoy diciendo la verdad.
Édgar bajó la mirada hacia los labios de Doria, y se tragó lentamente.
Después de unos segundos, de repente dijo con seriedad, -Si estás tan enojado, tengo una solución.
Sin esperar la respuesta, Édgar siguió, -Hacemos el amor en compensa.
-¿Quéeee?
De qué tontería estaba hablando este loco.
-Lo puedo aceptar para que te calme.
-Pareces muy agraviado, ¿eh? -rio por furia.
-No, nada, puedo empezar en cualquier momento.
Doria respiró profundamente, sintiendo que estaba a punto de morirse de ira. Quería quitar la mano de la barbilla, pero no lo logró.
Sin pensar nada, bajó la cabeza y le mordió su dorso de la mano.
Lo más fuerte que pudiera.
-Doria Aparicio -Édgar gimió, frunció el ceño y rápidamente retiró la mano.
-Es hora de irse, señor Édgar -Doria no le hizo caso, se fue hacia la puerta, la abrió y dijo.
Édgar miró la herida algo sangrante, y apretó los dientes.
-Bueno, tienes razón -se burló.
Dos días después.
Claudia bostezando, le preguntó a la persona que estaba a su lado, -Ismael, ¿no tienes clase esta mañana?"
-No -respondió Ismael Aparicio.
-Entonces quédate aquí un rato. Me vuelvo a dormir un rato, porque tengo mucho sueño
-Vete ya.
Al poco tiempo, Doria salió de la oficina, y resolvió las cosas junto a Ismael.
-¿Dónde está Claudia? -preguntó.
-Fue a dormir.
Al escuchar esto, Doria sonrió y lo miró de nuevo, -¿Por qué estás aquí ahora?"
-Simplemente estoy desocupado -dijo Ismael, evitando la mirada.
-Cada vez que no tienes clases, vas al trabajo a tiempo parcial. ¿Por qué no vas hoy?
Él no respondió.
-Vienes a visitarme, pero no tengo dinero para pagarte un salario -bromeó con una sonrisa.
-No lo necesito -susurró después de una pausa, frunciendo los labios-. Todavía no hay noticias.
-¿Viniste aquí para esto?
-El encargo del periódico me preguntó si seguimos publicando anuncios. Vengo para preguntarte.
Los anuncios de buscar a alguien se había publicado durante largo tiempo, y los periódicos se habían extendido por todas las calles.
Parecía que realmente no había esperanza.
-No, basta ya. No hay que desperdiciar el dinero. Me sentiré más alegre si lo gastas en citas.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...