Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 207

Al lado del coche, William le dijo a Édgar, —Pues voy a irme. Gracias, Señor Édgar.

Cuando subía al coche, Édgar le preguntó de repente, —¿Señor William, qué quiere hacer acercándose a Doria?

Obviamente William no esperaba una pregunta así. Se quedó pasmado y dijo, —No entiendo qué significas.

Con la mano puesta en el bolsillo de su pantalón, la expresión de Édgar era más fría.

William dijo riendo, —No tengo nada intención mala. Solo tengo la curiosidad por ella y tenemos buena conversación.

Édgar dijo en un tono frío, —Ella tiene una edad de tu hija.

William sonrió y dijo, —Señor Édgar te has equivocado. Pero tienes razón. Señora Doria sí es de la edad cerca de mi hija. Pero...

—¿Tiene una hija? —le preguntó Édgar.

Al oír eso, se le enfrió la sonrisa a William. Lo asintió con la cabeza.

En ese momento, vino el chófer y le dijo, —Señor, ya es hora de irnos.

William se despidió de Édgar, —Señor Édgar, adiós.

—Adiós —le respondió Édgar.

Después de su salida, vino Vicente y lo llamó, —Señor Édgar.

—¿Has encontrado la información? —le preguntó Édgar.

—He preguntado a las tiendas al rededor. Desde ayer esa mujer vino provocando el caos. Debería hacerlo por el dinero.

—No es posible que le cause problemas a Doria sin razón. Sigue investigarlo.

—Sí.

Tras unos segundos, Édgar le dijo, —Tiene la noticia Alex?

—Todavía no. Los antecedentes de William son muy limpios y no hay nada inusual. Pero muy raro, no podemos encontrar nada sobre su pasado en Ciudad Sur.

Édgar rió sarcásticamente y caminó hacia adelante, —¿Qué raro es? Él vino con mucha preparación.

Aunque, según decía, vino a Ciudad Sur por la cooperación, obviamente era una excusa.

En cuanto a su relación con Carmelo Figueroa, sin falta no era tan simple.

De todos modos a Édgar no le importaba qué quería hacer William, con tal que no afectara a su gente.

Se detuvo el paso y ordenó, —Manda seguir a Doria estos días. Sin importar quién la visite, dime lo antes posible. No permito más problemas como el de hoy.

—Sí señor, los ordeno en seguida —le respondió Vicente asintiendo con la cabeza.

Un poco después, en el Rolls—Royce, Vicente recibió una llamada. Se dio la vuelta y dijo a Édgar, —Señor Édgar, los de la familia Secada vinieron a la vieja casa. Querían recoger a la señora Aitana.

Édgar le respondió casualmente sin mirarlo, —No hace falta decirme este tipo de cosa. Haz lo que se debe.

Al mismo tiempo, en la familia Santángel.

La madre de Aitana gritaba a los sirvientes que las impedían, —Esta es mi hija. ¿Por qué no puede salir conmigo? No creo que Édgar incluso puede controlar que mi hija regrese a su casa —diciendo esto, cogió a Aitana por la muñeca y quería adelantarse.

Pero los sirvientes no estaban dispuestos a dejarlas pasar.

La madre dijo fríamente, —¿Cómo podéis hacerlo? ¿Acaso Édgar puede controlar todo?

Un sirviente dijo, —El señor nos ha ordenado. La señora Aitana sabe claramente lo que ha hecho.

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