En la habitación del hotel, el gerente informaba, —Señor Édgar, la señora Santángel ha aceptado ir a las vistas nocturnas, pero…
Édgar sentado en el sofá dijo tranquilamente, —¿Pero qué?
El gerente, nervioso y asustado, contestó, —La señora Santángel ha dicho que quiere ir con un amigo.
Édgar entrecerró sus ojos oscuros y penetrantes, y, con sus dedos largos, daba golpecitos suaves sobre su rodilla. No se sabía en qué estaba pensando.
Dentro de un rato, dijo, —¿A qué hora irá?
—La señora Santángel ha ido al evento anual del Grupo Daria, irá seguramente cuando acabe.
Édgar se levantó, —Ve a prepararlo ahora, si Stefano va, piensa en cómo detenerlo.
***
El evento empezó oficialmente, los supervisores del Grupo Daria subieron al escenario para hablar, y el último fue Stefano.
Cuando terminaron de hablar, empezó el sorteo.
Doria miró la hora y vio que eran las siete y media. Así que giró la cabeza y le dijo a Stefano en voz baja, —Stefano, me marcho primero.
Este se quedó un poco perplejo, —¿A dónde vas?
Ella sonrió suavemente y contestó, —Tengo que ir a solucionar unas cosas.
Stefano no tuvo que pensar para saber sobre quién trataba. Mantuvo un rato en silencio y añadió, —Voy contigo.
Doria respondió, —Tranquilo, puedo hacerlo yo sola.
En ese momento el asistente de Stefano se acercó y le dijo que iba a empezar el siguiente proyecto. Él era el jefe del Grupo Daria, ante este caso no podía alejarse ni medio paso.
Doria dijo, —Ve a ocuparte, yo me marcho primero.
A Stefano no le quedó otra que asentir con la cabeza, —Llámame cuando acabes e iré a recogerte.
—Vale.
Doria salió de la sala del evento y fue directa a la planta cero del hotel.
Ante la puerta de la entrada ya estaba el coche esperando.
Un hombre se acercó y preguntó, —¿Es usted la señorita Doria?
—Sí, soy yo.
—Soy el trabajador del hotel del resort, ahora yo le llevaré a las vistas nocturnas.
Ella mostró una suave sonrisa, —Gracias.
El coche iba por un camino montañoso y conducía todo el rato hacia delante, unos diez minutos después, las vistas se ampliaron ante sus ojos.
Delante era un chalet con jacuzzi. En el jardín había muchos equipamientos para mirar las estrellas, incluido unas pequeñas tiendas. Si hacía buen tiempo, entonces mirar el paisaje aquí era maravilloso.
Cuando bajó del coche, el hombre la llevó ante el chalet, —Señorita, por favor, siéntese aquí un momentito.
Doria miró la mesa que tenía ante ella llena de comida y con vino rojo, después asintió con la cabeza agradeciéndole.
Cuando el hombre se marchó, Doria se sentó ante la mesa y miraba el vino que había.
No se sabía cuánto tiempo había pasado y, de repente, se escuchó un sonido fuerte, como si hubiera explotado algo en el cielo. Ella giró la cabeza y vio los fuegos artificiales que iluminaban toda la ciudad de vacaciones.
No se lo esperaba de modo que se asombró un poco, los fuegos artificiales seguían uno tras otro, eran hermosos y brillantes. Cuando terminaron, Doria escuchó pasos que se acercaban detrás de ella.
“Lo sabía.” pensó ella.
—¿No te has ido a la Ciudad Sur?
Édgar entrecerraba los ojos y la miraba, —Si sabes que te he mentido, entonces, ¿por qué has venido aquí?
—Yo… —Doria de repente no sabía cómo contestar. Ella en principio venía para descubrir la verdadera cara de este gilipollas, quería dejarle sin palabras y burlarse de él, pero no sabía por qué, ella ahora ya no quería hacer eso.
Doria se abrigó un poco, —La verdad es que el escenario que ha montado usted ha sido muy interesante, si no hubiera aparecido, yo me lo habría creído. ¿Puedo preguntarle por qué finalmente ha cambiado de idea?
Édgar, con una mano en el bolsillo y con la mirada perdida hacia otro lado, dijo con un tono frío como el viento, —Me sabía mal.
No se sabía si era por el alcohol o por el viento, pero Doria no lo podía entender, —¿Qué?
—Me sabía mal verte sola aquí.
Ella hizo muecas en silencio y no contestó.
Él añadió, —Doria Aparicio, ¿te has olvidado de qué día es hoy?
Cuando escuchó eso, Doria estaba más confusa, —¿Qué día?
—Es nuestro aniversario.
Doria contestó con molestia, —Señor Édgar, ¿puedes buscar una excusa mejor? Nuestro aniversario fue medio año antes.
Édgar le echó una ojeada, —Pues sí que te acuerdas.
Ella no solo no se le había olvidado, sino que lo recordaba muy bien, ya que fue el día del aniversario cuando ella propuso el divorcio y le dio una sorpresa a él.
Antes de que ella contestara, Édgar continuó diciendo, —Quería recompensártelo, nuestro primer aniversario.
Cuando él acabó de hablar, el viento de alrededor se volvió silencioso. Doria lo miraba aturdida, y en aquel momento no sentía el latido de su corazón.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...