Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 225

En la habitación del hotel, el gerente informaba, —Señor Édgar, la señora Santángel ha aceptado ir a las vistas nocturnas, pero…

Édgar sentado en el sofá dijo tranquilamente, —¿Pero qué?

El gerente, nervioso y asustado, contestó, —La señora Santángel ha dicho que quiere ir con un amigo.

Édgar entrecerró sus ojos oscuros y penetrantes, y, con sus dedos largos, daba golpecitos suaves sobre su rodilla. No se sabía en qué estaba pensando.

Dentro de un rato, dijo, —¿A qué hora irá?

—La señora Santángel ha ido al evento anual del Grupo Daria, irá seguramente cuando acabe.

Édgar se levantó, —Ve a prepararlo ahora, si Stefano va, piensa en cómo detenerlo.

***

El evento empezó oficialmente, los supervisores del Grupo Daria subieron al escenario para hablar, y el último fue Stefano.

Cuando terminaron de hablar, empezó el sorteo.

Doria miró la hora y vio que eran las siete y media. Así que giró la cabeza y le dijo a Stefano en voz baja, —Stefano, me marcho primero.

Este se quedó un poco perplejo, —¿A dónde vas?

Ella sonrió suavemente y contestó, —Tengo que ir a solucionar unas cosas.

Stefano no tuvo que pensar para saber sobre quién trataba. Mantuvo un rato en silencio y añadió, —Voy contigo.

Doria respondió, —Tranquilo, puedo hacerlo yo sola.

En ese momento el asistente de Stefano se acercó y le dijo que iba a empezar el siguiente proyecto. Él era el jefe del Grupo Daria, ante este caso no podía alejarse ni medio paso.

Doria dijo, —Ve a ocuparte, yo me marcho primero.

A Stefano no le quedó otra que asentir con la cabeza, —Llámame cuando acabes e iré a recogerte.

—Vale.

Doria salió de la sala del evento y fue directa a la planta cero del hotel.

Ante la puerta de la entrada ya estaba el coche esperando.

Un hombre se acercó y preguntó, —¿Es usted la señorita Doria?

—Sí, soy yo.

—Soy el trabajador del hotel del resort, ahora yo le llevaré a las vistas nocturnas.

Ella mostró una suave sonrisa, —Gracias.

El coche iba por un camino montañoso y conducía todo el rato hacia delante, unos diez minutos después, las vistas se ampliaron ante sus ojos.

Delante era un chalet con jacuzzi. En el jardín había muchos equipamientos para mirar las estrellas, incluido unas pequeñas tiendas. Si hacía buen tiempo, entonces mirar el paisaje aquí era maravilloso.

Cuando bajó del coche, el hombre la llevó ante el chalet, —Señorita, por favor, siéntese aquí un momentito.

Doria miró la mesa que tenía ante ella llena de comida y con vino rojo, después asintió con la cabeza agradeciéndole.

Cuando el hombre se marchó, Doria se sentó ante la mesa y miraba el vino que había.

No se sabía cuánto tiempo había pasado y, de repente, se escuchó un sonido fuerte, como si hubiera explotado algo en el cielo. Ella giró la cabeza y vio los fuegos artificiales que iluminaban toda la ciudad de vacaciones.

No se lo esperaba de modo que se asombró un poco, los fuegos artificiales seguían uno tras otro, eran hermosos y brillantes. Cuando terminaron, Doria escuchó pasos que se acercaban detrás de ella.

“Lo sabía.” pensó ella.

Pero cuando se giró para decir algo, vio que era aquel hombre que le había traído aquí. El hombre tampoco esperaba que ella se girara de repente y que su reacción fuera tan fuerte, así que se asustó un poco, —Señorita Doria…

Doria enseguida se sintió incómoda, de modo que bebió un trago del vaso de vino y sonrió tontamente, —¿Necesita algo?

El hombre le dio el regalo que tenía en la mano, —Esto es un regalo que le hemos preparado especialmente a usted como recompensa de nuestro hotel hacia usted.

Doria se quedó un poco aturdida y enseguida se dio cuenta de algo, —Entonces los fuegos artificiales…

—Los fuegos artificiales están incluido en nuestra actividad de la vista nocturna.

—Ah, vale.

Doria quería esconderse de la vergüenza.

El hombre añadió, —Puede quedarse una noche en el chalet y mañana por la mañana vengo a recogerle.

Doria sacudió la cabeza suavemente y contestó, —Me queda un rato y me voy.

—Entonces la espero en el coche.

Cuando el hombre se marchó, Doria se acabó el vino que había dentro del vaso, pensaba que, desde que hoy había visto a Édgar, ya no podía pensar tranquilamente las cosas.

Inconscientemente creía que él venía hacia ella y que todo lo que pasaba alrededor de ella había sido planeado por él.

Pero la realidad le decía que todo eso era su imaginación. A pesar de que parecía la tarde increíble pero aquellas cosas pasaban con tanta casualidad.

Ella tiró aire profundamente y se echó otro vaso de vino.

“Parece que Édgar me ha afectado bastante, porque si no, no estaría tan sensible ahora.” pensó ella. Se levantó y se dirigió hacia el mirador, se apoyó suavemente sobre la barandilla y se quedó mirando fijamente a las lucecitas que iluminaban de lejos.

El aire de la noche era fresco, además estando en la montaña, sin haber pasado mucho tiempo, Doria estornudó.

Cuando estaba a punto de irse, una sombra apareció poco a poco al lado de ella, después sonó una voz masculina con un tono indiferente, —Parece que te has llevado una decepción cuando yo no he aparecido.

—¿No te has ido a la Ciudad Sur?

Édgar entrecerraba los ojos y la miraba, —Si sabes que te he mentido, entonces, ¿por qué has venido aquí?

—Yo… —Doria de repente no sabía cómo contestar. Ella en principio venía para descubrir la verdadera cara de este gilipollas, quería dejarle sin palabras y burlarse de él, pero no sabía por qué, ella ahora ya no quería hacer eso.

Doria se abrigó un poco, —La verdad es que el escenario que ha montado usted ha sido muy interesante, si no hubiera aparecido, yo me lo habría creído. ¿Puedo preguntarle por qué finalmente ha cambiado de idea?

Édgar, con una mano en el bolsillo y con la mirada perdida hacia otro lado, dijo con un tono frío como el viento, —Me sabía mal.

No se sabía si era por el alcohol o por el viento, pero Doria no lo podía entender, —¿Qué?

—Me sabía mal verte sola aquí.

Ella hizo muecas en silencio y no contestó.

Él añadió, —Doria Aparicio, ¿te has olvidado de qué día es hoy?

Cuando escuchó eso, Doria estaba más confusa, —¿Qué día?

—Es nuestro aniversario.

Doria contestó con molestia, —Señor Édgar, ¿puedes buscar una excusa mejor? Nuestro aniversario fue medio año antes.

Édgar le echó una ojeada, —Pues sí que te acuerdas.

Ella no solo no se le había olvidado, sino que lo recordaba muy bien, ya que fue el día del aniversario cuando ella propuso el divorcio y le dio una sorpresa a él.

Antes de que ella contestara, Édgar continuó diciendo, —Quería recompensártelo, nuestro primer aniversario.

Cuando él acabó de hablar, el viento de alrededor se volvió silencioso. Doria lo miraba aturdida, y en aquel momento no sentía el latido de su corazón.

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