En el Grupo Santángel, un grupo de ejecutivos estaba discutiendo en la enorme sala de conferencias sobre cómo responder a la noticia personal de cotilleos sobre Édgar.
La gente discutía ferozmente, mientras que el protagonista de la noticia estaba sentado y miraba el periódico con una rara expresión de satisfacción.
Cuando el debate estaba bloqueado, Édgar dejó el periódico y dijo a la ligera,
—No es necesario explicar, ¿quién no se besa cuando está enamorado? No había ni necesidad de discutir.
Todo el mundo se quedó atónito, porque no era una cuestión de enamorarse, sino de…
«Espera, ¿se ha enamorado? ¿Cuándo lo consiguió?».
Édgar se reclinó en la silla con las piernas cruzadas y ordenó,
—Aprovechando esta oportunidad, publicad una declaración para notificar que ya tengo novia y que no me molesten más. Quien no tema ser insultada como una intrusa, que venga al Grupo Santángel.
Todos respiraron hondo, porque la estrategia del director general Édgar fue demasiado despiadada y ya era una guerra abierta contra el presidente Saúl Santángel.
Todos los que trabajaban en el Grupo Santángel sabían que el presidente Saúl había estado organizando citas a ciegas para el señor Édgar todos los días y aquellas señoritas aristócratas ya estaban haciendo cola para entrar al Grupo Santángel. Si se emitiera esta declaración, ¿quién sería capaz de venir?
Aunque hubiera alguna cabezota que quisiera intentarlo, por la actitud del señor Édgar, no la dejaría marchar fácilmente, sino publicaría su foto en Internet para que sufriera olas de críticas.
Era una solución fundamental para las citas a ciegas, pero ofendería a la mayoría de los aristócratas de la Ciudad Sur.
Quizás solo el señor Édgar era capaz de hacer esto.
Édgar miró a la gente con expresiones variados y habló sin prisa,
—Mi pareja se pone fácilmente celosa —añadió—. ¿Algo más? Si no, se termina la reunión.
En la familia Santángel, Saúl estaba temblando de rabia después de leer el periódico.
En ese momento, recibió la noticia del Grupo Santángel. Casi no podía ni respirar y soltó una maldición,
—¡Este maldito demonio!
Agustina Secada estaba sentada a su lado, tan fría como siempre y dijo,
—Si Édgar hubiera sido obediente, no ocurriría esto.
Saúl frunció el ceño con fiereza y dijo disgustado,
—No es el momento de crítica y tú misma sabes lo que has hecho. Si Doria es realmente la hija de Rivera, ¡serás la primera persona que vaya a vengar!
Al escuchar esto, Agustina se rio y dijo,
—Una persona que creció en un barrio pobre, aunque se vistiera de noble, no podría ocultar su humildad. Espero a ver cómo se vengaría de mí.
Dicho esto, Agustina se levantó y se fue al dormitorio.
Un sirviente la siguió y le susurró algo.
Saúl estaba más disgustado aún al ver esa escena, porque cada vez perdía más privilegio en esta familia. ¡Tanto Édgar como Agustina, ambos pasaban de él!
Aunque la actual familia Secada ya no era poderosa, Agustina tenía otras fuerzas en sus manos y Saúl tenía que unirse a ella para combatir con Édgar.
Saúl sujetaba al bastón y fruncía el ceño pensando en algo seriamente.
Al mismo tiempo, la declaración del Grupo Santángel armó gran alboroto en Internet.
Había mucha gente que se interesó por el aspecto físico de Édgar y no sabía lo ocurrido y comentó:
En ese momento, la puerta de al lado se abrió de repente y también llegó el ascensor.
Claudia cogió a Doria y entraron corriendo al ascensor,
—¡Vamos, vamos!
Al ver que las puertas del ascensor se cerraban lentamente, Claudia dio un suspiro de alivio.
Sin embargo, había otras personas en el ascensor, que escucharon los pasos de afuera y abrieron amablemente la puerta.
Claudia ya no sabía qué decir ante la situación.
Daniel se paró unos segundos delante de la puerta del ascensor, luego entró con sus piernas largas y saludó a ellas,
—Señorita Doria.
Doria aún no sabía lo que pasó en la noche anterior, le sonrió y asintió levemente.
Claudia no le quería ni saludar, así que miró a un lado y no dijo nada.
Daniel tampoco dijo nada, solo se quedó allí en silencio.
Doria sintió que la atmósfera entre los dos parecía un poco extraña, ya que normalmente se saludarían de todas maneras. ¿Qué estaba pasando?
A medida que el ascensor descendía lentamente, la atmósfera se volvía cada vez más incómoda.
Después de que el ascensor llegó al primer piso, Claudia cogió la maleta con una mano, agarró a Doria con la otra y salió con una mala cara.
A pocos pasos, sonó la voz de Daniel desde atrás y llamó a Claudia.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...