Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 335

Además de evaluar la perspicacia del diseñador, también se examinaba su capacidad de observación y de captación de pequeños detalles.

Esto también mostraba que podían proporcionar una mejor plataforma tras el concurso.

Doria miró a su alrededor, pero cuando retiró la mirada, se encontró con un par de ojos tranquilos.

Ella susurró,

—¿Por qué estás aquí?

Édgar puso su brazo en el asiento detrás de ella y arqueó las cejas diciendo,

—El Grupo Santángel es el organizador de este concurso, ¿no te lo dije?

Doria lo miró con una sonrisa falsa y dijo,

—Puede ser que al señor Édgar se lo hubiera olvidado entre tantas cosas pendientes que tiene.

«¡El gilipollas lo hizo aposta!».

En este momento, la voz del responsable sonó nuevamente desde el escenario.

Habían cambiado repentinamente las reglas e invitaron a varias señoritas aristócratas de la Ciudad Sur, cuyas evaluaciones contarían el diez por ciento del total de la puntuación del concurso.

Estas señoritas aristócratas habían crecido jugando con joyas y eran más estrictas en este tema.

Doria miró siguiendo la visión del responsable y una sonrisa apareció en su rostro.

«Está bien».

Incluso había comenzado a sospechar que se había añadido intencionalmente esta nueva regla para estorbarla, porque vio a Briana y Mónica Alcocer entre las pocas señoritas.

Dios le abrió una ventana a Doria y bloqueó todos los conductos de ventilación.

Sería maravilloso y emocionante.

Édgar siguió su mirada y, sabiendo lo que le preocupaba, dijo a la ligera,

—Tu trabajo ha sido aprobado por el anfitrión, de lo contrario, no te enviarán una carta de invitación. Aunque te dieran puntuaciones bajas malintencionadamente, el impacto será pequeño. Es más, estoy yo.

Doria seguía sonriendo y dijo,

—Señor Édgar, ¿por qué piensas que me puntuarían malintencionadamente?

Édgar dijo a la ligera,

—Quizás tengan celos de tu belleza.

Doria se quedó sin voz.

«¡El gilipollas sí que sabe buscarse excusas!».

La ronda preliminar sería en dos días y el tema se publicaría en la siguiente noche.

Después de anunciar las reglas, había un pequeño cóctel en el que muchos diseñadores estaban ocupados saludando a los jueces y estableciendo relaciones.

Estos jueces eran personas prestigiosas en la industria de la joyería, aunque no se ganara el concurso, era bueno poder conocerlos.

En estos saludos aparentemente amables, había muchos enredos de intereses ocultos.

Doria quería regresar directamente, pero pensó que el anfitrión le había enviado una carta de invitación y no debería irse así. Luego, se levantó y fue a dar las gracias.

El responsable de este concurso se llamaba Luis Tamayo, cuando Doria lo encontró, estaba charlando con otros jueces.

Tan pronto como Doria se detuvo, antes de que pudiera hablar, Luis la miró y saludó en inglés con una sonrisa,

—Eres señorita Doria, ¿no? Eres tan hermosa como en la foto.

Doria no esperaba que la recordara, sonrió y respondió en inglés,

—Gracias, muchas gracias por invitarme a participar en este concurso, es un placer.

—De nada —Luis dijo, mirando al hombre que estaba detrás de ella—. Si no fuera por el señor Édgar, quien me mostró tu obra, casi se ocultaba una diseñadora excelentemente talentosa. Espero ver tu obra.

Luis dijo, asintiendo levemente a Édgar.

Cuando Doria miró, vio que el hombre la miraba arqueando ligeramente las cejas.

Después de unos simples saludos con Luis, Doria llevó a Édgar a un lado y le preguntó,

—¿Recibí la carta de invitación de este concurso gracias a ti?

Édgar cogió dos copas de champán, le entregó una y dijo,

—Sólo le mostré tu obra, fue su decisión invitarte.

Doria sabía que el gilipollas no lo mostraba, pero todavía se culpaba a sí mismo por hacerle perder el puesto de ganadora de diseñador emergente.

De lo contrario, no haría tanto rodeo para compensarla cuando todavía estaba en la editorial de Joyería SG. Aunque en aquel momento, todo el mundo pensaba que iba a por Amaya Gaona.

Doria pensó por un momento antes de preguntar tentativamente,

—¿Es este el regalo del tercer aniversario de matrimonio?

Édgar se rio entre dientes, bebió el champán de la copa y dijo lentamente,

—No.

Tras una pausa, volvió a mirar a Doria, enarcó las cejas, sus ojos negros eran oscuros y ardientes, eran sumamente seductores. Y la preguntó,

—¿Estás muy ilusionada?

Doria pareció quemarse con su mirada, rápidamente desvió su vista y tosió disimuladamente,

—Yo no... estoy muy ilusionada, solo tengo curiosidad.

«El gilipollas dijo que iba a darme todos los regalos de los tres años de matrimonio. Ya me ha entregado los de los dos primeros años, pero está tardando mucho con el del tercer año».

Édgar dijo,

—No te preocupes, sigo preparándolo, definitivamente será un regalo que te va a gustar mucho.

Doria no lo creía y preguntó,

—¿Cuánto me puede gustar?

Édgar se inclinó y le susurró algunas palabras al oído.

Doria se sonrojó al instante e inconscientemente tapó sus labios,

—¡¡¡Cállate!!!

«¡Gilipollas, estás siendo un sinvergüenza delante del público!».

Édgar sonrió y sus delgados labios besaron suavemente su palma.

Doria se sonrojó y rápidamente retiró la mano, sentía que todo su brazo estaba entumecido.

En ese momento, David Laguna se acercó con una copa de vino y saludó,

—Señor Édgar, Doria.

Tras haberse ido de la editorial de Joyería SG, Doria llevaba mucho tiempo sin ver a David, lo saludó sacudiendo con la mano y habló con una sonrisa,

—Editor David.

Édgar estaba particularmente insatisfecho con su sonrisa, porque él había visto esta sonrisa cuando Doria miraba a Abraham Valerio, a Stefano, a David y a muchas más personas.

Pero casi nunca la vio sonreír a él.

Antes de que David pudiera hablar, Édgar se paró sigilosamente delante de Doria, bloqueándole la visión y David estuvo confuso.

Doria también se dio cuenta de la acción de Édgar, aprovechó la ocasión de poner las copas de champán para alejarse de él y siguió charlando con David.

«Realmente, el gilipollas es quien siempre está celoso».

Los finos labios de Édgar se apretaron ligeramente, mostrando su insatisfacción.

Al mismo tiempo, se acercó Vicente Laguna y dijo,

—Señor Édgar, Luis lo invita a venir, le gustaría negociar con usted sobre las organizaciones después del concurso.

Édgar admitió, luego miró a Doria y dijo,

—Espérame aquí.

Tan pronto como se fue Édgar, el rostro de David se puso serio y dijo,

—¿Sabes que Alba también participa en el concurso?

Doria asintió levemente,

—La acabo de ver.

David susurró,

—Acabo de enterarme que uno de los jueces es su profesor.

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