Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 336

Aunque Alba Espina anunció al público que había dimitido de la editorial de Joyería SG por su propia voluntad, en realidad, todos sabían claramente lo que había hecho.

Aun así, Doria Aparicio retiró el pleito y no persiguió más su culpa. Además, siguiendo el principio de la cooperación, la editorial de Joyería SG no denunció más al público lo que había hecho.

Después de salir de la editorial de Joyería SG, Alba se callaba durante un tiempo.

Pero según sus conductas antes, no se aseguró que ella no hiciera ningún lío en este concurso.

Al oír eso, Doria guardaba silencio por un rato, y después dijo,

—Voy a prestar más atención.

David Laguna vino esta vez para advertírselo, y se fue tras unas breves charlas.

Doria se quedaba allí por un segundo, y miró su reloj. ¿Por qué todavía no volvía el gilipollas?

Justo estaba a punto de salir afuera a esperarlo, se acercó el centro de la conversación anterior.

Alba había perdido la arrogancia y el desdén que antes solía tener frente a ella, pero todavía mantenía cara mala. Dijo con indiferencia,

—Por fin nos encontramos en el concurso. Esta vez voy a enseñarte quién es la diseñadora verdadera, en vez de las personas que consigan su actual posición aprovechando las conexiones.

En cuanto se acercó, Doria supo que no iba a decir palabras buenas.

Doria sonrió,

—Bien, y voy a mostrarte el nivel de la real primera del concurso de diseñadores.

Ante estas palabras, Alba se demudó.

Aunque no quería admitirlo, no podía cambiar la realidad de que le había quitado a Doria la plaza del campeón a París.

—¡Qué bravatas!

Detrás se oyó una voz con ironía de un hombre desconocido.

Doria se volvió la cabeza. El que acababa de hablar era un hombre mestizo de edad madura, llevaba unas gafas de montura de oro.

Mientras Alba lo veía, bajó la cabeza como si sufriera injusticias.

Parecía que era el maestro de Alba.

Robert Espinar miró a Doria con indiferencia.

—Doria Aparicio, ¿eh? He visto tus obras anteriores. Sí tienes capacidades, pero en este mundo hay muchos más diseñadores que tengan más capacidades que tú. Deberías ser más modesta.

Doria dijo en voz fría,

—Muestro la humilde depende de con quien hablo. Con las personas que no merezcan de respeto, ¿por qué tengo que ser modesta?

—¿Te refieres que yo tampoco merezco tu respeto?

—Usted es predecesor en el sector del diseño, pero como un predecesor, ¿no debería tener cuidado con lo que dice?

De todos modos, ya habían tenido disputas, y por eso Doria no temía ofenderlos en este momento.

Aunque hoy no devolviera los golpes o insultos, ellos no dejarían de obstaculizarla.

Sin esperar las reacciones de los dos, Doria sonrió, se dio una vuelta y se fue.

Robert miraba su espalda, y frunció las cejas descontento.

—¿Cómo puedes fracasar ante tal persona? ¿Te he enseñado en vano estos tres años?

Alba susurró,

—Robert, también has visto que ella está siguiendo al señor Édgar, y yo…

Robert se burló,

—Esta vez el sistema del concurso se hace público a todos, no creo que ella pueda seguir actuando a su capricho con su complicidad y apoyo. No te preocupes, el primer puesto de este concurso de diseñadores debe ser tuyo.

Mientras hablaba, Robert se volvió y la miró, con impaciencia y molestia.

—¡Deja de avergonzarme!

Alba apretó los dientes con fuerza, y apretó los puños.

—No lo haré.

Después de salir de la sala, Doria estaba al lado de las escaleras, sacó su móvil justo para llamar a Édgar, y se oyó su voz.

—Te pido que me esperes dentro, ¿por qué sales afuera?

Doria guardó el móvil y lo miró.

—Tengo trabajo en la tienda, tengo que regresar.

—Te llevaré de vuelta.

No se habían visto durante varios días. Doria no lo rechazó, sólo le preguntó,

—¿Pero mi coche?

Édgar se volvió a mirar a Vicente Laguna, que enseguida comprendió.

—Señora Doria, deme las llaves del coche.

«Ja, juegos de las parejas, ¡qué aburridos!»

Tras un rato de conducción, Doria se dio cuenta de que no era el camino de vuelta a la tienda, así que se volvió la cabeza y le preguntó,

—¿Adónde vamos?

—A comer.

Doria no podía evitar hacer una mueca, sabía que este gilipollas no tuvo tiempo para comer de nuevo, y preguntó,

—¿Te ha ocupado mucho el grupo Santángel últimamente?

Édgar enarcó las cejas.

—Así así.

—¿Pues por qué no has comido otra vez?

—No son ricos como lo que cocinas, entonces no quiero comerlos.

Doria se sonrojó un poco, y preguntó unos segundos después.

—Señor Édgar, ¿has tomado clases actualmente?

Édgar preguntó,

—¿Qué?

—Como las clases en las que se enseña cómo decir dulzuras —dijo Doria, añadiendo después de una pausa—. Si es verdad, pues, mejor retirarte, no desperdicies el dinero. ¿O bien te enseño los trucos para perseguir a una mujer?

—¿Ja?

***

Tras la comida, Édgar llevó a Doria de vuelta al estudio y salió.

Últimamente el grupo Santángel sí le había ocupado mucho, de lo contrario no habría visto a Doria estos días.

Sin embargo, aunque se había ido el gilipollas, Doria no se sentía bien. Incluso pagó mucho por la broma que acababa de decir en el coche.

Al llegar a la tienda, se acercó Claudia, y le dio las llaves. Dijo guiñándole un ojo,

—¿Adónde salisteis solos? Hasta el asistente del gilipollas te devolvió el coche.

Doria esquivó su mirada y dijo evasivamente,

—Sólo… sólo comimos juntos, no tenemos tiempo para salir…

Mientras hablaba, intentó huir a la oficina.

Claudia lo notó con agudeza.

—¿Por qué está roto tu labio inferior?

No sólo estaba roto su labio inferior, sino que también… el labio superior dolía hasta ahora.

¡Gilipollas!

Doria farfulló,

—Me he mordido el labio cuando comía. Pues, tengo dos proyectos que hacer esta tarde, no hablo más contigo, me voy.

Al decir esto, se apresuró a salir.

Después de volver a la oficina, Doria no tenía tiempo para pensar en el concurso. Tenía que cumplir los trabajos primero, y así tenía suficiente tiempo después para preparar el concurso.

Por la noche, regresó a la familia Collazo. Cuando subía las escaleras, Rivera la llamó y rara vez habló con ella por gusto,

—Doria, Briana me dice que has participado en el concurso de diseñadores, ¿verdad?

Ante su preocupación repentina, Doria sabía que no había nada bueno, sonrióy respondió,

—Sí.

—He visto tus diseños, definitivamente puedes ganar este concurso.

—Gracias.

Estaba a punto de subir, pero Rivera volvió a decir,

—Si tienes tiempo mañana, me acompañas a un sitio —sin esperar la respuesta de Doria, continuó—. De todos modos, tienes que ir a verlo.

La primera frase era una pregunta, y la segunda, era una obligación.

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