Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 345

Después de llegar a las afueras, se ubicaron junto al arroyo, algunos montaban las tiendas de campaña y otros preparaban las parrillas de barbacoa.

Solo estaban Édgar y Peppa Pig sentados en las sillas plegables a un lado, uno estaba con calma y el otro miraba el paisaje con mucho asombro.

Doria caminó hacia Édgar, se puso en cuclillas y preguntó,

—Señor Édgar, ¿has venido a inspeccionar la obra?

Édgar la miró y dijo sin prisa,

—Si me lo hubieras dicho antes, traería a Vicente.

Doria no sabía qué decir.

«Es realmente un descarado».

Édgar dijo de nuevo,

—Además, también estoy haciendo algo.

Doria se preguntó,

—¿Qué hiciste?

Édgar miró de reojo al niño que estaba sentado derecho a su lado y dijo,

—Si no lo vigilo, ¿qué pasa si se escapa? ¿Cómo lo explicarías a su madre?

—Jajaja.

Doria no le quiso hacer caso, sacó un yogur de la bolsa de comida para Peppa Pig, le tocó suavemente la cabeza y avisó,

—Pequeño, siéntate aquí obedientemente y no corras, puede que haya muchos lobos malvados por aquí.

Édgar resopló suavemente, obviamente mostraba desprecio ante su forma de asustar a los niños.

Peppa Pig sostuvo el yogur y asintió solemnemente,

—No correré y no os causaré problemas.

Doria sonrió, se puso de pie y dijo,

—Muy bien, entonces te quedas con este... señor jugando aquí y te llamaré cuando la barbacoa esté lista.

Édgar dijo disgustado,

—¿Por qué son tan diferentes tus actitudes?

Doria apretó los dientes y dijo,

—¡Cállate... señor!

Cuando Doria se fue, Peppa Pig giró la cabeza para mirar a Édgar y le pasó a Édgar el yogur que tenía en la mano, pero éste le habló con un tono indiferente,

—Esto es para ti, no lo voy a beber.

—Lo sé, ¿puedes abrírmelo, señor?

Édgar se burló,

—¿Ya eres un chaval y ni siquiera puede abrir un yogur?

Peppa Pig dijo seriamente,

—Señor, cuando saliste del coche, vi que le quitaste el caramelo de la boca a la chica.

Édgar sintió un dolor de cabeza, lo miró fríamente y con una mirada afilada.

Peppa Pig no le temió ante el peligro y dijo,

—Señor, si no me ayudas a abrirlo, voy a buscar a la chica...

Antes de que pudiera terminar de hablar, sus manos estaban vacías, Édgar quitó la tapa del yogur y se lo devolvió.

—Gracias.

Dicho esto, el niño bebió el yogur en silencio y Édgar dijo,

—Mocoso, vienes aquí y, ¿tu familia no se preocupa?

Peppa Pig terminó el yogur y corrigió,

—No soy un mocoso, ya tengo diez años. Señor, ¿tu familia se preocupaba cuando salías con tus amigos de pequeño? ¿Tu familia no te dejaba salir?

Por otro lado, Claudia miraba la situación de atrás en silencio mientras agregaba carbón a la parrilla de barbacoa y dijo,

—Vaya, el mocoso y el señor Édgar charlan con alegría, ¿sería confidentes de la vida?

Doria enarcó las cejas y dijo sonriendo,

—Era un guapetón y, ¿ahora es un mocoso?

—... Querida, por favor, te ruego para que no menciones esa triste historia —Claudia se sintió cansada de la vida y dijo—. Lo llevaré a casa tan pronto como terminemos, ¡ya no confiaré en nadie de Internet! ¡Este pequeño mentiroso!

—¿Habría algún malentendido? Creo que es muy lindo y educado. ¿No habrías echado demasiado imaginación?

Claudia refutó obstinadamente,

—¡Imposible! ¡Incluso me envió una foto de sus músculos abdominales, esto no sería mi imaginación! De hecho, ya no quiero enamorarme en toda esta vida. He conocido a todo tipo de donjuanes, alguno que sale con dos a la vez, otros que cría a las chicas como su presa, y este mocoso de ahora... que no aprende algo bueno, sino que aprende ser un donjuán. Realmente, creo que no estoy destinada a enamorarme, es mejor que me convierta en monja.

Doria sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro, expresando su consuelo,

—No te preocupes, cuando finalice el concurso, salte a participar más actividades presenciales y encontrarás a alguien.

—Olvídalo, solo atraigo a los donjuanes.

Doria levantó la cabeza y miró sonriendo a las parejas jóvenes que jugaban a lo lejos junto al arroyo,

—¡Qué bueno es ser joven!

Claudia también miró y suspiró,

—Sí, si yo tuviera su edad, ¿alguien podría dejarme plantada?

Al mediodía, todos comieron su propio táper y merienda. Después de comer, dos parejas encontraron un mar de flores en un punto no muy lejano del mapa y fueron allá.

Los otros que no salieron, se fueron a descansar a la tienda o simplemente se sentaron pensativos junto al arroyo.

Doria se sentó junto a Édgar y susurró,

—Señor Édgar, ¿te parece aburrido?

Édgar la miró de reojo, sus delgados labios sonrieron y dijo,

—¿Cómo puedo ser aburrido si estoy contigo?

Doria sonrió, estuvo mirando el agua reluciente y dijo después de mucho tiempo,

—A veces cuando siento mucha presión en el trabajo, puedo relajarme al salir a jugar con estos muchachos.

—¿Muchachos? ¿Cuántos años les sacas?

Doria dijo seriamente,

—Aunque les saco pocos años, soy mayor que ellos y les considero hermanos menores como Ismael.

Édgar se acercó, la abrazó y le susurró,

—Soy solo unos años mayores que tú, y ¿me llamas señor?

Doria se quedó sin palabras.

Édgar mordió ligeramente su lóbulo de la oreja,

—¿Eh?

Doria se sonrojó en un instante y extendió la mano para empujarlo,

—Que no, hay tanta gente.

Édgar miró hacia atrás y dijo,

—¿Qué gente?

No había nadie más excepto un niño, que estaba haciendo la tarea de espaldas a ellos.

Claudia también había desaparecido.

Doria puso su mano entre los dos y negó,

—Que no.

Al escuchar eso, Édgar se rio levemente y preguntó aposta,

—¿Qué no?

Doria no esperaba que el gilipollas seguía creando trampas con sus palabras y no le quiso hacer caso. Cuando quiso levantarse, fue tirada hacia atrás y Édgar dijo con una leve fatiga en su voz,

—Está bien, no bromeo más, siéntate un rato conmigo.

Después de un tiempo, Doria preguntó,

—¿Sigues muy ocupado durante este tiempo?

Édgar admitió y habló lentamente,

—Hay muchas cosas que afrontar y mañana tengo que irme de viaje de negocios.

—No lo había oído antes.

—Quería decírtelo hoy, pero quién sabía que hiciste esto.

Doria frunció los labios. Bueno, fue su culpa.

Después de una pausa, Doria volvió a preguntar,

—Entonces, ¿cuándo volverás?

—Como mínimo una semana.

Édgar no estaba preocupado por Doria, porque había mucha gente que la protegía en secreto, pero estaba preocupado por otras cosas.

Doria se levantó de sus brazos y preguntó,

—¿Hay algo que te preocupa? Siento que estás raro hoy.

Los labios de Édgar se crisparon y dijo,

—¿Qué sientes raro?

—Es raro verte tan serio.

—Parece que te gusta más que sea menos serio.

...