Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 394

Rivera lanzó una risa desdeñosa. Obviamente no creía en las palabras de Doria.

Justo después de poco tiempo en que se destapó la historia entre el Grupo Santángel y Doria, lo de Briana se quedó en la ebullición para distraer a la gente. ¿Cómo eso no podría ser causado por el hombre?

Tras un rato, él dijo:

—Puedo conceder las solicitudes que has dicho antes, pero también tengo condiciones.

Ella no se sorprendió por tal respuesta, y dio una sonrisa.

—Sí, Presidente Rivera, adelante por favor.

Dijo él:

—Yo solo puedo darte la mitad de las fincas que quieres. Ya sabes también, ahora el Grupo Collazo está en un momento muy difícil e inestable. Y además, debido a lo que sucedió a Briana, el precio de las acciones sufre un descenso enorme. Lo que puedo darte ya es lo más.

Doria lamió los labios con serenidad, y no dijo nada sino que esperaba sus palabras aún no soltadas.

Él continuó:

—Excepto de eso, tienes que también darme un aval de que no interferirás en ninguno de los proyectos del Grupo Santángel, y a lo mismo, te garantizaré también que no se te perderá ninguno de los beneficios que deberías obtener.

Hablando, Rivera puso el papel impreso con anticipación frente a ella, sobre el cual estaba su firma y el sello del Grupo Collazo.

Después de echar una mirada al documento, Doria levantó la cabeza de nuevo.

—Claro que puedo aceptar sus condiciones. Pero espero que usted deje de molestar a mi hermano, lo que también es la última solicitud mía. Y además, la señorita Briana tiene que pedir perdón a él. Sus hechos han afectado gravemente el estudio y la vida de mi hermano. De lo contrario, aunque yo pueda dejar de indagar la responsabilidad de este asunto, no podré darle a mi hermano una explicación razonable.

Rivera entrecerró los ojos, y dijo después de un lapso:

—Pero también debes estar clara de que ella como mucho solo puede disculparlo de manera privada.

—Lo entiendo, solo necesito que la Señorita Briana se disculpe frente a mi hermano. En cuanto a lo demás, no me importa.

Rivera dejó de hablar, aceptando tácitamente su solicitud.

Dijo ella:

—Sé que usted es un hombre de palabra, y lo que ha dicho no tiene tal razón de no cumplirse. En contraste, estaba equivocada.

Diciendo, ella puso una grabadora sobre el escritorio.

Al ver eso, se le cambió de repente la tez a Rivera.

Ella dijo fingiendo estar avergonzada:

—No tengo más remedio, ayer acabo de ser engañada de la misma manera. Creo que tengo que ser sabia por lo que pasé. Pero siempre que usted no se retracte de sus palabras, debería servir de nada este audio.

Terminada de hablar, Doria apagó la grabadora. Luego cogió el bolígrafo sobre la mesa con el que firmó su nombre en lo abajo del papel, y colocó un sello de dedo.

Tras terminar todo, ella se levantó con el documento y la grabadora.

—No se preocupe, me ocuparé del asunto muy bien.

Después de salir del estudio, Doria vio pararse fuera de la puerta a Briana, cuya tez era extremadamente fea, pues obviamente había oído la conversación en la habitación.

Pero Doria le dio una sonrisa.

—Buenos días, Señorita Briana.

Briana se mordió los dientes.

—¿De tal manera, crees poder conseguir a la Familia Collazo?

—Nunca lo he pensado así. Después de todo, la Familia tienes tantas fincas, y lo que tu padre me da, no sirve de nada importante. No obstante, necesitamos disfrutar la vida.

Luego de decir así, Doria se fue con pasos rápidos, sin mirar más su tez.

Briana apretó los puños con disgusto solo después de que ella se fue bastante lejos, luego entró en el estudio.

—Padre, ¿has accedido sus solicitudes tan casualmente?

Rivera se levantó y se quedó de pie frente a la ventana, con las manos cruzadas en la espalda, dijo en un tono indiferente:

—Solo son nada más que unas cosas baladíes, no importa nada dárselas si ella las quiere.

—Pero…

—Briana —Rivera la interrumpió—. También deberías reflexionarte a ti misma. Por tu descuidado al haber obrado, has dejado palanca y también sido amenazada por otros.

Por un momento ella no sabía qué debería decir, así que bajó la cabeza.

Rivero volvió a decir:

—¿Tienes relación con el caso de ayer sobre el Grupo Santángel?

—Yo…

Después de pasar un largo tiempo balbuceando, Briana dijo:

—No te preocupes papá, es imposible que pudieran saber que fue yo.

—Lo mejor.

Tras un rato, Rivera dijo:

—Hasta aquí.

Briana se fue.

Mientras tanto, sonó el teléfono de Rivera. Contestó la llamada, desde la cual llegó la voz baja del subordinado .

—Señor, la persona que trajimos la última vez… se ha escapado.

Rivera entrecerró los ojos, en cuya cara se extendió horror.

—¿Cuánto tiempo lleva huyendo?

—Menos de diez minutos.

—Buscadlo, no necesitáis traerlo de regreso, cuando lo encuentres, mátalo.

—Entiendo.

***

Estaba lloviendo durante todo el camino cuando Doria fue al estudio en coche. Ella dio una mirada al papel puesto en el asiento lateral, apretó los labios levemente.

Dado que ya había conseguido lo que quería, tenía que aclarar personalmente el caso de Briana.

Pero Rivera no le había especificado el tiempo, pues ella no tenía prisa, y solo lo terminaría hoy.

Cuando llegó al estudio, miró charlando a unas chicas con extremo entusiasmo debido a la noticia en Internet. Pero lo extraño era que todas se quedaran por la entrada hablando.

Pues les preguntó Doria:

—¿Por qué estáis de pie aquí?

Las chicas movieron la cabeza al unísono.

—Está bien, aquí hace más fresco.

Al ver eso, Doria echó otra mirada hacia el interior. Combinando con sus reacciones, ella adivinó algo. Así arqueó las cejas y sonrió.

—Entrad, está lloviendo afuera.

Terminada de hablar, entró adentro.

Al empujar la puerta de la oficina, Doria vio sentarse en el sofá a Édgar, con los ojos ligeramente cerrados, como si estuviera dormido.

Ella cerró la puerta suavemente, luego se le encaminó y cogió la manta instalada en un lado del sofá con la cual lo arropó meticulosamente.

Después de acabar todos los movimientos, Doria manteniendo esta posición, se inclinó levemente y lo miraba fijamente.

Quizás ese gilipollas pasó toda la noche en vela, así tenía los ojos morados.

Lo miraba por un rato, de repente se le acercó y besó sus delgados labios.

Pero inesperadamente, justo cuando Doria estaba a punto de erguirse, el hombre frente a ella de pronto abrió los ojos.

Ella se sorprendió.

Édgar la contemplaba y su voz era baja y ronca.

—¿Me besaste a escondidas?

—Yo…

Antes de que ella tuviera tiempo de explicarlo, su muñeca fue tirada por él y al siguiente segundo, se cayó entre los brazos del hombre.

La miró Édgar de reojo.

—Si lo quieres, puedes besarme abiertamente sin hacerlo a escondidas, no me reiré de ti por esto.

Se le crisparon los párpados a Doria, quien sentía que era una decisión equivocada la acción hacía un momento.

Viéndola no hablar, Édgar se frotó su hombro con la barbilla, dijo con la voz más ronca:

—No me besas, ¿pues te lo haré?

Y sus tales palabras, no sirvieron como preguntarla, sino informarla.

Apenas terminó de decir, Édgar se mordió los labios de Doria, y llevando la nostalgia para ella de toda la noche, profundizaba poco a poco el beso.

Doria golpeó en su pecho, queriendo decirle que estaban en la oficina, y ¿qué pasaría en caso de que alguien entrara?

Pero Édgar no le hizo nada caso, sino que tomó su nuca con la mano y la presionó hacia el sofá besándola.

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